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CAMBIO RADICAL

El Museo de San Isidoro da un salto de mil años

Lleva cuatro años en obras. La pandemia y la aparición de valiosos restos arqueológicos retrasaron los trabajos. La reforma del Museo de San Isidoro ha dejado una imagen insólita. Aún falta ‘recolocar’ los tesoros.

Imagen de cómo ha quedado el Museo de San Isidoro. PABLO GOMEZ-OGANDO / WEB FRADE ARQUITECTOS

León

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San Isidoro ha quedado irreconocible. No parece el mismo museo de hace cuatro años, según las primeras imágenes, colgadas en la web de Frade Arquitectos, el estudio madrileño que ha llevado a cabo la restauración. Para ‘iluminar’ el edificio milenario, han optado por maderas y revestimientos claros, con espacios más diáfanos.

La rehabilitación ha permitido sumar 2.000 metros cuadrados a los 1.200 en los que se concentraba la colección. Aún falta la musealización de los ingentes fondos atesorados por la colegiata durante mil años. Muchas piezas no se exhibían hasta ahora por falta de espacio.

«La intervención actualiza el edificio románico a sus nuevas necesidades como museo del siglo XXI, respetando la esencia primitiva del solar», dice Frade Arquitectos en su página. El primer gran cambio, visible desde hace meses, fue el nuevo acceso y convertir en ventana la antigua puerta del museo, que comenzó a funcionar en los años cincuenta. También desaparecerá la angosta escalera que comunicaba con la Biblioteca Renacentista y la Cámara del Tesoro.

El arquitecto

"La intervención actualiza el edificio románico a sus nuevas necesidades como museo del siglo XXI"

Ha sido una empresa colosal, que ha exigido al arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade varios cambios en su proyecto inicial, por los hallazgos arqueológicos —que serán visibles—y algunas ‘sorpresas’ durante los trabajos.

La Fundación Montemadrid, entidad que dirige el proyecto y sufraga con dos millones de euros la actualización de San Isidoro —otro millón más lo aporta el Cabildo—, adelantó a este periódico que el relato del museo girará en torno a nueve piezas claves: la arquitectura del edificio, el arca de San Isidoro y el de los marfiles, la biblia visigótico-mozárabe y la románica, el cáliz de Doña Urraca, el Pendón de Baeza, la Cruz Procesional de Arfe y el ajuar de la infanta María. A través de estos objetos se construirá el relato del edificio que acogió las primeras Cortes parlamentarias de la Historia, en 1188, y donde Alfonso V promulgó en el año 1017 el Fuero de León.

Con el nuevo acceso, la zona de venta de entradas y la tienda se trasladarán a la sala de la Adoración Nocturna. Para ganar metros, se va a recuperar un hueco existente en la fachada y otro situado en la zona norte del actual espacio de acogida. En el claustro y el Panteón Real se colocarán las piezas más pesadas, como la colección de lápidas y estelas romanas.

El museo mostrará espacios que no se exhibían hasta ahora, como el adarve de la muralla tardorromana o la escalera renacentista, y ‘anexionará’ las capillas de los Salazares, la de los Vacas, la de San José, la de San Ignacio, la cilla, la de la Magdalena y la de los Omaña.