Diario de León

El nuevo Museo de San Isidoro abrirá en abril

Del Medievo al siglo XXI. Actualizar el Museo de San Isidoro ha costado cuatro años, tres millones de euros y grandes dosis de talento. «Mucho trabajo para que no se note la intervención», según el arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade. El resultado se podrá ver tras la Semana Santa.

Reproducción del crucifijo de Fernando I y Sancha (el original está en el Arqueológico Nacional) en una galería del nuevo museo. RAMIRO

Reproducción del crucifijo de Fernando I y Sancha (el original está en el Arqueológico Nacional) en una galería del nuevo museo. RAMIRO

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El Museo de San Isidoro ha descubierto la luz. La delicada reforma llevada a cabo por el arquitecto Juan Pablo Rodríguez Frade mantiene «la atmósfera», pero actualiza al siglo XXI uno de los monumentos más destacados del país. Es más importante lo que no se ve, explicó el autor del diseño, como la sala de máquinas, que parece la de un submarino, camuflada en la bajocubierta del edificio del siglo XII.

La reforma podrá contemplarse después de Semana Santa, aunque las nuevas salas estarán vacías. Amaya de Miguel, directora general de la Fundación Montemadrid, que ha cofinanciado los trabajos de ampliación del museo con dos millones de euros —y otro millón más el Cabildo—, anunció ayer que convocarán a las cinco mejores empresas de museografía del país para llevar a cabo la instalación de las colecciones. Este concurso tendrá un plazo de dos meses. Una vez elegida la mejor propuesta, en siete meses se ejecutará el proyecto que permitirá exhibir los tesoros en las nuevas estancias. En 2024 San Isidoro cumplirá su propósito de convertirse en uno de los grandes museos del país.

El relato de la colección, en torno a nueve piezas claves, ha sido planificado por el catedrático Isidro Bango.

Más restauraciones

La reforma del museo, que se expande hacia salas y espacios hasta ahora no visitables, no concluye las intervenciones en San Isidoro. La magna rehabilitación que comenzó a principios de este siglo, con la reparación de la torre del gallo, no ha concluido. Aún es preciso restaurar los pináculos y las cresterías. De hecho, hace solo unos días hubo desprendimientos de piedras y fue preciso acordonar la colegiata.

El director general de Patrimonio de la Junta, Juan Carlos Prieto, admitió que un edificio románico como San Isidoro exige un «mantenimiento constante» y expresó su disposición a colaborar en nuevas restauraciones. «San Isidoro es una de las joyas más importantes del patrimonio español», aseguró.

Gabriel Morate, responsable de Patrimonio de la Fundación Montemadrid, tiró de estadísticas oficiales. Explicó que en España, pese a ser uno de los países con mayor patrimonio histórico, los índices de turismo cultural son del 15%. La diferencia con Francia o Alemania es la gestión de los monumentos. De las visitas a sitios históricos, solo el 20% son a museos.

Fumar en el adarve

«El público prefiere ver monumentos». San Isidoro es un monumento con un museo. Teniendo esto en cuenta, la visita va a ser muy distinta. «Será más libre y van a suceder muchas cosas. Se podrá salir a fumar al adarve de la muralla —que hasta ahora no se mostraba— y habrá mayor conexión entre el museo y el hotel y el restaurante», adelantó.

De momento, las estancias vacías merecen una visita —se podrán ver con la entrada actual, que cuesta 5 euros—. Resulta casi imposible reconocer el museo que abrió sus puertas en 1959 de la mano del arquitecto Luis Menéndez Pidal, en un monumento que tenía prácticamente el claustro en ruinas.

El abad de la colegiata, Luis García Gutiérrez, agradeció ayer la implicación de la Fundación Montemadrid y de la Junta en la gran restauración de San Isidoro. «Nos faltaba esta ‘esquinita’ que es el museo, no menos importante. El museo ofrece ahora una imagen del siglo XXI, pero respetando los espacios antiguos», dijo. De hecho, la angosta escalera de caracol que daba acceso a la Cámara de Doña Sancha y a la Biblioteca renacentista, se ha preservado, aunque no será la que utilicen los visitantes. Todo el recorrido del museo es accesible a personas con limitaciones de movilidad. Se ha instalado un ascensor y se han eliminado las barreras arquitectónicas.

La reforma del museo se ha hecho manteniendo abiertas algunas salas, lo que añadió complejidad al proyecto. El Panteón Real, considerada la ‘Capilla Sixtina’ del románico, será el broche en el nuevo recorrido, que comienza en la antigua sala de la adoración nocturna, ahora el nuevo vestíbulo. En ella se podrán ver los restos arqueológicos aparecidos durante las obras. Se trata de unos hornos de fundición de campanas y vestigios de la muralla y de las primeras edificaciones sobre las que se erigió el palacio real.

Para comprender los nuevos espacios habrá textos explicativos, para que el visitante sepa dónde se encuentra y los usos que tuvo cada estancia. El Pendón de Baeza se exhibirá sobre la sala a la que da nombre, que es el antiguo refectorio.

El arquitecto, que tuvo que ir adaptando el proyecto a las ‘sorpresas’ que deparó la obra, afirmó que los hallazgos «han enriquecido» los planos iniciales. Su máximo afán era que el edificio no perdiera ni su esencia ni su atmósfera. «Hay que trabajar mucho, para que no se note la intervención», confesó. Sin embargo, hay detalles en los que se percibe la ‘firma’ de Rodríguez Frade, Premio Nacional de Restauración por la rehabilitación del Palacio de Carlos V, en la Alhambra, autor de la reforma del Museo Arqueológico Nacional, del Museo de Historia de Madrid o del Sefardí de Toledo.

El arquitecto desveló que la reforma de San Isidoro se vio complicada por la pandemia y por la subida del precio de los materiales. Su secreto: «Ir a favor del edificio». Lo más importante —en su opinión— «es que el edificio funcione de una forma racional».

«Este es un monumento muy especial. Queríamos ceder el protagonismo a lo que ya existía». Morate añadió que se han «racionalizado» los usos del edificio —residencia de canónigos, hotelero, religioso y cultural— y que los miembros del Cabildo han sido muy generosos cediendo espacios que antes eran de su uso exclusivo. Entre las nuevas estancias sumadas al museo, que pasa de 1.200 a 3.200 metros cuadrados, se encuentra la escalera renacentista, el adarve de la muralla, los talleres de fundición de campanas medievales descubiertos durante las excavaciones, capillas como la de la Magdalena o las galerías altas del claustro procesional.

Más imágenes de la reforma de San Isidoro en la edición digital.

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