Picasso, «imán» del arte mundial
Ademas de España, países europeos, latinoamericanos y Estados Unidos se han unido a las celebraciones organizadas en el 50 aniversario de la muerte del genio
Cincuenta años después de su muerte, el español Pablo Picasso sigue siendo «un imán», un artista que cambió la forma de mirar la realidad y el arte y se convirtió en uno de los más célebres pintores del mundo, que ahora le rinde homenaje, sin obviar temas controvertidos como su relación con las mujeres.
Cincuenta exposiciones y otros eventos componen el Año Picasso, con un análisis historiográfico de su obra y su influencia en el arte contemporáneo.
Los Gobiernos de España y Francia, país donde vivió gran parte de su vida, constituyeron una comisión binacional para este aniversario.
Picasso cambió la manera de mirar y eso es lo que hace de él un mito, es algo más que un artista común», asegura Carlos Alberdi, comisionado para la conmemoración del Año Picasso.
Lo define como «un imán», sobre el que tratará a finales de este año un congreso de expertos en París, tras el celebrado en el Museo Reina Sofía de Madrid.
Porque Pablo Picasso es el artista con más obras en museos de todo el mundo y encabeza la clasificación mundial en subastas de arte.
Nacido en Málaga en 1881, y fallecido en la población francesa de Mougins (sureste de Francia), el 8 de abril de 1973, Pablo Ruiz Picasso se trasladó con su familia con nueve años a la ciudad española de La Coruña.
Allí se inició como pintor y realizó su primera exposición, aunque también sufrió la muerte de su hermana pequeña, lo que marcó su vida. Esta época, quizá la menos conocida, se visibiliza en la exposición «Picasso blanco en el recuerdo azul» en La Coruña.
«Esos cuadros que pinta con 13 y 14 años, al igual que los primeros de Barcelona (noreste español), son curiosos porque son un poco académicos; aunque no rompe en ellos el Picasso que luego fue, muestra que fue un chaval con un talento especial», explica Alberdi.
En 1904, Picasso se instaló en París, donde vive su «época azul». En la siguiente etapa, la «época rosa», pinta cuadros como Familia de arlequín .
Y en 1906 llega la «gran transformación»: empieza Las señoritas de Aviñon , considerada la primera obra cubista y con la que revoluciona el arte.
En 1937, el Gobierno de la II República le encarga un cuadro mural para representar a España en el Pabellón de la Exposición Universal de París, que pinta impactado por el bombardeo alemán que devastó la población española de Guernica (norte). Había nacido el que es hoy un emblema de la paz.
«El Guernica , en su momento, fue un cuadro hasta cierto punto controvertido, enorme, en blanco y negro, con una representación del fenómeno de la guerra que, hasta el momento, no se había hecho», dice Alberdi, que lo considera «un icono del pacifismo».