PATRIMONIO
Los vecinos, indignados con el resultado de la reforma de la muralla romana tirada
Tres asociaciones de vecinos del entorno desaprueban la rehabilitación de la muralla derribada El Ayuntamiento acabará la obra seis días antes de las elecciones
«Decepción» y «chapuza». La mayoría de los vecinos del entorno de la calle Carreras desaprueba la actuación que pretendía recuperar los cubos derribados de la muralla.
«Te enseñan un proyecto y hacen otro». Así habla Jaime García, presidente de la Asociación de Vecinos de San Mamés, sobre la restauración de los siete cubos en la calle Carreras demolidos a principios del siglo XX. Si en 1906 el progreso justificó el derribo de este tramo de la muralla, ahora los vecinos de los barrios próximos a la fortificación consideran que la rehabilitación ha sido «pura improvisación» y el monumento ha quedado en segundo plano. Y «tampoco se ha resuelto el ‘caos’ del tráfico. La zona norte va a ser un colapso total. Están haciendo un cuello de botella. El corredor verde de Nocedo va a quedar sin aparcamientos», lamenta Jaime García. «Veremos cómo acaba la película», dice.
Decepción
«Ha sido una decepción», asegura Javier García, secretario-tesorero de la Asociación de Vecinos El Espolón y presidente de la Federación de Asociaciones Vecinales Rey Ordoño de León. «Hemos conseguido que se rescate una zona para uso peatonal, pero el resultado no es el que se nos vendió. Es cierto que Patrimonio obligó a modificar el proyecto inicial, pero el resultado no nos parece muy estético», dice.
Defendían que los cubos se hubieran recrecido más o, incluso, reconstruido por completo; «al menos, uno de ellos». En los tres primeros cubos «se ve el arranque, pero queda una zona inservible. Y en los otros, han empleado un material un poco raro». Javier García considera que la mejor solución habría sido la reconstrucción volumétrica de todos los cubos , en la que se hubiera apreciado la parte original y la reconstruida. En cambio, sí considera acertada la iluminación de la avenida de los Cubos. Pero destaca que aún queda sin resolver cómo se acometerá la unión entre Era del Moro y Carreras, ahora «inconexas».
Con el gran desarrollo del siglo XIX muchas ciudades de Europa comienzan a demoler sus murallas. La pérdida de utilidad ante las nuevas técnicas bélicas, el obstáculo que suponían al crecimiento de la ciudad o la insalubridad de los barrios intramuros, harán que las murallas pasen a percibirse como un problema. Así sucedió en León. La muralla ha sido durante siglos un estorbo y uno de los monumentos maltratados de la ciudad. Con la llegada de los primeros automóviles, la muralla se convirtió en una barrera infranqueable. Las autoridades de la época lo resolvieron a golpe de maza. Siete cubos de la muralla de León permanecieron bajo tierra durante 116 años, hasta que las excavaciones arqueológicas en la calle Carreras los sacaban a la luz.
Una oportuna moratoria
El equipo de gobierno del Ayuntamiento aprobó ayer prorrogar otros 42 días las obras en la calle Carreras y la avenida de los Cubos. Los trabajos tenían que haber finalizado el lunes, pero no concluirán hasta el 22 de mayo, seis días antes de las elecciones municipales. El equipo de José Antonio Diez justifica el retraso en un informe técnico de los servicios municipales, que alega «la falta de personal especializado para la realización de los trabajos de restauración y consolidación de los restos arqueológicos encontrados en las torres 7, 8 y 9, en las catas y sondeos previos de arqueología».
Minicubos
Destapar los cubos demolidos para dejarlos con una altura de unos 25 centímetros «es la gran chapuza», denuncian muchos vecinos. «¿Van a dejar así los cubos?», cuestiona José Manuel García Cuevas, presidente de la Asociación de Vecinos ‘Tras los Cubos’. «En León es sorprendente que se destruye todo sobre la marcha», dice. «Del proyecto inicial no queda nada. Quien proyecta la obra debería tener claro cómo se acaba y haber tenido en cuenta que se va a actuar en el Patrimonio». Habla de despropósito e improvisación. «En la avenida de los Cubos pusieron un verde y se les olvidó que debajo iba la canalización, así que tuvieron que levantarlo». Lamenta el derribo de varios árboles en esta avenida, según él, «para disfrute de los hosteleros». Tampoco entiende que no se hayan llevado a cabo antes las demoliciones de las casas adosadas a la muralla que el Ayuntamiento ya tiene previsto derribar. «Hay una que ni la tiran ni dejan arreglarla y está llena de ratas», asegura.
El Plan Director de la Muralla, diseñado por el arquitecto Melquíades Ranilla, una ‘guía’ elaborada en 2008 con el fin de rescatar la fortificación en el plazo de una década —que dista mucho de cumplirse aún— ya preveía la recuperación de los cubos demolidos. Sin embargo, el Plan Director ha sido relegado en los últimos años por el Ayuntamiento, que no lo ha tenido en cuenta en ninguna intervención. De hecho, en la muralla solo se ha actuado ‘in extremis’. La prueba evidente es la torre de Conde Rebolledo, la única cuadrangular de toda la fortificación, que se desplomó cuando se iniciaron, con tres años de retraso, unas obras calificadas de «urgentes». Desde el siglo XIV se la llamó la ‘torre derribada’ y el nombre resultó premonitorio.
Historiadores, arquitectos y arqueólogos ya defendieron, antes del inicio de las obras de peatonalización de la calle Carreras, que o se marcaban los cubos en el suelo o se reconstruían volumétricamente. Las murallas de Ávila o Lugo son fruto de importantes reconstrucciones llevadas a cabo a finales del siglo XIX y principios del XX. La cuestión para muchos es que ahora se ha perdido una ocasión excepcional para haber recuperado de verdad los cubos derribados a mazazos hace un siglo y se ha optado por una solución «timorata» que no convence a casi nadie.
Los representantes vecinales no quieren entrar a valorar, por cuestiones técnicas, la elección de los materiales, pero dejan claro que no les parecen acertados y que desentonan claramente con el monumento.