El leonés Julio Llamazares homenajea a las luciérnagas
Dice el escritor leonés Julio Llamazares que la mejor frase de Vagalume , su nueva novela, es «entre la pena y la nada elijo la pena» de William Faulkner, el leit motiv de sus personajes, esos con los que homenajea el oficio de escribir y que se mueven al ritmo de una pregunta: ¿qué he hecho yo con mi vida?
A sus 68 años Llamazares presenta la que es su séptima novela, Vagalume , nombre con el que en gallego llaman a las luciérnagas, un sustantivo que se arroga no sólo el autor, sino el misterioso protagonista de este libro (Alfaguara) con el que, al igual que en sus anteriores ficciones, da respuesta a una cuestión vital. «En esta —ha dicho a Efe— trato de responder a ¿qué he hecho yo con mi vida? Yo solo tengo una, como todo el mundo, y la he dedicado a algo que para el resto de las personas es muy extraño: encerrarme en un sitio a la luz del flexo y contar historias para, a través de esas historias, conocer la verdad, soportar la verdad, tratar de entenderla mejor». La gran interrogante que planea sobre estas páginas protagonizadas por César, un periodista y escritor formado en un periódico de provincias, que regresa a esa ciudad indefinida —por capricho del autor— para asistir al funeral de Manolo Castro, su maestro, un hombre que dejó su pasión por escribir novelas.
Una decisión que tras su muerte César descubre que no fue así, porque recibe de una persona anónima un manuscrito de libro, uno de otros tantos que la familia de Castro descubrirá guardados en el despacho del fallecido. Y ése misterio, que pone patas arriba la vida de su entorno, es el que resolverá César.
Por eso, Vagalume no sólo es un homenaje al hecho de apostar por vivir, sino al oficio del escritor. «Es una reflexión sobre la pasión de escribir, sobre la necesidad de escribir, sobre por qué algunos elegimos convertirnos, como personajes de la novela, en luciérnagas que en la oscuridad de la noche encienden una luz para contar historias», ha afirmado sobre la esencia de su personaje, del padre de éste y de él mismo. Porque la novela reflexiona también sobre cómo ha habido varios tipos de escritores en la vida, ésos a los que admira Llamazares, los que trabajaron con pseudónimos para librar la represión política y así ganar algo de dinero; y los que escriben por el puro placer de crear historias.
«Somos gente —ha agregado— que elegimos la afición a la realidad para pasar la vida, porque nos encontramos más cómodos en ese mundo de fantasía que en el mundo real. Es, como decía Pessoa, nuestra manera de estar solos... Escribir es como tener un virus». En esta ocasión, según sus palabras, quien piense que este libro tiene tintes de thriller no cae en error. «Ésto, que no deja de ser una especie de ensayo metaliterario, se articula con un envoltorio de novela de suspense, es decir, que se superponen los dos misterios, el que está buscando el narrador en torno a la figura de su maestro y el de todos los personajes que tiene alrededor».