La ‘muralla de Frankenstein’
La obra de la calle Carreras no han respetado ni una de las directrices del Plan Director de la Muralla
La idea inicial era peatonalizar la calle Carreras, pero no rescatar la muralla que discurre por ella. Las obras comenzaron sin tener en cuenta que, con seguridad, los restos de los cubos derribados en 1906, para dar paso al incipiente tráfico rodado, seguirían ahí. Y tampoco se consultó el Plan Director de la Muralla, diseñado por el arquitecto Melquíades Ranilla. El Plan se elaboró en 2008, por iniciativa del Ministerio de Cultura, titular de la muralla, que convocó un concurso público. El proyecto fue adjudicado a Ranilla y posteriormente fue consensuado con los técnicos del ministerio y del Ayuntamiento. Pero sigue sin cumplirse.
En la calle Carreras, cuando aparecieron los valiosos restos de las fundaciones de las torres de la muralla, la Comisión de Patrimonio actuó de oficio para protegerlos . Exigió excavaciones arqueológicas y se opuso, como pretendía el Ayuntamiento, a que fueran nuevamente enterrados . Al final, han quedado a la vista los tres mejor conservados —los más próximos a Puerta Castillo— y se ha marcado la ubicación de los otros cuatro con una solución que estrangula la calle y dificulta la accesibilidad, por ejemplo, de un camión de bomberos. Las asociaciones de vecinos del entorno consideran el resultado una «chapuza» y «decepcionante». «Uno de los objetivos principales del Plan Director es que exista una coherencia en las diferentes obras de restauración que se sucedan, de tal manera que no se cree un monstruo de Frankenstein», explica Ranilla, autor también del Plan Director de la muralla de Astorga, del León Romano o de los monasterios de San Pedro de Arlanza y Sigena.
Cultura
Los vecinos, indignados con el resultado de la reforma de la muralla romana tirada
Verónica Viñas
Debido al enorme tamaño del monumento y a que pasan años entre intervención e intervención, el Plan está pensado para que no haya discrepancias conceptuales y de diseño. Por ejemplo, hay una larga lista de pavimentos a utilizar, al tiempo que se prescriben los criterios de uso para los mismos. Nada que ver con los que se han colocado en la calle Carreras.
En las zonas de contacto con los lienzos de la muralla, en las zonas peatonales, fuera del tráfico rodado, la guía de Ranilla indica claramente que hay que poner losas de piedra de Boñar.
Prohibido poner césped
El plan también deja muy claro que «en ningún caso se contemplan zonas ajardinadas». Desoyendo esta prohibición, hay prevista una ‘alfombra’ de césped que bordea la muralla desde desde el inicio de Carreras al final de la avenida de los Cubos.
No es una cuestión caprichosa: «Las humedades provocadas por el agua de riego producen lesiones en la piedra y el mortero de la muralla». Se trata de una costumbre decimonónica que persiste en muchas murallas. Cuando se redactó el Plan Director se consultó a técnicos expertos en la conservación de la piedra, como José María García de Miguel, catedrático de Petrología de la Universidad Politécnica de Madrid, titular de la Cátedra Unesco y vicepresidente de Icomos España, que desaconsejaron el ‘verde’. La intervención de la calle Carreras, con un presupuesto de 1,1 millones de euros, además de incumplir el Plan Director, está llena de incoherencias».
El cubo reconstruido
Algunos expertos se posicionaron en contra de reconstruir los siete cubos derribados a mazados a principios de siglo, sin tener en cuenta que ya hay un precedente en la calle Ruiz de Salazar. En esta calle en los años 60 Luis Menéndez Pidal rehizo un cubo, que, además, ha evitado que la muralla se viniera abajo. Años más tarde, cuando Ranilla llevó a cabo las obras en este tramo, el primero en el que el adarve se hizo paseable, se optó —con permiso de la Comisión de Patrimonio— por elevar este cubo hasta las zonas de circulación históricas del adarve, señalando claramente que se trataba de una obra distinta.
Fiel al Plan Director, Ranilla aboga por la recuperación de la imagen de la volumetría completa de gran parte del lienzo oeste, de todo el lienzo norte y de prácticamente la totalidad del lienzo orientado al este de la muralla, incluida la esquina noreste del sistema defensivo. Esto facilitaría la comprensión del monumento en sus momentos históricos principales (romano y medieval).
El único consuelo, tras una obra que disgusta a buena parte de la ciudadanía, es que es ‘reversible’. En algún momento se puede retomar la recuperación de los siete cubos de la calle Carreras, cumpliendo el espíritu del Plan Director.