Umbral, el dandi que salió huyendo de León
‘La ciudad y los días’, que publicaba en este periódico, no duró ni dos meses, porque el alcalde le invitó a dejar la ciudad
Francisco Pérez se convirtió en León en Paco Umbral.Un personaje histriónico y periodista de corte y calle. Y en esta ciudad se dio cuenta por primera vez de que podía vivir de escribir. El autor de Cela: un cadáver exquisito tuvo una relación de amor-odio con León, ciudad en la que dio sus primeros pasos profesionales y de donde salió huyendo por orden del alcalde de turno. Dos décadas después de su despedida de León, el periodista se vengaría.
Su vida y su obra estuvieron marcadas por las ausencias. La de su padre y la de su hijo, al que con cinco años una leucemia se lo llevó por delante, como relató el escritor en Mortal y rosa: «El hijo es un relámpago de futuro que nos deslumbra». El autor de Mis placeres y mis días empezó a abrigarse con la inseparable bufanda que lo identificaba durante su época en Diario de León. «Mi vinculación con León es entrañable, porque toda la familia de mi madre es leonesa. Fui a León de muy niño, en el año 40 o 41, y pasé allí un año». Así recordaba el periodista su relación familiar con una ciudad que fue también la primera escala de su fructífera trayectoria laboral.
Trabajó en la emisora La Voz de León a finales de los 50, donde tuvo programas tan célebres como El piano del pobre.
Columnista de Diario de León
El 12 de enero de 1961 iniciaba en Diario de León su crónica La ciudad y los días, una aventura periodística de corto recorrido. Escribiría exactamente 21 artículos. «Diario de León me dio la primera oportunidad para ser columnista de prensa. Yo ya había escrito cosas sueltas por ahí, pero eso de tener columna propia, con título y firma, esa vocación de estilista que le viene a uno no sé de dónde, se cumplió por vez primera con la Ciudad y los días en este periódico», reconoció el autor de Sinfonía borbónica. El periódico, que había anunciado en primera página el fichaje de Umbral, con foto incluida del escritor, repetía portada 25 días después con el texto: «Francisco Umbral ha salido para Madrid. Los imperativos de la vida y la categoría de un trabajo merecido le alejan de nuestro lado».
En sus columnas de actualidad Umbral habla de los accidentes en la minería, de la vida cultural de León y Astorga, de la cosecha de vino en el Bierzo, de un barco asaltado por piratas en el que viajaban dos leonesas, de los cursos de esquí en la montaña y de los carnavales... Su estilo y los contenidos, resultan, irónicamente, actuales. Dos décadas después de abandonar León, el autor de Las ninfas se sinceraba en una entrevista en este mismo periódico y esclarecía cómo y quién le había ‘invitado’ a abandonar la ciudad. Umbral había participado, por enfermedad del moderador, en un cinefórum —entonces muy en boga— sobre la película Orfeo, de Jean Cocteau. «Aquella gente se puso muy furiosa porque no había entendido nada y la película no les había gustado. Les parecía que era una especie de engaño. Yo, en el coloquio, me irrité bastante. Dije que aquello no era un cineclub, que era un cine de pueblo; vamos, un corral. Aquel día hice un comentario en la radio diciendo lo mismo y también en Diario de León», relataba Umbral.
El alcalde que echó a Umbral
El 9 de enero de 1961 se publica un artículo sin firma titulado ‘Discutida sesión del cine club Círculo Medina’, que asegura: «La fuerte personalidad de Cocteau fue trazada de manera certera por Francisco Umbral, que tuvo a cargo la presentación del filme y la dirección de un coloquio que no cuajó por la falta de preparación del público asistente».
Lo que parece una simple anécdota, tuvo sin embargo graves consecuencias. Umbral era expulsado de la ciudad. Eran los tiempos en los que las autoridades ‘cortaban cabezas’ en los periódicos. El escritor no hablaría del tema hasta los ochenta. El autor de Diario de un snob saboreó su venganza y la sirvió en un plato frío días antes del fallido golpe de Estado del 23- F. Entonces relató que tras el tenso cinefórum se orquestó contra él una campaña de desprestigio en medios oficiales, fundamentalmente desde Proa (el periódico del movimiento). «Comenzó un boicot general de la ciudad, sobre todo de los elementos franquistas. El alcalde me dijo que me ‘aconsejaba’ o me ordenaba que abandonara la ciudad». En esa fecha el regidor de León era José Martínez Llamazares. Por el contrario, aseguraba que «en Madrid el ambiente es más acogedor, más amistoso. Existe menos la envidia que en León. Por otra parte, se encuentra uno con más medios y más alicientes».
Una ciudad «provinciana»
Confesaba que no odiaba a León. «Tener rencor a una ciudad es cosa de estúpidos», pero a continuación la describía como ciudad provinciana, pacata y sin apenas inquietudes culturales. «Victoriano Crémer era más o menos el hombre rebelde de la ciudad dentro de los límites de la época. Luego estaba la vida cultural oficial, llevada por la Sección Femenina, los Círculos Medina, etcétera».
Pese a su precipitada huida de León, volvería cuatro años después a Villablino a recoger el Premio Provincia de León. Igualmente, en 1962 publica en las páginas del Diario un artículo titulado Unamuno y los católicos. En 1967 fue finalista en el concurso de cuentos de la Caja de Ahorros de León, que ganó Manuel Linares. Una edición en la que, por detrás de Umbral, resultan premiados Jesús Torbado y Luis Mateo Díez. Del autor de Celama Umbral destaca: «Escribe maravillosamente». Poco proclive a los halagos, hace una excepción con Gamoneda, al que califica como «magnífico poeta y poeta en lo permanente. Su poesía está en el todo y en el siempre».
En su libro El hijo de Greta Garbo (1982), Umbral escribe: «León es para mí un nudo crucial de la España profunda».