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Los paraísos leoneses de Eduardo Arroyo

Una exposición de peso. El ILC inaugurará el día 10 la mayor exposición dedicada a Eduardo Arroyo, repartida entre el monasterio de Sandoval y León (CLA). Más de 130 obras, algunas de 17 metros cuadrados o mil kilos de peso.

Montaje de la obra ‘El Dorado’ (1994), cedida por la familia de Arroyo, en la panera del monasterio de Sandoval. luis garcía

León

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«Recorre el mundo y tráeme la vuelta», le dijo a Eduardo Arroyo su tío Pío. Probablemente, el final de ese periplo geográfico habría sido Sosas de Laciana, la tierra de sus abuelos, en la que reconstruyó la casa familiar, montó su taller y el lugar donde quiso ser enterrado.

Combativo, inconformista y generoso. Pero, sobre todo, un soñador. Eduardo Arroyo, uno de los artistas imprescindibles del siglo XX, quiso ser leonés. Ahora, cuando está próximo el quinto aniversario de su fallecimiento, el Instituto Leonés de Cultura (ILC) le dedica la exposición que siempre tuvo pendiente la provincia con el artista. Bajo el título, Retorno al paraíso de Robles de Laciana , la muestra abrirá sus puertas el día 10 en dos sedes: la panera del monasterio de Sandoval y el Centro Leonés de Arte (CLA). Más de 130 obras, 13 de gran tamaño —una de 17 metros cuadrados— y 13 esculturas de gran formato realizadas en piedra, como la Dama de Baza, de mil kilos. A propósito de una exposición de obras de esta envergadura, Arroyo manifestó que «el gran formato es venenoso. Hay que luchar con él incluso físicamente». La exposición del ILC, que reunirá más de 130 obras, es la más grande dedicada a Arroyo, a excepción de la retrospectiva que le dedicó en 1998 el Museo Reina Sofía, comisariada por Miguel Zugaza. El IlC ha aprovechado la muestra para adquirir obras de Arroyo, por 70.000 euros, para ampliar la colección que ya posee. Junto a estas piezas, Retorno al paraíso reunirá más de una treintena de obras cedidas por la familia (su mujer, Isabel Azcárate, y su hijo Pimpi Arroyo); entre ellas, un unicornio de Laciana, Vanitas y moscas, Don Quijote, Cyrano de Ber gerac, Madame Butterfly, Platón o Dante . En 2015, Yves Gagneux, director de la Casa de Balzac en París retó a Arroyo a ilustrar los personajes de la Comedia humana, que reúne la obra completa del dramaturgo francés. Arroyo solo pudo hacer una treintena de retratos, incluido el de Balzac —elegido ahora para el cartel de la exposición leonesa—. La muerte a los 81 años zanjó su vasto propósito de ilustrar los 2.500 personajes del autor de Eugenia Grandet.

Las obras
La exposición reunirá más de 130 obras, de los fondos del ILC y cedidas por la familia de Arroyo

Arroyo nació en el Madrid en 1937, bajo los bombardeos de la aviación franquista. Huérfano de padre a la temprana edad de seis años, sus abuelos le descubrieron un lugar mágico en León, en la tierra de los hombres de la Institución Libre de Enseñanza. «La muerte de mi padre siempre me ha perseguido. Fue en ese momento cuando mi abuelo se acercó más a mí y es entonces cuando comienzan mis años de infancia en Robles», confesó. Su madre, que fallecía en 2015 a los 103 años, siempre le transmitió la tristeza por la pérdida de la casa familiar, construida en Robles de Laciana por los bisabuelos en 1830. En 1986 Arroyo recuperaba la añorada casona, que en aquel momento era una ruina.

Su autobiografía, editada en Francia en 1989 bajo el título Sardines a l’huile (Sardinas en aceite) , fue un escándalo, tanto en Francia como en España, por las acusaciones contra personajes de la vida política y cultural de ambos países.

Artista combativo

Arroyo se exilió voluntariamente en París en 1958, donde permaneció hasta la llegada de la democracia a España y a finales de los años setenta comenzó su actividad como pintor, además de dedicarse al periodismo. Artista autodidacta, pronto conectó con los círculos intelectuales y artísticos de vanguardia y desempeñó un importante papel dentro de los sectores progresistas de la cultura francesa. Fue nombrado por el Gobierno francés como caballero de las Artes y de las Letras. Su primera exposición en España, en 1963, fue clausurada por la censura. Años después, al ser nombrado comisario e la Bienal de Valencia, fue detenido en esta ciudad española, y gracias a la presión internacional no ingresó en prisión, y solo fue expulsado del país. En León su conjunto escultórico conocido como Las moscas , colocado en Puerta Castillo, también estuvo envuelto por la polémica. Harto de que se retrasase su colocación, Arroyo pidió que las obras fueran arrojadas al río Bernesga.

Su deseo, según en una entrevista en 2009, era morir con los pinceles en la mano y que en su epitafio dijera: «Eduardo Arroyo. Pintor».