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PATRIMONIO

San Isidoro entra en la última fase

La empresa madrileña Ypuntoending realizará la museografía en un plazo de siete meses  

La entrada del museo, que no recuerda en nada a la que había anteriormente. RAMIRO

León

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La reforma durará cinco años. El Museo de San Isidoro , cuyas nuevas salas —vacías— pueden visitarse desde hace tres meses, encara la última fase de un proyecto colosal que comenzó en 2019 . Más espacio, la apertura de estancias cerradas durante siglos y el aprovechamiento de la luz natural son las principales claves de la remodelación llevada a cabo por el arquitecto madrileño Juan Pablo Rodríguez Frade. Próximamente, dará comienzo la fase final de la modernización del Museo de San Isidoro, inaugurado en 1959 de la mano del arquitecto Luis Menéndez Pidal, en un monumento que tenía prácticamente en ruinas el claustro.

La empresa madrileña Ypuntoending, especializada en producción de exposiciones temporales, será la encargada de que los tesoros de la colegiata luzcan en todo su esplendor. Amaya de Miguel, directora general de la Fundación Montemadrid, que ha cofinanciado los trabajos de ampliación del museo con dos millones de euros —y otro millón más el Cabildo—, anunció en marzo que convocarían a las cinco mejores empresas de museografía del país para llevar a cabo la instalación de las colecciones en las nuevas estancias. La museografía tendrá un plazo de ejecución de siete meses. La próxima primavera San Isidoro cumplirá su sueño de convertirse en uno de los grandes museos del país.

El objetivo

San Isidoro persigue convertirse a partir del año próximo en uno de los grandes museos del país

El relato de la colección, en torno a nueve piezas claves, ha sido planificado por el catedrático Isidro Bango, comisario de la inolvidable exposición Tesoro sagrado y monarquía , que reunió en San Isidoro en el año 2000 joyas de la España medieval, algunas originarias de la colegiata y hoy diseminadas por medio mundo.

La rehabilitación ha permitido sumar 2.000 metros cuadrados a los 1.200 en los que se concentraba la colección. El relato del museo girará en torno a nueve piezas claves —no solo las más valiosas—, que permiten comprender la historia de la colegiata y el espectacular tesoro que llegó a reunir, siguiendo un plan preconcebido, a lo largo de siglos. «Estas piezas, por su relevancia, van a tener un tratamiento especial», según explicó en su momento la Fundación Montemadrid.

En primer lugar, la arquitectura del edificio, que hasta ahora parecía ajena al contenido de la joya del románico. La visita, antes de la reforma, incluía la biblioteca, el Panteón Real y la cámara de Doña Sancha; a los que se han añadido la escalera renacentista, el adarve de la muralla, los talleres de fundición de campanas descubiertos durante las excavaciones arqueológicas o la galería superior del claustro procesional, conocido también como claustro Fonseca, así como las capillas de los Castañones y la Magdalena. Además, se va a entender que la sala del Pendón era el antiguo receptorio y que por eso las estancias contiguas son la primitiva cocina y la cilla.

Otras dos piezas que permitirán seguir la historia de la colegiata son el arca de San Isidoro y el arca de San Juan y San Pelayo o arca de los marfiles, dos objetos excepcionales, que se exhibirán cerrados, para preservar las espléndidas telas del interior.

La cuarta pieza es la Cruz Procesional de Juan de Arfe, que se colocará en la Cámara de Doña Sancha. La siguiente es el ajuar funerario de la infanta María. Se trata, en realidad, de su mortaja: camisa, calzas y garnacha. Se conserva en una caja y no se exhibe al público. Es uno de los conjuntos textiles más importantes de España, porque no hay prendas medievales tan antiguas como estas, del siglo XIII. El sexto de los nueve objetos claves en el futuro museo es el pendón de San Isidoro, del siglo XIV. Otras dos piezas destacados serán las biblias mozárabe y románica. Por último, el cáliz de Doña Urraca. Sin duda, uno de los objetos más fascinantes, que algunos consideran el Santo Grial.