Diario de León

BOTÍN SUBMARINO

Tesoros leoneses en el fondo del mar

En el fondo del mar yacen miles de pecios españoles, algunos cargados de oro

Carta marina del Océano Pacífico, realizada en el año 1622 por Hessel Gerritsz, grabador y cartógrafo holandés. FIRMA

Carta marina del Océano Pacífico, realizada en el año 1622 por Hessel Gerritsz, grabador y cartógrafo holandés. FIRMA

León

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«Hay más oro en la bahía de Cádiz que el Banco de España», según una leyenda urbana. Un informe de la Armada desveló 1.580 naufragios de barcos españoles en el mundo y de buques de otras nacionalidades en aguas españolas. Algunos de esos pecios, tres en concreto, reposan en algún punto desconocido del Océano Pacífico. Los buques los comandaba el célebre navegante leonés Álvaro de Mendaña a mediados del siglo XVI e iban cargados de tesoros. Se trata de la capitana ‘San Jerónimo’, la almiranta ‘Santa Isabel’, la ‘San Felipe’ y la ‘Santa Catalina’.

El marino, descubridor de las Islas Salomón y de las Marquesas, estaba al frente de la tripulación del Santa Isabel, un galeón de 200 a 300 toneladas, que desapareció el 7 de septiembre de 1595. No fue el único buque que perdió Mendaña. También se fue a pique el San Felipe, galeote de 30 a 40 toneladas, ‘engullido’ por el mar el 10 de diciembre de 1595. Además de los dos anteriores, se perdió la Santa Catalina, fragata de 30 a 40 toneladas, que naufragó el 19 de diciembre de 1595. Todas las naves formaban parte de una ambiciosa campaña cuyo objetivo era colonizar las Islas Salomón, en plena Oceanía. Mendaña ha sido, sin duda, uno de los personajes cruciales en la historia de los descubrimientos del Océano Pacífico.

Robert Graves

El escritor inglés noveló en ‘Las islas de la imprudencia’ la gesta del leonés Mendaña

Esa era la segunda gran expedición del marino berciano, nacido en Congosto en 1541 y que encontró la muerte a los 54 años en la isla de Santa Cruz, tras haber sofocado una rebelión contra él y haber ajusticiado a los cabecillas. Un hecho novedoso en este periplo, según apuntan María del Carmen Martínez y Jesús Paniagua en su investigación Don Álvaro de Mendaña, un berciano en el Pacífico , fue la presencia de mujeres, lo que favoreció los matrimonios durante la travesía, que ascendieron a quince.

Ya en la primera expedición, con las naves Los Reyes y Todos los Santos y 150 hombres, logró pisar tierra en las Salomón y en decenas de pequeñas islas. El objetivo era localizar la perseguida Terra Australis Incógnita, explorar sus recursos y preparar su posible colonización. Incluso, es posible que llegara a avistar el continente australiano. Pese al ‘fracaso’ del viaje, el marino leonés contaba con una gran aliada, su esposa, la influyente Isabel de Barreto, que consiguió para Mendaña permiso de las autoridades —negado inicialmente—, para iniciar otra gran expedición que abriera la puerta a la colonización de unas tierras que se creían llenas de tesoros. Fue así como, después de 25 años de negociaciones, logró armar los cuatro barcos.

Una expedición letal

En este segundo viaje Mendaña descubrió las islas Marquesas, llamadas así en honor al virrey de Perú, el marqués de Cañete, patrocinador de la aventura, además de divisar una de las Islas Cook. Tras la muerte de Mendaña, su mujer —que contraerá matrimonio al poco tiempo con Fernando de Castro, primo del gobernador de Manila—, decide retornar a Perú. Solo el San Jerónimo, a cuyo mando estaba Pedro Fernández de Quirós, regresaría de este infernal periplo. La pregunta es qué secretos guardan aún en sus bodegas los tres grandes navíos que perseguían la tierra de las minas de oro pero que jamás volvieron a puerto.

Las únicas pistas de ellos es que el galeón Santa Isabel desapareció al pasar junto al Tinakula, un volcán que entonces se encontraba en actividad. El San Felipe y el Santa Catalina se perdieron en el viaje de regreso, por la ruta de las islas Filipinas. El escritor inglés Roberto Graves noveló en Las islas de la imprudencia la extraordinaria gesta del capitán leonés.

Algunos de los pecios más perseguidos son el galeón ‘San José’, que naufragó en 1708 en aguas del Caribe colombiano con 11 millones de monedas de oro (el mayor tesoro conocido) y fue localizado en 1982. Se trata de uno de los barcos más grandes del siglo XVIII, que transportaba el mayor tesoro conocido de la historia. En 2007 el tesoro fue declarado patrimonio cultural e histórico de por el gobierno colombiano, pero el gobierno español no renunció al botín, alegando derechos sobre el San José, por pertenecer a una flota militar española. Y es que los barcos de la Armada española son propiedad de España, estén donde estén. Ahora parece haber cierta sintonía entre ambos gobiernos para solucionar el caso.

El ‘Nuestra señora del Juncal’, naufragó en 1631, en México, con «el mayor cargamento salido del Nuevo Mundo», según el entonces virrey de la Nueva España, el marqués de Cerralbo.

Sólo en la Bahía de Veracruz, reposan 80 galeones de pabellón español, hundidos entre 1545 y 1811. La mitad llevaba oro y plata en sus bodegas. El tráfico de la Carrera de Indias fue enorme y se estima que, de los barcos que salieron de América para España, más de 3.000 naufragaron; de ellos, 1.200 transportaban grandes fortunas. El Estado Español consiguió recuperar el tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, expoliada por la empresa Odissey, tras un largo y difícil pleito en Estados Unidos que Alejandro Amenábar convirtió en serie ( La Fortuna ). El galeón Nuestra Señora de Atocha se fue a pique en 1622 en Florida por un huracán, arrastrando al fondo del mar una carga de oro, plata y piedras preciosas valorada en más de 400 millones de euros. Hasta la fecha solo se ha extraído una pequeña parte de su tesoro. El barco Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza se hundió en 1750 en el estrecho de San Bernardino porque iba muy sobrecargado. Se calcula que alberga en las bodegas una fortuna de 600 millones de euros.

Entre las costas de Ayamonte y Tarifa se calcula que hay 800 pecios y, al menos, un centenar de ellos transportaban una carga de entre 10 y 25 toneladas de oro y plata. A diferencia de los navíos de Mendaña, hay muchos que sí están localizados. Recuperarlos puede ser cuestión de tiempo y dinero.

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