APRENDER ARQUITECTURA ‘IN SITU’
Descubren dibujos inéditos del siglo XIX sobre el patrimonio leonés
En el siglo XIX las escuelas de Arquitectura animaban a sus alumnos a recorrer monumentos del país como la Catedral y San Isidoro, que muchos dibujaron en cuadernos de viaje. La historiadora leonesa Vannesa Jimeno les ha seguido la pista.
Primero investigó a Inocencio Redondo Garci-Ibáñez y a Jaime Serra Gibert, que llegaron a León armados únicamente con un lápiz. Tenían la misión de retratar el patrimonio más relevante de la provincia a mediados del siglo XIX. Ahora, la profesora Vanessa Jimeno Guerra, del departamento de Patrimonio Artístico y Documental de la Universidad de León, ha publicado en la Revista Anual de Historia del Arte sus investigaciones sobre dos arquitectos decimonónicos catalanes que quisieron aprender los secretos del románico y el gótico en San Isidoro y la Catedral de León. Ha localizado sus cuadernos de viaje en el Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña. Dos ‘joyitas’ que permiten averiguar la situación de ruina en la que se encontraban ambos monumentos a finales del siglo XIX.
El trabajo de Jimeno Guerra, titulado La arquitectura medieval leonesa en el foco de interés de los arquitectos catalanes a finales del siglo XIX y principios del XX. Los casos de Luis Doménech Montaner y Rafael Masó Valentí, incluye sus dibujos, hasta ahora inéditos, de la Catedral y San Isidoro.
Y es que el aprendizaje ‘in situ’ y la arquitectura medieval, en concreto, eran esenciales en la formación de los arquitectos de aquella época. Las anotaciones que dejaron en sus cuadernos Doménech Montaner y Masó Valentí sobre el Patrimonio leonés arrojan numerosas pistas sobre la restauración de la Catedral, las vidrieras o la colocación de algunas esculturas y elementos ornamentales que, con el tiempo, han ido a parar al Museo Catedralicio. «Muchos de los más afamados arquitectos del momento realizaran viajes por España con el fin de conocer de primera mano los mejores ejemplos de arquitectura medieval, dejando en algunas ocasiones constancia de ello en sus cuadernos de viaje. En este sentido, la Catedral de León y San Isidoro fueron dos de los monumentos más visitados y consignados», afirma la profesora leonesa. De ahí el valor de las ilustraciones y anotaciones de dos de los más destacados arquitectos catalanes de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, como Luis Doménech Montaner (1849-1923) y Rafael Masó Valentí (1880-1935), adscritos, respectivamente, al Modernismo y el Novecentismo.
Un cicerone de lujo
Doménech Montaner aterrizó en León el 8 de septiembre de 1893. Llegó a las 9 de la mañana y dedicó ese mismo día y escasas horas del siguiente a conocer San Isidoro, el palacio de los Guzmanes, San Marcos y su museo y la Catedral, en la que permaneció más tiempo que en el resto. Su cuaderno de notas es un auténtico ‘tesoro’, que desvela la situación en la que se encontraba entonces el templo gótico. Le hizo de guía su compañero de promoción de la Escuela de Arquitectura de Madrid Juan Bautista Lázaro, enfrascado en aquel momento en la magna restauración que había comenzó en 1859 y evitó que la Catedral se desplomara.
Lázaro le explicó que los pilares y las bóvedas habían sido completamente rehechos a causa de la cúpula de Juan de Naveda, que había puesto en grave riesgo el edificio. Lo cierto es que el catalán no entendió del todo el complejo proyecto de su amigo —a tenor de algunos errores evidentes en su diario—, aclara la profesora Vanessa Jimeno.
Según relata Doménech, en el momento de su visita no había ninguna vidriera colocada en su lugar y los espacios que estas ocupaban estaban cubiertos de cualquier modo. Sobre ello realizó una fotografía, inédita hasta este momento —conservada en la sede barcelonesa del Archivo Histórico del Colegio de Arquitectos de Cataluña—, con los ventanales bajos del lado sur cegados con piedra.
Con Lázaro visitó por la tarde San Isidoro. Le entusiasmó el Panteón Real, aunque describió las pinturas murales como «primitivas». San Miguel de Escalada solo lo vio en planos, porque distaba cuatro horas a caballo y tenía previsto tomar un tren a Asturias. Fiel al espíritu que había aprendido en la Escuela de Arquitectura de conocer los monumentos de primera mano, en 1904, como director de la Escuela de Arquitectura de Barcelona regresa a León con un grupo de alumnos. Uno de esos estudiantes sería el famoso arquitecto gerundés Rafael Masó Valentí, que realizó varios dibujos de detalles del claustro de la Catedral en sus cuadernos de viajes.
Algunos son esculturas que actualmente están en el Museo Catedralicio. Del interior del templo reprodujo el sepulcro del obispo Manrique de Lara, con el que quiso ejemplificar una tumba típica de la Catedral de León y el grupo escultórico del siglo XV que representa la Natividad del Señor y que se encuentra en la capilla de la girola. Los apuntes de Masó sobre San Isidoro se reducen a una breve descripción.