La vida de película de una leonesa pionera del cine
Margarita Alexandre. Nació hace cien años en León, donde es una perfecta desconocida.
Intérprete en los 40, cineasta en los 50 y productora en los 60, viajera y exiliada, de izquierdas y admirada por Franco. Margarita Alexandre, que falleció la víspera de Nochebuena de 2015, sigue siendo la gran olvidada de León. Fue una de las primeras mujeres que estudió en los años 40 en la recién creada Escuela Oficial de Cinematografía y también una de las pioneras en ponerse detrás de una cámara. Llegó a firmar nueve películas como actriz, tres como directora y productora y otras diez como productora.
Mientras las mujeres de su época eran amas de casa, a ella, una mujer alta, rubia y de ojos azules —que tampoco en el físico encajaba con los cánones de la época— se le ocurrió hacer películas. Su cinta La gata (1955), protagonizada por Aurora Bautista y Jorge Mistral, estrenó en España el Cinemascope y el Eastmancolor. La película narra el idilio de un torero (Mistral) y una niña bien (Bautista).
Margarita Alexandre había nacido el 3 de julio de 1923 ‘por casualidad’ en León, donde se conocieron sus padres, una puertorriqueña y un ingeniero francés que trabajaba en la Compañía Minero Anglo-Hispana. Al vender los ingleses las minas en 1931, la familia dejó la casa de Ordoño II para instalarse en Madrid, donde Margarita se matriculó en el Liceo Francés.
Inició su carrera cinematográfica cuando fue elegida por el director Eusebio Fernández Ardavín para la película Tierra y cielo (1941). A lo largo de los siguientes años, la joven actriz interpretó papeles en películas como Porque te vi llorar (Juan de Orduña, 1941), Correo de Indias (Edgar Neville, 1942), Sabela de Cambados (Ramón, Torrado, 1949) o Ronda española (Ladislao Vajda, 1951).
Casada a los 19 años con Juan José Melgar y Rojas, conde de Villamonte, con el que tuvo dos hijos, tras una efímera carrera como actriz, Margarita conoció al hombre de su vida, el crítico Rafael Torrecilla, en el rodaje de Puebla de las mujeres , de Antonio del Amo, y con él fundó Nervión Films. En abril de 1954 estrenaba su ópera prima como directora, Cristo , un ‘experimento’ basado en filmaciones de cuadros con motivos religiosos, con la voz de Fernando Rey como narrador. A Franco le entusiasmó y declaró la cinta de interés nacional. El dictador invitó al equipo de la película a una recepción en el palacio del Pardo, al que se negó a acudir la directora.
Meses después dirigiría La ciudad perdida, adaptación de una novela de la falangista Mercedes Fórmica, que relata la aventura de un terrorista que entra en España clandestinamente y ha de cumplir en Madrid una siniestra misión. La película sufrió los estragos de la censura, que quiso prohibirla. Coproducida con Italia, allí se tituló Terroristas en Madrid. Mujer avanzada en una España de escaseces en todos los sentidos, Margarita Alexandre, que no podía divorciarse de su marido y cada vez con más problemas para rodar en España, se puso el mundo por montera.
En la Cuba de Fidel
Aterrizó en Cuba en los albores de la revolución castrista. En realidad su destino era México, pero una escala de dos semanas en La Habana se acabaría convirtiendo en una larga estancia de once años en la isla. «Ella se entusiasmó con la revolución. Conoció a Fidel Castro», declaró su hijo Alfredo Melgar a El Asombrario. Pero esa admiración duró poco. Fue despedida del Instituto del Cine por intervenir en las asambleas de obreros y, lejos de tirar la toalla, organizó el Teatro Musical de La Habana.
Fue coguionista de La vida comienza ahora de Antonio Vázquez Gallo en 1959, primera película cubana filmada y estrenada en la isla tras el triunfo de la Revolución.
En la isla caribeña entablaría una fructífera relación con el cineasta Gutiérrez Alea, al que produjo los filmes Las doce sillas (1962), Cumbite (1964) y La muerte de un burócrata (1966); también Crónica cubana (1963), de Ugo Ulive; Preludio 11 (1963), de Kurt Maetzig; El encuentro (1964), de Manuel Octavio Gómez; y El robo, de Jorge Fraga.
Cansada del régimen castrista, cada vez más opresivo, la realizadora leonesa puso rumbo a Italia, donde residió más de una década.
Una casa en la Toscana
Alexandre se instaló en la Toscana en una casa que durante un tiempo fue centro de operaciones culturales del exilio republicano español y de la disidencia.
Uno de los episodios más ‘surrealistas’ de su agitada biografía se produjo en 1975, cuando intentó sacar clandestinamente de España una copia de Canciones para después de una guerra , del director salmantino Basilio Martín Patino, y fue detenida en la frontera por llevar una película prohibida por el franquismo.
Uno de sus últimos proyectos cinematográficos fue Operación Ogro , sobre el atentado de Carrero Blanco, dirigida por Gillo Pontecorvo y protagonizada por Gian Maria Volonté, cinta que le costó muchos disgustos.
En 2004 ella y su compañero de trabajo fueron galardonados con la Medalla de Honor de la Asociación Española de Historiadores del Cine. Alexandre falleció a los 92 años. Llevaba seis décadas sin pisar León.
Dos años después de su muerte se estrenó el documental Margarita Alexandre, del director Fermín Aio. En 2016 la historiadora Sonia García López publicó El cuerpo y la voz de Margarita Alexandre.
La cineasta leonesa llevó una vida de película, aunque en su tierra sigue siendo una perfecta desconocida.