Diario de León

Pérez Herrero es ahora ‘ratón de biblioteca’

Su sobrino dona un cuadro del poeta y surge crear una galería de autores en el ILC

Retrato de Gamoneda pintado por Llamas Gil. DL

Retrato de Gamoneda pintado por Llamas Gil. DL

León

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Francisco Pérez Herrero, poeta, dramaturgo, periodista desposeído del carné profesional por no jurar los principios del régimen franquista, cronista de la Cultural, mecánico-dentista, como principal oficio remunerado, y creador de la leyenda de Genarín, ahora se codea con el Cervantes Antonio Gamoneda. El sobrino de Pérez Herrero, Tomás Rodríguez Arteaga, donaba ayer al Instituto Leonés de Cultura (ILC) un retrato de su tío, obra del pintor leonés Modesto Llamas Gil. Lo colgarán en la moderna biblioteca del ILC, abierta a todo el público, donde ya luce el retrato del autor del Libro de los venenos , firmado igualmente por Llamas Gil.

Con esta donación, a los responsables del ILC se les ha ‘encendido la luz’. Planean ampliar la galería de retratos de escritores, quizá para aumentar el escaso porcentaje de población lectora. En los fondos pictóricos de la Diputación hay, al parecer, más cuadros de insignes autores. Modesto Llamas siempre estuvo integrado en los movimientos culturales de León. Y así, conoció y fue amigo de los mejores escritores del siglo XX. Por eso sus retratos forman parte de la carrera del artista. La idea de inmortalizar al óleo a escritores leoneses como Victoriano Crémer o Antonio Pereira se la ‘sopló’ Gamoneda a Llamas Gil. Pallarés reunió en una exposición celebrada en 2009 estos retratos, sobre los que Gamoneda opinó: «Si, por lo menos, nos hubieras sacado en plan hiperrealista, que no se lo cree nadie de tan parecido que es, todo hubiera sido menos grave. Pero no; nos has sacado a todos la semblanza y la pintura a lo vivo, con lo cual no hay quien distinga entre difuntos y no difuntos y esto es lo que da susto».

En el retrato que recibió el ILC Pérez Herrero luce sombrero y corbata de lazo, dos de sus señas de identidad. Junto con Eulogio ‘El Lentes’, de profesión taxista, el árbitro de fútbol ‘El Porreto’ y Luis Rico —de apellido y caudales— constituyeron una singular hermandad que todas las noches de Jueves Santo (cuando la autoridad competente lo permitió) procesionaron por bares y tabernas en recuerdo del santo patrón Genaro Blanco y Blanco, de profesión pellejero, bebedor y putero impenitente, atropellado por el primer camión de la basura de León en humillante posición defecatoria y convertido ya para siempre en Genarín.

El 9 de marzo de 1937 Pérez Herrero fue enchiquerado, como a él le gustaba decir, en San Marcos. De aquel encierro le quedó para siempre una bronquitis crónica.

Tras el ‘embargo’ que supuso la dictadura, Pérez Herrero, el único ‘evangelista’ que sobrevivió, logró mantener la tradición, hoy más multitudinaria y beoda que en sus orígenes. Poeta menor, sus versos y su ingenio contribuyeron a ensalzar los milagros que, año tras año, los fieles atribuyeron al santo Genaro.

Cuando Federico García Lorca visita León con su grupo de teatro La Barraca en agosto de 1933, Francisco Pérez Herrero le hizo una entrevista en la que le preguntó por el autor de Las confesiones de un pequeño filósofo. «No me hables de Azorín, que merecería la horca por voluble», le espetó el poeta granadino. «Y como cantor de Castilla es pobre, muy pobre. Viniendo ayer por Tierra de Campos me convencí de que toda la prosa de Azorín no encierra un puñado de esta tierra única. ¡Qué gran diferencia entre la Castilla de Azorín y la de Machado y Unamuno!», confiesa Lorca al entrevistador.

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