Cuando el Teatro Emperador reinaba en España
Un libro contra el olvido. Este mes el Emperador cumple 72 años y en octubre hará 17 que cerró sus puertas.
León tenía 80.000 habitantes, una decena de cines y tres teatros cuando abrió sus puertas el Emperador. Este mes cumple 72 años; los 17 últimos, cerrado . Está a la espera de que se formalicen las promesas del alcalde y de que el Ministerio de Cultura —titular del inmueble— decida devolverle el esplendor que tuvo en su primera época. Sobre aquella ‘edad dorada’ versa El teatro Emperador de León. Aproximación a su vida escénica (1951-1955), el trabajo fin de máster de la leonesa Lourdes Getino Benavides, quien, tras una década esperando que alguna editorial publicara el libro, ha decidido autoeditarlo. La autora, que compagina su oficio de técnica de utilería en el Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (Inaem) con su labor de documentalista y gestora de ayudas para el sector cultural, pretende rendir un homenaje a un teatro monumental, por el que desfilaron las mejores compañías del país —como la Lope de Vega, dirigida por José Tamayo—, al tiempo que reclama su reapertura .
El libro, explica Lourdes Getino (León, 1979), permite conocer «cómo se comportaba la sociedad leonesa de la época y sus gustos por géneros como la revista». Los periódicos de mediados del siglo pasado han sido una de las principales fuentes de información. «Hay muy poca bibliografía sobre el Emperador», lamenta Getino. En su libro, esta agitadora cultural incluye dos anexos sobre las compañías que actuaron en el escenario del Emperador en sus primeros cinco años de historia, así como planos del edificio y fotografías antiguas, carteles o programas de mano.
Resulta sorprendente que en 1951 la capital leonesa, con casi la mitad de población que ahora, tuviera trece cines y teatros que acogían desde proyecciones de películas a conciertos y actuaciones teatrales. Durante el Gobierno de Rajoy el Inaem llevó a cabo una investigación para determinar si León tenía suficientemente público para dedicar el Auditorio a conciertos y el Emperador a artes escénicas. Un informe que obra en poder del ministerio revela que el teatro diseñado por Francisco Javier Sanz Martínez y Manuel y Gonzalo de Cárdenas puede ser viable. Un teatro «puede autofinanciarse si supera las 600 localidades», sostienen los expertos.
«El Emperador era un teatro digno de su época y no tenía nada que envidiar a los de las grandes capitales», destaca Getino.
De corte clásico y planta a la italiana, como los teatros europeos que surgían a partir del siglo XVII, la decoración era majestuosa y elegante, y la calidad de los materiales siempre de primera clase, supuso una auténtica conmoción para una ciudad que aún no había superado las penurias de la larga posguerra.
En cuanto al gusto teatral, el libro de Getino Benavides permite adentrarse en una época en la que los leoneses se decantaban por las zarzuelas, las comedias, los ballets y la canción española. También percibe claramente en la documentación «cómo el cine empezaba a ganarle la batalla al teatro».
Getino ha repasado los 179 espectáculos de los cinco primeros años. «No sólo actuaron compañías nacionales, como la Gran Compañía de Revistas Zori-Santos-Codeso, la Compañía Luisa Ortega, la Compañía Muñoz Román o la Compañía Lírica Antón Navarro, sino que acudieron algunas grandes de otros países, como la Compañía Argentina de Arte Folclórico de Celia Queiro y Jorge Lanza o la Gran Compañía de Ópera Italiana. Todas ellas trajeron a figuras importantes como Quique Camoiras, Antonio Garisa, Manolo Caracol, Isabel Garcés o la bailarina Pilar López».