La restauración sin fin del Palacio de Grajal
Treinta años en obras. Catorce alumnos intentan rescatar el suelo del Palacio de Grajal. Desde 2018 la Escuela de Arte envía estudiantes para recuperar yeserías, azulejerías y murales. El monumento lleva 30 años en obras y no hay fecha para el fin de la restauración.
Ramón Cañas Aparicio ‘tutela’ dos de los monumentos más ‘engorrosos’ de León: el monasterio de Sandoval y el Palacio de Grajal de Campos . Dos restauraciones inabarcables e interminables. Sobre todo, porque el dinero llega a cuentagotas y ambos edificios son inmensos. El arquitecto no ha podido impedir que en los dos haya zonas semiruinosas.
La lista de reparaciones en el Palacio de los Vega es larga hasta el aburrimiento, desde el saneamiento de humedades en los muros hasta la recuperación de pavimentos, cosido de fisuras, recuperación de huecos cegados, la reposición del forjado en la planta baja, reparación de las cubiertas...
El año pasado recibió una inyección de 270.000 euros del Programa R (Recuperar-Regenerar-Reactivar) de la Diputación, que nació con una dotación inicial de seis millones de euros, destinados a restaurar edificios históricos en manos de ayuntamientos, juntas vecinales y fundaciones de la provincia. Y el palacio de Grajal cumple ese requisito. El Ayuntamiento se lo compró a los propietarios por la simbólica cantidad de 6 pesetas. En 2020 la Diputación también invirtió en este inmueble renacentista con sabor italiano 144.000 euros del programa denominado Varatiel —nombre de un pueblo desaparecido—, cuyo objetivo era dar una oportunidad a monumentos que el abandono, la desidia o la falta de inversiones convirtieron en ruina. Cañas se centró entonces en recuperar las habitaciones que dan al corredor, para albergar actividades culturales, congresos y exposiciones.
Trabajo minucioso
Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de Monumento en 1931, constituye uno de los escasos elementos del patrimonio civil del periodo renacentista que jalonan el Camino de Santiago a su paso por la provincia de León. Además, se trata de un caso único, por ser un edificio sobresaliente de la arquitectura civil del siglo XVI y encontrarse en relación con un elemento de arquitectura militar (el Castillo de los condes de Grajal), y otro de arquitectura religiosa (la iglesia de San Miguel), en la misma localidad. Una joya que lleva tres décadas en obras. Ninguna administración se planteó nunca acometer una rehabilitación integral.
Los guardianes del palacio
Un personaje fundamental en el mantenimiento del palacio es el alcalde, Francisco Espinosa, que en sus ocho mandatos ha sido el auténtico ‘guardián’ del monumento. Desde 2018 el palacio cuenta con un aliado más: alumnos de las Enseñanzas Artísticas Superiores en Conservación y Restauración. En estos cinco años los estudiantes han venido encargándose de azulejerías, yeserías y pinturas murales del palacio.
Un trabajo lento y minucioso, pero cuyos resultados son claramente visibles. Gracias a un convenio entre la Junta y el Ayuntamiento de Grajal, los alumnos de la Escuela de Arte pueden practicar sus conocimientos en un monumento real.
Sin su intervención sería muy costoso sacar a la luz las yeserías, azulejería y pinturas murales que permanecían ocultas. Han sido los responsables de rescatar criaturas exóticas bajo una gruesa capa de encalado.
En la escalera y en la chimenea del salón han aparecido armiños —emblema de los Vega, la familia que erigió el palacio—, así como aves del paraíso e hipopótamos alados, que representan la toma de Túnez, en la que se utilizó artillería anfibia. Desde la pasada semana y en esta próxima, catorce alumnos, en dos turnos, llevarán a cabo la reparación del suelo de uno de los salones. Según explica la profesora Carolina García Álvarez, que supervisa los trabajos junto a Belén Díez Ordás y Blanca Rosa Rodríguez, cada intervención, aunque parezca lenta, «se nota».
Los materiales se los proporciona el Ayuntamiento, así como el alojamiento en el albergue de peregrinos que hay en el propio palacio. A cambio, ejecutan una labor de precisión. Previamente, en la escuela han encajado decenas de pequeñas piezas de un suelo cerámico espectacular que ahora colocan con precisión milimétrica. «Donde no haya restos, se rellenará con morteros», explica Carolina García Álvarez.
Un propietario refinado
El Palacio de Grajal de Campos es un auténtica ‘rareza’, fruto del carácter refinado de su primer propietario, Hernando de Vega, que encomendó la construcción a los arquitectos Cristóbal y Lorenzo de Adonza. De Vega, hombre de confianza de Carlos I, viajó por toda Europa y se empapó de las nuevas ideas renacentistas para aplicarlas a su ‘mansión’ de Grajal.
El interior del inmueble muestra verdaderas maravillas arquitectónicas, como las arcadas, las cornisas, los balaustres y el corredor. Hace tres años el Servicio Territorial de Cultura restauró la torre de la escalera por un importe de 32.494 euros. En los últimos años las intervenciones se han centrado en el ala este del palacio de los Vega, pero hay zonas, como la norte, que apenas se han tocado. No hay fecha para concluir una restauración en la que juega en contra la geografía del subsuelo, completamente horadado, lo que supone una complicación añadida para la estabilidad del frágil palacio. Y es que todo el subsuelo está socavado por sus túneles desde hace siglos.