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El relato del territorio en ‘La Central’ de Taibo

El leonés presenta un documental que aborda durante 20 años el paulatino cese de actividad de la Térmica de La Robla

León

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Hay historias que merecen, o al menos pueden, ser contadas de tantas formas como aquel agua literaria de Julio Llamazares. Un simple tiktok con el derribo de una chimenea de una central térmica es un valor seguro, algo rapidito, por favor... Pero optar por contar dos décadas de desmantelamiento, de desaparición industrial, de reducción de actividad, de eliminación, a la par que el florecimiento de la decadencia, y hacerlo casi a tiempo real resumido, un tiempo reflexivo y para reflexionar, es lo que ha hecho Alberto Taibo con La Central . Lo exclusivamente real proponiendo un documental observacional es la vuelta de tuerca del realizador leonés Alberto Taibo. La Central , un documental no al uso, es el relato de una desaparición, pero también es la decadencia que se ve venir del cese de actividad y el desmantelamiento de la Central Térmica de La Robla, ya que representa un caso concreto del cambio de modelo de generación energética a nivel nacional. Y en su caso, un guion que o se escribe con imágenes o no se escribe, porque según señala «en 2001 empecé hablando con personas de la comarca. Luego decidí no meter esos testimonios», señala.

«Gráficamente es un testimonio de la desaparición de lo que fue una gran estructura, una gran maquinaria». Y a partir de ahí, las preguntas que no necesita enunciar Taibo: ¿cuál será el futuro? ¿cómo admitir ese nuevo paisaje? Él asegura haber transitado por la incertidumbre: «A medida que hacía el trabajo, tenía más dudas. ¿Defender el patrimonio industrial? ¿Que la Naturaleza aborde ese paisaje? Todo dentro de ese contexto que ya no hay ahora, porque las fábricas actuales ya no son como esas», relata.

La Central se plantea como un trabajo hecho desde 2001 a 2023. Y todo gira en torno a ese desmontaje.

Taibo dice que busca esa mirada constante, permanente y de evolución del proceso de desmontaje y descomposición de La Central Térmica de la Robla, símbolo de una era que desaparece.

Y dentro de esa era que desaparece está por tanto lo que denomina esa «máquina herida» que se desmorona y que seguro para muchos de los vecinos de la comarca parecía formar parte del paisaje de manera eterna. Por eso, habla de que «las voladuras son las heridas. Los detalles en su forma, ya no en su funcionamiento, y la búsqueda del espacio que la sostiene y que se modifica en el tiempo».

También señala la «majestuosidad» de lo que fue. Que conduciría a la majestuosidad desoladora de la actualidad y el cese de inactividad. Porque La Central es el relato del propio territorio. En donde las personas no aparecen pero están.

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