Diario de León

«Seguiré escribiendo. No sé si es un destino o una condena»

Cervantino hasta en el físico. Luis Mateo se parece cada vez más a Cervantes, de aspecto y de estilo literario. Creador del territorio mítico de Celama, prolífico y con fino sentido del humor, el escritor y académico leonés recibió ayer el Premio Cervantes. Cuando el ministro Iceta le llamó para comunicárselo, estaba poniendo el punto final a una novela.

El escritor y académico leonés Luis Mateo Díez recibió a Diario de León anoche en su casa tras recibir el Premio Cervantes . BENITO ORDÓÑEZ

El escritor y académico leonés Luis Mateo Díez recibió a Diario de León anoche en su casa tras recibir el Premio Cervantes . BENITO ORDÓÑEZ

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Escribió la última frase de Últimas voluntades. No estaba haciendo testamento. Es el título de su próximo libro. Justo acababa de poner ese punto final que convierte en novela decenas de notas preliminares y muchas horas ante el ordenador, cuando sonó el teléfono. Al otro lado, Miquel Iceta. «Sí, me llamó el ministro. Muy cariñoso y contemplativo», cuenta Luis Mateo Díez. Apenas ha tenido tiempo para sentarse. Ha sido un día de locos.

¿Qué se siente? Son casi las diez de la noche. Han pasado cuatro desde que llamó a Iceta. Tiene que bajar al portal a abrir al fotógrafo del Diario de León, porque la puerta está atascada. Ha contestado decenas de preguntas. Pero con 81 años la vida se ve de otra manera. No tiene que cambiar sus hábitos, aunque haya ganado ‘El Premio’, el máximo en lengua castellena.

«El día que me llama el ministro con la grata sorpresa, yo estoy en lo mío. Soy un escritor ensimismado», cuenta. Se trata de una novela corta, Últimas voluntades. «Espero que no prediga nada de lo que pueda sucederme», dice. Y advierte que es una novela tragicómica.

«Me siento complacido y agradecido, porque este tipo de reconocimientos, vengan de donde vengan, son como recompensas importantes que suponen una valoración muy grande de tu obra. ¡Imagina con cuántos candidatos han tenido que dilucidar!». «Por poco pagado que sea uno de sí mismo —y yo no lo soy mucho—, no dejas de tener conciencia de que a los 80 años has hecho ya una obra, por lo menos, cuantiosa. Suficiente para que se te vea y se te valore. Además no puedo quejarme. He tenido dos premios nacionales, dos de la crítica, el de Castilla y León de las Letras... y algunos premios con menciones internacionales. No puedo decir nada. Todo lleva a un camino de valoración que me reconforta». El creador de Celama, que en breve publicará Guardián de ruinas (Eolas), una obra de corte memorialístico ilustrada por su hermano, según adelantó su editor, el leonés Héctor Escobar, es un hombre agradecido. «Soy muy deudor. Soy heredero de toda la tradición de la ficción de la que he sabido nutrirme, tanto de nuestra lengua como de otras lenguas. Y me considero heredero de todo. No hay valores particulares que haya superpuesto a lo que heredo. Y en las deudas están mis amigos escritorres. Tengo deudas irremediables con Merino, con Aparicio y con todos los cercanos de mi generación. Y con mis editores, que hoy estaban todos celebrando mi éxito».

Se considera un escritor con suerte, porque «es importante tener editores que apuestan por ti, que te quieren y que te admiran».

¿Y qué hará con los 125.000 euros del premio? Lo tiene claro: «Los gastaré con la familia».

Un elemento crucial de la felicidad es la tranquilidad —confiesa—. Así que hoy debería dormir tranquilo, sin especiales complicaciones. Pero, surge la pregunta de qué puede esperar un escritor que ha recibido el máximo premio. «Hay que hacer tabla rasa de ese tipo de inquietudes. Seguir haciendo lo que haces. No tengo más alternativas que me resulten necesarias para sufragar lo que hago. Yo que soy octogenario. Vivo escribiendo. Supongo que seguiré escribiendo para vivir, no por la compensación matrial, sino por la experincia vital. Es ya lo único que sé hacer. No se si es un destino o una condena».

Le confieso que tuve el pálpito de que este año le daban el premio. ¿Y él? «Hace tiempo que en el mundo de amigos en que me muevo y en la Academia hay un ambiente de decir: el Cervantes tiene que ser para Luis Mateo. Lo he ido asimilando, pero no tenía presentimientos especiales». Entonces le viene a la memoria Camilo José Cela. « En una de las pocas veces que estuve con él en la Academia me dijo: «Luis Mateo: gana el que aguanta». «Pero es una visión demasiado utilitaria...».

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