El altar rupestre que Alija del Infantado hizo ‘abrevadero’
- Un baño de cemento. Un anónimo convirtió una estación rupestre de Alija del Infantado en abrevadero, al cubrirla de cemento. La Junta exigió al Ayuntamiento que recuperase unos petroglifos que son BIC. Dos años después todo sigue igual.
«Es la vergüenza del arte rupestre». Así de contundente califica Juan Carlos Campos, el astorgano que ha localizado decenas de petroglifos en la maragatería y en otras comarcas leonesas y ha puesto en valor este legado prehistórico, la situación en la que se encuentra el altar rupestre de La Raposera, en Alija del Infantado. Una mano anónima rellenó con cemento en 2021 una roca decorada con cazoletas —pequeños huecos artificiales grabados en piedras y uno de los motivos rupestres más recurrentes—.
Campos sospecha que el autor, probablemente, ignora el valor de esta roca en la que hay grabados de la Edad del Bronce. Tampoco sabe si este ‘abrevadero’ está destinado al ganado. «Si hubiera querido dañar los petroglifos, habría destrozado la piedra a martillazos», dice. Desde entonces, la roca embalsa una pequeña cantidad de agua que oculta la treintena de pequeñas cazoletas que rodean a las dos principales.
Campos denunció este atentado contra el patrimonio y el Servicio Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León remitió en febrero del año pasado un comunicado al ayuntamiento de Alija del Infantado para que «realice las acciones necesarias para devolver los restos al estado que tenían antes de su alteración y protegerlos para su puesta en valor». El alcalde de esta localidad, José María Sánchez Córdoba (PP), admitió este viernes que, de momento, no han hecho nada, aunque su intención en «recuperar» esta estación rupestre. «Pero esa labor no la puede hacer cualquiera», dice el regidor, teniendo en cuenta que son Bien de Interés Cultural (BIC) y ante el temor a que alguien inexperto provoque más estragos. Su intención es pedir también una subvención para señalizar convenientemente esta zona de alto valor arqueológico.
Un paraje singular
La afloración rocosa, que ahora es un pequeño depósito de agua, está situada a unos 300 metros de Peña Mortero, donde una curiosa roca da nombre a todo este paraje. En 2012 el entonces alcalde de Alija, Luis Gómez, se puso en contacto con Campos para que confirmara si esa roca, con forma de pila de moler, era un auténtico petroglifo.
Campos piensa que se trata de un espacio ritual prehistórico. Un pequeño altar donde depositar ofrendas. Habitualmente, estas zonas para oficiar sacrificios están rodeadas por rocas grabadas con petroglifos, como ocurre en Peña Mortero, donde existe también un vértice geodésico, una señal informativa permanente que indica la altura exacta de ese punto sobre el nivel del mar —todo el planeta está comunicado a través de vértices geodésicos—. Campos localizó en el entorno de Peña Mortero varias agrupaciones de cazoletas en un tercer afloramiento de cuarcita.
Peña Mortero
El petroglifo convertido en abrevadero está situado en un espacio ritual prehistórico
«Todos estos descubrimientos parecen apoyar mi teoría que considera a la zona como un espacio ritual prehistórico, en el que quizá estas cazoletas delimiten el perímetro de un lugar sagrado y principal. En otras estaciones rupestres de Galicia y Portugal se ha constatado la presencia de cazoletas y otras figuras simples delimitando el perímetro de un espacio central o principal (un dolmen, un altar, un gran petroglifo)», sostiene. Lo cierto es que unos cinco kilómetros de distancia en linea recta, aunque ya en la provincia de Zamora, se encuentra el dolmen de Arrabalde denominado ‘La casa de los moros’ o ‘El casetón’.
Desde 2008 más de una veintena de estaciones rupestres han salido a la luz en la provincia de León. Ha sido gracias a la infatigable labor de Juan Carlos Campos, un apasionado de la arqueología que descubrió unos espectaculares grabados del Calcolítico en el Teleno e inoculó en decenas de aficionados la búsqueda de petroglifos. Sus hallazgos han permitido completar el mapa arqueológico de la provincia, en el que el arte rupestre era hasta entonces testimonial.