José de León dona 115 obras a quien las exponga
El maestro excesivo. José de León es un creador frenético, con un imaginario desbordante y capaz de no repetirse pese a su ‘hiperactividad’ artística. El viernes inaugura una exposición en el ILC y el CLA. Más de 115 obras que quiere ceder a la institución leonesa que se comprometa a exhibirlas de forma permanente.
José de León no pinta personas. Sus cuadros, en cambio, están poblados por decenas de criaturas misteriosas y mitológicas que vagan por un cosmos onírico y premeditadamente caótico. Un pintor excesivo que no tiene suficiente con un museo y necesita dos. En todas y cada una de las 115 obras que el artista de Carbajal de Fuentes exhibirá, a partir del viernes, en la magna exposición diseminada por el Instituto Leonés de Cultura (ILC) y el Centro Leonés de Arte (CLA), en el palacete de Independencia, hay una y mil historias. El relato emocional y biográfico de José de León entre los años 2015-2020.
Al artista le preocupa el destino final de este legado, plagado de alusiones a León en muchas de las obras. Está dispuesto a cederlas todas a la institución que se comprometa a mostrarlas de forma permanente. La muestra del ILC da continuación a las anteriores del artista en El Albéitar y Botines. Las obras creadas entre 2015-2020 coinciden con la estancia en León capital de este alumno aventajado del surrealismo, como le definió Eugenio Granell.
Criaturas inquietantes
Las obras de José de León están pobladas por cientos de seres irreales y criaturas oníricas
Los cuadros, agrupados cronológicamente y por series, que ocuparán varias salas de los dos edificios contiguos de la pequeña ‘manzana cultural leonesa’, incluyen la particular visión de José de León de la pandemia, cuyo resultado es una suerte de Desastres , en la estela de los célebres grabados del gran maestro Goya. Uno de las cuadros, con aire mortuorio, sobre el que se alza una cruz con bandera española —«que no tiene nada que ver con la política», aclara el autor—, rinde homenaje a las más de 120.000 personas que fallecieron por covid 19 en este país. «Mi espíritu se amoldó a aquella situación dramática», confiesa. Cuadros donde predominan el blanco y el negro, con camas hacinadas y mascarillas como mordazas. Un tiempo oscuro, inquietante y fúnebre.
En una serie anterior a la del coronavirus José de León, con visión de futuro, acierta a retratar un futuro tecnológico, con obras como Los autómatas y los románticos. También a esta serie pertenecen escenas sobre el advenimiento de la Inteligencia Artificial, la ingeniería cósmica, la radiación nuclear o planetas ingrávidos. Cuadros entre los que el artista ha ‘colado’ dos que reflejan la soledad del propio autor.
El barroquista explosivo
En otra serie que José de León pintó en 2016 el artista abraza el blanco y negro, tras una época de saturación de color. «El color es un adorno aristocrático», dice. Por eso, en esta pequeña colección hay naufragios y celdas imposibles, animalarios, también un doliente Paso de Pilatos y un estallido colorido en la última composición, Fragua sevillana de humo y plomo. Porque las angustias le duran poco. La explosiva imaginación del artista leonés, fiel a un barroquismo que emana de El Bosco, no le permite encasillarse durante muchas obras en los mismos ensimismamientos. Hay mucha técnica o ‘cocina’ —como a él le gusta— en toda esta magna colección.
En el CLA están las obras de menor formato. Hay cuatro dedicadas a la historia de España, en muchas hay guiños a los edificios históricos de León y algunos lienzos, sobre los que ha aplicado un barniz brillante, se convierten en fotografías abstractas, imágenes inquietantes que recuerdan los ecosistemas abisales, con criaturas que recuerdan al imaginario de Leonora Carrington. Y también hay un pequeño experimento muy divertido. José de León, un asiduo del bar Santo Martino, cuyo dueño y sus parroquianos son aficionados a hacer ‘bichos’ de plastilina, hizo acopio de estas criaturas y las incorporó a cuadros con efectos ‘tridimensionales’. La exposición interpela al espectador y le reta a contrastar sus certezas e incertidumbres, siempre con algún toque de humor.