Diario de León

Mª JOSÉ DÍEZ ÁLVAREZ

PRODUCTORA Y DIRECTORA DE CINE

«Me encanta dar saltos al vacío»

La directora y productora leonsa María José Díez. JUAN LÁZARO

Publicado por
César Combarros
León

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María José Díez Álvarez, la leonesa, que compite por el Goya a la mejor dirección de producción por su trabajo en ‘Cerrar los ojos’, de Víctor Erice, hace balance de 25 intensos años en una profesión tan desafiante como apasionante.

Como un fogonazo deslumbrante el cine de autor irrumpió en la vida de la productora leonesa María José Díez Álvarez (Riaño, 1971) en su primer año en la universidad. Su labor en Cerrar los ojos , de Víctor Erice, le ha valido su segunda nominación a los Premios Goya como directora de producción de forma consecutiva (la anterior fue con Cinco lobitos , un año antes). El próximo día 10, en Valladolid, sabrá si se lleva a casa la estatuilla, y la Agencia Ical ha querido repasar con ella en esta entrevista 25 años de intensa trayectoria profesional.

—¿Qué es León para usted? ¿Refugio? ¿Identidad?

—Yo nací en León y me crié allí hasta los seis años. Es un lugar que pertenece a lo más profundo de mi biografía, donde están mis primeros recuerdos de infancia. Tengo familia y amigos allí y he seguido yendo de manera permanente, aunque el trabajo no me permite ir todo lo que quiero. Riaño siempre es un lugar donde vuelvo para limpiar, para encontrarme conmigo misma, a poner las cosas en su sitio y a descansar. Es muy importante para mí.

—Procede de un enclave que ya no existe, el viejo Riaño. ¿Qué recuerdos atesora de rincones hoy sepultados por el agua?

—Tuve una infancia muy feliz en un pueblo que era muy especial, muy hermoso. Luego, cuando yo tenía catorce años, llegaron los desalojos y el cierre. El tema del pantano siempre estaba ahí, como una espada de Damocles. Cuando llegó la democracia se desató la ilusión de que eso nunca iba a suceder, pero de repente… Fue un momento complicado para todos, y cuantos lo vivimos tenemos ahí una especie de herida sin cerrar. Estamos muy unidos a esas montañas, que es lo único que queda. Una gran parte de los lugares donde transcurrían nuestros recuerdos han desaparecido pero eso no nos ha separado, sino al contrario.Hay algo muy especial en los habitantes del valle entero, que sufrió una enorme tragedia.

—Cuándo comenzó su historia de amor con el cine?

—En Derecho enseguida me di cuenta de que aquello no era lo mío, pero empecé a ir al cine en unas sesiones vespertinas en los Renoir. Yo pensaba que el cine era Indiana Jones, ET o 007, las películas que yo veía con mis padres en el cine de barrio. Allí descubrí que había una manera de contar historias alejada de Hollywood con la cual yo me sentía más identificada, y decidí cambiarme a Imagen y Sonido. .

—En 1996 acaba Imagen y Sonido y se traslada a Cuba para estudiar Producción en San Antonio de los Baños. ¿Qué le empujó a esa especialidad?

—Cuando estudiaba en Madrid me di cuenta de que no quería trabajar en la publicidad ni en el audiovisual, sino en el cine. Me hablaron de que en Cuba había una Escuela Internacional de Cine donde estaban pasando cosas y decidí presentarme. Al examen fuimos 400 personas para optar a las cuatro plazas que ofrecían para España. Durante mucho tiempo pensé en ser guionista, porque a mí lo que me gustaba era escribir, pero ese año solo convocaron cinco especialidades y guion no estaba entre ellas. Yo elegí dirección y producción y me seleccionaron para la segunda.

—En 1998 regresa a España y empieza a trabajar en Tornasol, en proyectos de Campanella, Piñeyro o Díaz Yanes. ¿Fue un periodo de aprendizaje?

—En Tornasol se concreta toda la parte teórica que yo había aprendido en la escuela y se convierte ya en práctica, completando mi formación. Tuve la suerte de trabajar además con dos jefes muy generosos, Gerardo Herrero y Mariela Besuievsky, y eso siempre es importante cuando estás empezando.

—En 2001 pone en marcha Fresdeval Films junto a Jaime Rosales, que les condujo a Cannes (con ‘Las horas del día’ y ‘La soledad’) o a ganar el Goya (con ‘Un instante en la vida ajena’, de López-Linares y Rioyo). ¿Era un paso natural más?

—Tener mi propia productora junto con mis socios era un paso importante, diría que imprescindible en ese momento de mi carrera. Además tuve la suerte de poder hacerlo con Jaime, que es uno de los directores de más talento con los que he trabajado. Jaime tenía el guion de Las horas del día , no lograba sacarlo adelante y alguien le animó a montar su propia productora para desarrollarlo. Me propuso ser su socia y lo conseguimos. Fuimos a Cannes, ganamos el Fipresci, la película se distribuyó en un montón de territorios y eso consolidó la productora y lanzó la carrera de Jaime.

—En 2009 crea Lavorágine Producciones para desarrollar proyectos propios.

—No me gusta quedarme estancada en un sitio. Siento la necesidad de no aburrirme, de afrontar retos y hacer cosas nuevas. Por eso formé parte de la consultora Balboa Proyectos Cinematográficos. Comencé a trabajar en dirección de producción con otros directores, como Gerardo Olivares en Entre lobos , y empecé a participar en el mundo de la docencia, que es muy importante para mí.

—¿Qué le aporta la docencia?

—Cuando yo era alumna agradecí mucho la generosidad de los profesores que me ayudaron a encontrar mi camino y pienso que, de alguna manera, hay que devolver esas cosas que tienes la suerte de que la vida te dé. Eso es lo que me gusta de la docencia.

—En de abril se incorporó a Lazona. ¿Qué hace allí?

—Superviso a los diferentes directores y directoras de producción de cada proyecto, y Lazona abarca muchos y muy diversos. Desde que yo estoy se han estrenado películas tan dispares como Chinas, de Arantxa Echevarría; El amor de Andrea , de Martín Cuenca; y Ocho apellidos marroquíes, de Fernández Armero.

—¿Está contenta con el paso?

—Sí, es una etapa nueva. A mí lo de dar saltos al vacío me encanta. No sé a dónde me llevará, pero estoy en una fase de descubrir cosas todos los días y eso me gusta mucho.

—¿Qué balance hace de sus 25 años en el oficio?

—Yo quería dedicarme al cine y lo he hecho. Han sido 25 años dedicados al cine en sus diferentes vertientes y eso me hace muy feliz. Lo que yo descubrí en el cine cuando tenía 20 años es lo que he querido hacer y transmitir. Cuando alguien me dice: ‘Vi Las horas del día y gracias a esa película me he querido dedicar al cine’, o me cuentan cuánto se emocionaron viendo Cinco lobitos , me siento súper feliz.

—¿Cómo llegó a sus manos la posibilidad de participar en ‘Cerrar los ojos’?

—A través de Cristina Zumárraga, la productora. Antes habíamos trabajado juntas en Objetos y Lo nunca visto , y cuando Víctor Erice decidió que ella sería la productora de su nueva película, Cristina me llamó para contar conmigo y ni me lo pensé.

Ha sido su segunda nominación consecutiva a los Goya tras la de ‘Cinco lobitos’. ¿Lo entiende como un espaldarazo?

—No es habitual que sean consecutivos, pero las nominaciones y los premios son una lotería.

El balance

« Han sido 25 años dedicados al cine en sus diferentes vertientes y eso me hace muy feliz»
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