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Sigourney Weaver, una mañana de confidencias antes de los Premios Goya

La actriz estadounidense Sigourney WeaverEFE

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EFE

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Sigourney Weaver ha compartido hoy unas cuantas confidencias con cuatrocientos 'fans' que lograron una entrada para charlar con ella en el teatro Carrión de Valladolid, donde les ha confesado que el tiempo que pasa entre rodaje y rodaje lo 'atesora' para vivir la vida y disfrutar con su marido, el mismo de hace 40 años.

"Me encanta mi trabajo y la intensidad que me requiere, porque mientras lo haces, no puedes pensar en otra cosa, pero también veo necesario tener tiempos de 'barbecho' para poder preparar lo siguiente y corro de vuelta a mi vida ordinaria e intento disfrutar de Jim, mi marido que está ahí -ha dicho la actriz señalando al patio de butacas-, el mismo de hace 40 años".

La actriz, que mantuvo ayer un encuentro con la prensa especializada para hablar de su premio Goya de Honor, que recibirá esta noche "absolutamente emocionada y agradecida", ha dicho, se ha prestado a compartir un rato con sus admiradores, que esperaron su turno para entrar sin inmutarse, a pesar de los escasos cuatro grados a la sombra con los que despertó hoy Valladolid tras las lluvias de ayer.

Seguidores como Víctor, de Valladolid, y su amiga Sonia, que vino de Barcelona para tratar de conseguir un autógrafo de 'la teniente Ripley' y poder mostrarlo en el museo dedicado exclusivamente a la saga de películas 'Alien' donde su novio Edu construye y diseña piezas en la capital catalana.

Las entradas, nos comenta Ana, jubilada, duraron minutos en la web; ella y sus tres amigas vienen para ver de cerca a esta mujer de 74 años que 'parece haber firmado un pacto con el diablo'. O Bruna, brasileña, pero que se ha desplazo desde Roma donde vive porque intenta no perderse 'unos Goyas': ha visto cuatro veces 'La sociedad de la nieve', comenta entusiasmada con EFE.

Con la actriz Leonor Wating como anfitriona, Weaver fue recibida con un aplauso enorme que agradeció con la mano en el corazón, de nuevo haciendo gala de una elegancia natural que resaltaba su altura, pantalón y camisa negra y una chaqueta larga de seda de fondo negro y llamativos dibujos rojos, que le favorecían mucho, igual que sus gafas de fino metal dorado.

Weaver ha contado que casi aprendió a ser madre haciéndose a los bebés gorilas para rodar la película 'Gorilas en la niebla' (1986), "se subían, me abrazaban y se me hacían pis encima, en fin", ha dicho entre risas, y cómo, siendo meritoria en un teatro donde Ingrid Bergman era la actriz principal, se colocaba junto a ella para medirse la altura, "y ella siempre decía que yo era más alta".

Entre el público había más devotos por su trabajo en la saga 'Alien'; explicó que ella preparaba igual un personaje físico como otro que tuviera que ser tratado después con imágenes digitales (CGI), como es el caso de las cintas de 'Avatar', pero que para hacer Alien, "afortunadamente trabajaba con Tom, un compañero vestido de alien, que me permití percibirlo más cercano. La verdad es que necesitaba tener algo enfrente de mí, aunque fuera un muñeco, me ayuda", ha desvelado.

Le encanta la ciencia ficción -se ríe cuando Watling le propone el título de 'reina de la sy-fy'- porque le une al público joven, aunque también defiende su trabajo en comedias como 'Cazafantasmas'.

"En una carrera como la mía tienes que hacer todos esos papeles, pero es que yo me siento muy feliz de haberlos hecho", ha dicho.

También ha dado 'gracias a Dios' por el cambio que han experimentado en los últimos diez años los papeles femeninos en el cine. "Yo solo recibía guiones con mujeres maduras caricaturizadas", ha protestado.

"Antes, las películas estaban pensadas y dirigidas a un público de hombres jóvenes de 18 a 31 años, pero afortunadamente hemos ido comprendiendo y ampliando el espectro de la audiencia e incluyendo historias de y para mujeres", considera la protagonista de la deliciosa serie 'Las flores perdidas de Alice Hart', una de las pocas en las que la actriz ha querido participar.

Ha mencionado en ese sentido el cine de Pedro Almodóvar, como inspiración de ese cambio, y ha valorado a los dos directores españoles con los que ha trabajado, Rodrigo Cortés, en 'Luces Rojas', y J.A. Bayona, en 'Un monstruo viene a verme'.

También ha contado que fue de vocación tardía, porque sus profesores la desanimaron en cuanto a su talento para actuar, y que consideró ser periodista o coreógrafa. "Pero aquí estamos", ha dicho sonriendo a un publico que le dedicó varios minutos de aplausos en una cariñosa despedida que ella, de nuevo, agradeció con la mano en el corazón.