Diario de León

Luis Mateo se mete con Machado

El escritor, académico y premio Cervantes rendirá un homenaje el jueves en Segovia al poeta andaluz coincidiendo con el aniversario de su fallecimiento

El escritor y académico leonés Luis Mateo Díez . BENITO ORDÓÑEZ

León

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«Hoy es siempre todavía», escribió Antonio Machado. Un verso tan imperecedero como el resto de su obra. El jueves, coincidiendo con el aniversario de su dolorosa muerte en el exilio, en la localidad de Colliure, hasta donde le alcanzaron las fuerzas en su huida tras la Guerra Civil, el escritor y académico leonés Luis Mateo Díez evocará su figura en la Real Academia de Historia y de Arte de San Quirce (Segovia), en un acto programado por el Instituto Cervantes.

Ernesto Pérez Zúñiga, subdirector de Cultura del Cervantes, abordará con el escritor leonés la obra de Machado a partir de algunos poemas y fragmentos de su libro Juan de Mairena . El poeta sevillano conoció bien la tierra de Luis Mateo Díez.

El autor de Campos de Castilla , que fue nombrado por la Unesco ‘poeta universal’, visitó en numerosas ocasiones León en los años previos al estallido de la Guerra Civil para ver a su hermano pequeño. Francisco Machado, que fue jefe de la prisión de Puerta Castillo durante siete años, ejerció de maestro de un joven linotipista que con el paso de los años se convertiría en uno de los grandes poetas leonesas, Victoriano Crémer. Leonor, hija de Francisco y ahijada de Antonio, con quien convivió en la casa de Rocafort (Valencia) de 1936 a 1938, cree que España no ha sido justa con Antonio Machado. Leonor publicaba en 2012 una antología poética en la que reunía el legado literario de su padre, bajo el título Obras escogidas . Hombre bondadoso, que ha sido tildado como ‘el carcelero bueno’, Francisco Machado, criado en el seno de una familia republicana, era fiel seguidor de Concepción Arenal —también muy vinculada a León— y de su máxima «odia el delito y compadece al delincuente». Al término de la Guerra Civil se vio obligado a embarcarse hacia el exilio. Su hermano Manuel, atrapado en Burgos, no pudo coger el tren hacia la libertad.

El amargo exilio

En Francia se reunirían los otros cuatro hermanos, Antonio, José (el pintor de la familia), Joaquín y Francisco. Se habían visto por última vez en Cataluña, etapa final de un largo periplo de ciudades que recorrería la saga Machado esquivando la guerra. Tras los Pirineos y convencido por su esposa, Francisco, finalmente, daría media vuelta y regresaría a España, donde, tras ser depurado, ejercería como funcionario de prisiones, pero ya no como director, por orden expresa de las autoridades franquistas.

Gran admirador de los versos de su hermano Antonio, Francisco no tuvo la infancia cómoda de sus hermanos mayores. El padre, reconocido folclorista y profesor de la Institución Libre de Enseñanza, se vio obligado a hacer las Américas. Cuando volvió de Puerto Rico, falleció inmediatamente. Francisco tuvo que trabajar para costearse la carrera de Derecho. Más tarde opositó al Cuerpo de Prisiones. Pero la vena literaria de los Machado también prendió en el pequeño de la familia. Dejó inconcluso el poemario Ráfagas de inquietud . Poco antes de fallecer, en enero de 1950, entregó a su hija Leonor una maleta en la que conservaba manuscritos de Antonio y Manuel.

Los gruesos muros de la prisión que hoy es sede del Archivo Histórico Provincial inspiraron a Francisco Machado poemas como El reloj de la cárcel. Sin embargo, la sombra de su hermano Antonio era demasiado alargada. Tanto, que el autor de Soledades eclipsó a su hermano Manuel y dejó en el anonimato al benjamín, jefe de la cárcel de Puerta Castillo entre 1929 y 1931. La estancia de Francisco Machado en León fue breve, pero dejó huella tanto en su obra como en la del autor de La tierra de Alvargonzález, que dedicó varios versos a la ciudad y a la Catedral de León: «Gigante centinela / de piedra y luz, prodigio torreado…», la describió.

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