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‘La lluvia amarilla’ que inundó el vacío de Ainielle

Huesca recrea el mítico libro de Julio Llamazares en una exposición que será itinerante

Julio Llamazares, en Huesca, durante la presentación de la exposición de ‘La lluvia amarilla’. JAVIER BLASCO

León

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Condenado al olvido, Ainielle fue eterno gracias a La lluvia amarilla, esto es a Julio Llamazares, que convirtió en un grito el monólogo interior de un personaje, también destinado a desaparecer como una extinción existencial en la que, como en esos eslóganes de ahora, Ainielle son todos. Somos. Todos los que cuando escribió el libro no estaban tipificados a modo de clasificación burocrática como la España vacía. La que se vació entonces estaba empezando a serlo. En Huesca, una exposición impulsada por su Diputación rinde homenaje a la obra y al autor, Julio Llamazares, quien confesó sentir la emoción de un agradecimiento pocas veces dado ante la idea de que durante un tiempo la sala de la Diputación Provincial de Huesca se ha convertido en el espacio de La lluvia amarilla , una novela que es un pulso a los sentimientos, y que el autor de Vegamián escribió cuando era un treintañero para convertirla en obra fundamental en su carrera y en la literatura española del último cuarto del siglo XX. Girará por Huesca esta exposición que en una provincia como esta, con su Alto Aragón puro, le sirve a los que allí viven para sentirse parte del libro y su desoladora reivindicación aunque sea de la resignación.

La exposición permanecerá abierta hasta el próximo 31 de marzo. El objetivo de este proyecto ha sido el de «homenajear la novela de título homónimo casi cuarenta años después de su primera publicación» según explicó en el momento de la presentación el presidente de la Diputación, Isaac Claver. Al mismo tiempo, se han organizado múltiples actividades paralelas y durante el mes de julio la muestra viajará a Sabiñánigo.

Y es que La lluvia amarilla da de sí como para ser leído y releído, pero también representado, motivo de exposición como ahora o para llevarla a otros puntos como será en verano la localidad de Sabiñánigo.

Julio Llamazares visitó la muestra, según informó la propia Diputación oscense, y aseguró sentirse muy agradecido por haberse encontrado con una exposición tan delicada y que envuelve al espectador. La exposición confirma que el fenómeno de la despoblación y el de la soledad, tal y como se representan en la novela siguen muy vigentes. Esa conexión temporal coincide con el hecho de que cuando escribió La lluvia amarilla en 1988 no se hablaba de despoblación. Sin saberlo, consiguió conectar con una parte muy intensa y profunda de la historia del Alto Aragón. Porque además es «el texto literario contemporáneo relacionado con nuestra provincia de Huesca que más eco ha generado en el mundo», apuntó el presidente de la institución provincial.

El ilustrador altoaragonés Antonio Santos, que ya ha trabajado en anteriores ocasiones con Llamazares, es quien ha realizado una serie de grabados con la técnica del linóleo, en un total de 53, que se pueden ver ordenados en la sala de exposiciones según transcurren los capítulos de la novela. Cabe señalar, que buena de ellos se reproducen en la versión ilustrada que sobre La lluvia amarilla editó recientemente la Diputación Provincial de Huesca y del que uno de los 250 ejemplares no venales se puede ver en sala. Santos dijo que para él ha sido «un lujo poder dibujar esta historia».

Ilustración de Antonio Santos. DL

Julio Llamazares (dcha), con Isaac Claver y Carlos Sampériz. DL