Las pinturas ocultas de León
Tesoros bajo cal. Decenas de iglesias de la provincia han descubierto en las últimas décadas pinturas murales que fueron tapadas por cal o retablos. Los gustos de la época y las epidemias explican que estos tesoros fueran ‘sepultados’.
Han permanecido ocultos bajo una ‘mortaja’ de cal o tras un retablo. Murales que en un momento de la historia fueron ‘repudiados’ y permanecieron escondidos durante siglos. La casualidad y las restauraciones han permitido descubrir en los últimos años decenas de frescos en iglesias de León.
La denuncia de un vecino evitó en 2003 el derribo de la vieja iglesia de Cebrones del Río. Fue una intervención fue providencial. Unas valiosas pinturas góticas se libraron de la piqueta, porque la Junta paralizó de inmediato la demolición del edificio, por entonces ya reducido en su mayor parte a escombros. La cabecera del templo pertenecía a una primitiva iglesia del siglo XV, donde, precisamente, se encontraban los frescos, ocultos durante siglos detrás del retablo mayor.
Un desconchón sacó a la luz un demonio rojo y la palabra ‘Hermógenes’ en la iglesia de Chana de Somoza. También la basílica de San Isidoro encubría, bajo una capa de mugre, vestigios de pinturas que fueron rescatadas durante los trabajos de limpieza de muros y paramentos. En estas obras, en el verano del 2008, afloraron numerosas inscripciones y pinturas murales inéditas. Ese mismo año en Pandorado descubrieron unos frescos del siglo XVII, que habían permanecido camuflados tras el gran retablo barroco que ocupa la cabecera de la iglesia y que había sido desmontado para su rehabilitación.
El año 2008 resultó mágico, pues también las pinturas barrocas de la iglesia de Nuestra Señora del Mercado, salían de las tinieblas. A lo largo de los años habían sufrido retoques, repintes y el inexorable desgaste del paso del tiempo. Los murales, que se encontraban en algunas zonas muy estropeados, decoran con gran riqueza de colorido el camarín, lugar que se construyó, tras la demolición de un antiguo ábside, para que los fieles accediesen al templo.
Murales del siglo X
La joya mozárabe de Santiago de Peñalba guardaba bajo siete capas de cal una alhaja: las pinturas murales de época califal (siglo X). Estas excepcionales pinturas, rescatadas en el 2002 y que ocupan 441 metros cuadrados, se hicieron una vez concluida la construcción de la iglesia, entre los años 936 y 940.
La humilde iglesia de San Salvador, en Velilla de los Oteros, escondía tras el coro restos de pinturas murales así como una inscripción en la que se lee: «Este lugar sagrado es la casa de Dios y la entrada del cielo». En el 2005 la Junta destinaba 62.000 euros para recuperar los murales descubiertos en la iglesia de Villanueva de Valdueza (Ponferrada), ocultas bajo varias capas de enlucidos y encalados. La restauración llevada a cabo en la capilla del Santo Cristo, anexa a la iglesia de San Martín, en pleno Barrio Húmedo, y propiedad de la Cofradía de las Ánimas, sacó a la luz un tesoro. Fue al desmontar el retablo barroco para su restauración cuando tuvo lugar el descubrimiento. Aparecieron cuatro tablas bajo las pinturas en lienzo que, con semejantes dimensiones y temas, debieron preceder a éstas y fueron sustituidas a causa de su deterioro.
La restauración de la iglesia de Villacintor en 1995 permitió localizar unas pinturas del año 1556, obra del artista Francisco Fernández. La restauración en 1992 del retablo de San Martín, templo venerado por los vecinos de Salas y Lombillo, sacó a la luz un mural del siglo XIII y unas tablas de estilo hispano-flamenco del XV, tapadas por el retablo. También un retablo escondía unos frescos del siglo XIV y reminiscencias bizantinas en la iglesia de Gordaliza el Pino.
El santuario de la Virgen de la Manzaneda, próximo a Manzaneda de Torío, preservaba un secreto hasta 1973, cuando bajo el encalado aparecían unos murales del XVIII, que representan una bacanal diabólica.