El Patrimonio que resurgió de las cenizas
Monumentos chamuscados. La Catedral de León sobrevivió a un incendio y se convirtió en un símbolo de cómo actuar frente al fuego. Cinco año después de que las llamas estuvieran a punto estuvo de aniquilar Notre Dame, la catedral parisina concluirá en diciembre su restauración. San Isidoro, la Plaza Mayor o la Catedral de Astorga también ardieron.
León no es Notre Dame, pero la Catedral también resurgió de las cenizas. Un humo espeso cubrió el cielo de León el 29 de mayo de 1966, después de que un rayo impactara en la Pulchra sobre las cinco de la tarde. Las primeras señales de fuego no se detectaron hasta tres horas después. El canónigo Fidel Alonso oficiaba la última misa y los feligreses empezaron a oler a quemado. Inmediatamente, voluntarios y seminaristas organizaron una rápida evacuación de todos los objetos de valor del interior del templo gótico. Las llamas pronto iluminaron la ciudad. A diferencia de lo que ocurrió en 2015 en Notre Dame, León actuó con más pericia. La labor del cantero Andrés Seoane resultó providencial, al dirigir la labor de los bomberos en la techumbre, para impedir que las llamas se extendieran sobre los tejados laterales. Así se salvaron las bóvedas, al evitar un mayor peso de la piedra, como consecuencia de la humedad, lo que habría facilitado la caída del cuerpo principal del templo gótico.
Han pasado 57 años pero el incendio ha quedado marcado a fuego en la historia de la Catedral leonesa. Aquel aciago domingo de 1966, en el que, paradójicamente, se celebraba el Día Internacional sin Accidentes, las llamas dañaron, aparte del tejado, varias vidrieras y rosetones. Las cerchas de madera de pino de la cubierta hecha cenizas fueron sustituidas por una estructura de hierro encargada a una forja leonesa. Es la que soporta desde entonces el tejado de la Catedral, que fue renovado por completo en 2009. El Cabildo decidió en aquel histórico día que en adelante el edificio gótico contaría con los mejores sistemas de seguridad: cámaras de vigilancia, alarmas antiincendios y antirrobo. No hay nada que pueda arder, excepto el coro, diseñado en 1461 por el maestro Enrique.
Patrimonio en llamas
En Notre Dame, por el contrario, se actuó tarde y mal. Sonaron las alarmas y nadie hizo caso. Luego, los bomberos trataron de sofocar el fuego a golpe de mangueras. El edificio crujió. El mundo cruzó los dedos y temió lo peor. Pero la catedral resistió. Está previsto que las obras de restauración de la catedral parisina concluyan el 8 de diciembre. El gran incendio la Catedral fue el más sonado, pero no el único. Los principales edificios históricos de León han sido pasto de las llamas en algún momento. San Isidoro e iglesias como la de San Martín, así como monasterios y castillos de toda la provincia han ardido. Si el Palacio Episcopal de Astorga no hubiera quedado reducido a cenizas en 1886, Gaudí nunca habría construido un ‘sustituto’.
En la Guerra de la Independencia, las tropas francesas dejaban tras de sí tierra quemada y desolación según avanzaban hacia el Oeste. , Convirtieron el Panteón Real de San Isidoro en un establo e incendiaron la iglesia. La artillería de las huestes napoleónicas alcanzó de lleno a la catedral de Astorga antes de la capitulación de la ciudad, dañando especialmente el claustro.
El convento de San Francisco de la capital maragata fue destruido en el siglo XVIII por un incendio y reconstruido por completo. El 22 de julio de 1905 las llamas reducían a escombros el palacio que los Quiñones erigieron en el señorío de Riolago de Babia. El Palacio de Gaviria, del siglo XVII y actual sede del Colegio de Arquitectos, fue restaurado en 1943 por Cárdenas tras sufrir un incendio en enero de aquel año. Tres años después ardía la Plaza Mayor. Las llamas comenzaron en un almacén de tejidos situado en el número 15. El fuego se propagó rápidamente a los números 12, 14, 16 y 17, ante la atónita mirada del gobernador civil, el célebre Carlos Arias Navarro. Esta plaza parecía estar maldita, quizá porque este enclave se comenzó a construir a raíz de un primer incendio ocurrido en 1654. Nuevamente las llamas arrasaron parte de ella en 1695. Tras 19 años de construcciones y derribos, en 1677 se inaugura la reluciente Playa Mayor —actualmente la sexta más antigua de España—, inspirada en la de Madrid.
En 1986 un fuego destruyó gran parte del monasterio del siglo XIII de Villoria de Órbigo, habitado entonces por trece monjas de clausura. Al final, solo pudieron salvar la iglesia. La biblioteca, repleta de códices medievales, así como valiosas tallas de madera y una cruz de oro y marfil donado por Isabel la Católica perecieron entre las llamas. En Ponferrada, el Castillo de los Templarios sufrió en los años noventa un susto, por la quema de maleza en el interior. Años antes había ardido la iglesia del Carmen.
Prácticamente no se libra ningún monumento de la provincia. El palacio de Doña Berenguela, engullido en el patio del colegio de las teresianas y único monumento nacional cerrado al público, fue construido durante el reinado de Alfonso VII y forma parte de un palacio del que tan sólo se conserva una de las torres. Cuentan que allí se celebró, en el año 1144, la boda de la infanta doña Urraca, y que fue morada real hasta que a finales del siglo XII sufrió un incendio provocado por los enfrentamientos que en esta época se produjeron con los albigenses, la llamada ‘cruzada cátara’.
En 2018 un incendio rodeó el yacimiento de Lancia. Las llamas chamuscaron la maleza, pero no llegaron a dañar los vestigios romanos. La Guerra de la Independencia también causó estragos en el castillo de Alija del Infantado. En 1810 fue incendiado por las tropas inglesas. En 2001 un incendio provocado por las velas de una ofrenda dejaban sin cubierta la iglesia de Lillo del Bierzo. Ese mismo año ardían los establos del convento de las carmelitas de Grajal de Campos como consecuencia de un rayo. Siete años después estas monjas cerraban el edificio y se llevaban las obras de arte a Toledo.
El síndrome de Notre Dame
Mientras la reconstrucción de la mayoría de los monumentos leoneses que fueron víctimas del fuego, a excepción de la Catedral, fue lenta y costosa. En Notre Dame la recaudación fue cuestión de horas. Ocho días de quemarse el tejado de la Pulchra, el ministro de Hacienda entregaba al Cabildo un cheque por 312.308 pesetas. La catedral metodista de Washington, recordando que sus vidrieras estaban inspiradas en las de León, envió también un donativo. Las obras solo mantuvieron cerrada la Catedral leonesa 139 días.
Tras el incendio de la catedral de París el gobierno español puso en marcha un plan para revisar todas las catedrales y los principales monumentos del país. La Junta de Castilla y León también anunció la ‘inspección’ de catedrales y los Bienes de Interés Cultural (BIC). Pero tanto el gobierno central como el autonómicotuvieron que admitir que no se pueden proteger los monumentos «al cien por cien».