Javier Gallego, periodista y escritor: «La evasión existe cuando la realidad es inhabitable»
El periodista y escritor Javier Gallego lamenta ver a los jóvenes en un callejón sin salida porque no se les ofrecen opciones ni posibilidades de ir hacia un futuro, además de observar que «este sistema produce enfermos y no da soluciones, sino placebos». Gallego (Madrid, 1975), director del programa de radio Carne Cruda , ha presentado en Zaragoza su novela La caída del imperio y ha asegurado que «la evasión existe cuando la realidad de fuera es inhabitable e inevitable».
—¿Qué es ‘La caída del imperio’?
—Es el imperio de la juventud y el amor, así como de la sociedad capitalista que vivimos. Planteo dos crisis, la personal de un grupo de amigos, y la crisis social, económica y política del momento. Me interesaba ver cómo una afectaba a la otra. Sin embargo, los jóvenes luchan por ser ellos en momentos de derrumbamiento.
—Se habla de la precariedad planificada. ¿Cómo ve a la sociedad actual?
—Veo a los jóvenes en un callejón sin salida porque realmente no se les ofrecen opciones de ir hacia un futuro. Es diferente a mi generación, ya que sí vislumbrábamos un horizonte de mejora, aunque después se viniera abajo con la crisis. Los jóvenes han nacido en una crisis permanente y viven un no futuro. Cuando no tienes un futuro por delante hay un peligro de que puedas darte la vuelta e ir hacia atrás a un pasado que no conoces, pero que te aseguran que ha sido mejor.
—Se contraponen dos tipos de juventudes...
—Está la juventud como una rebeldía reaccionaria y la que se moviliza por los derechos humanos. Lo estamos viendo ahora, por ejemplo, con las acampadas que hay en contra del genocidio en Gaza. Pese a la crisis bélica, sanitaria, climática, política y económica, siguen pensando que la juventud es la que tiene que cambiar el mundo para hacerlo mejor. Después hay quienes intentan volver a los valores de padres y abuelos. Estamos en una encrucijada histórica, pero esperemos que ganen las ideas de progreso y no las de retroceso.
—¿Cómo de importante es visibilizar la salud mental?
—Vivimos en un mundo que no pone en el centro a las personas y que, incluso, las descuida y desprotege. Esto genera enormes cantidades de ansiedad, estrés y depresión. Es difícil no sentir ansiedad cuando no tienes futuro por delante y no ves la manera de salir. Al final, la terapia es para quien pueda pagarla. Este sistema produce enfermos y no da soluciones, solo placebos.
—¿Hay transgresión o evasión en este fin de semana?
—Creo que el contexto de la fiesta es una construcción literaria para contar la vida de estos personajes. En realidad, empieza por la diversión, pero poco a poco van a ir descubriendo que también hay drama, inquietud, desamor o afectos. Hay evasión cuando la realidad ahí fuera es inhabitable e inevitable. En ella hay también una forma de protesta y salirse de un sistema que no cuida a las personas. Cuando el sistema es una cárcel, la evasión es una pulsión necesaria. También creo que es transgresor porque este grupo de personajes quiere vivir en los márgenes y salirse del carril que les han marcado porque no conduce a ningún sitio.
—En el libro juega con el lector y utiliza diferentes tipografías.
—Si en la noche se rompen muchas normas sociales, también había que romper las convenciones lingüísticas y estilísticas. Quería ser coherente con el momento que narraba y que la experiencia del lector fuera total. Soy defensor de que la forma te cuenta el fondo y buscaba entrar en la conciencia de los personajes.
—El 15-M aparece como marco, un momento de grandes avances sociales.
—El 15-M supuso un gran cambio de conciencia radical porque nos dimos cuenta de algunos de los problemas estructurales que tenía nuestra democracia. Había falta de derechos y de transparencia.