Diario de León

El compromiso feroz del Princesa de Asturias

Michael Ignatieff es el gran defensor de la democracia y los derechos humanos

Michael Ignatieff, premio Princesa de Asturias. DANIEL VEGEL

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julio césar rivas
Madrid

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El nuevo premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2024, el canadiense Michael Ignatieff, ha dedicado su vida al estudio y defensa de los derechos humanos y la democracia. Pero el pensador de 77 años no ha temido salirse del mundo académico y sumirse en el fragor de la política por el bien del interés público.

No es habitual que un pensador y académico, un teórico de la democracia, los derechos humanos y el nacionalismo se juegue su prestigio y figura en las urnas. Pero eso es precisamente lo que Michael Ignatieff hizo entre 2006 y 2011 cuando entró en la política canadiense y se hizo cargo de un maltrecho Partido Liberal.

Bob Rae, entonces su rival para hacerse con el liderazgo de los liberales, declaró que la decisión del académico de regresar a Canadá (en ese momento era profesor en la Universidad de Harvard, en EE UU) demostró su interés sincero por mejorar el país.

«La llegada de Michael Ignatieff a la política canadiense fue tanto una decisión audaz como un testimonio de su profundo compromiso con el servicio público. Su periodo como líder del Partido Liberal reflejó su rigor intelectual y visión de una Canadá más inclusiva y progresista», declaró Rae en 2013. Para el propio Ignatieff, que nació en 1947 en el seno de una familia de origen nobiliario ruso, «dar un paso al frente» fue algo consecuente con su trayectoria vital.

«Sentí la responsabilidad personal de dar un paso al frente y contribuir al discurso público, desafiarme a mí mismo para encontrar soluciones a los problemas que importan a la mayoría de los canadienses», explicó en 2006.

Tan pronto como entró en la política canadiense fue víctima de un ataque despiadado por parte del gobernante Partido Conservador que cuestionó uno de los aspectos quizás más básicos de Ignatieff: su compromiso y dedicación a Canadá.

Ignatieff, que en 1997 había escrito que «la esencial característica de la guerra es que degrada a sus participantes», rehusó defenderse de los ataques y, quizás, rebajarse al nivel de sus contrincantes. La campaña conservadora fue un éxito y la aventura de Ignatieff al frente de los liberales acabó en desastre. Bajo su liderazgo, los liberales quedaron relegados al tercer puesto en las elecciones de 2011, una situación inédita en el país. Poco después, dimitió de su cargo y abandonó el mundo de la política.

«Dejar la política no fue el fin, sino un nuevo inicio. Me dio la oportunidad de reflexionar sobre lo que había aprendido y seguir contribuyendo de otra forma», explicó Ignatieff en una entrevista con la radiotelevisión pública canadiense, CBC, en 2012.

Lo que el pensador nunca ha abandonado es su crítica feroz al autoritarismo así como su compromiso por la democracia y los derechos humanos. En Human Rights as Politics and Idolatry (2001), Ignatieff definió los derechos humanos como «la idea de que hay valores universales que nos vinculan».

Trayectoria

El premiado participó entre 2006 y 2011 en la política canadiense en el Partido Liberal
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