Vuelven a escena ‘Luna de lobos’ y ‘La lluvia amarilla’
Seix Barral reedita dos de las novelas más emblemáticas de Julio Llamazares
Seix Barral recupera dos joyas del catálogo de la editorial, las dos grandes obras de uno de los autores más valiosos de la literatura española contemporánea, con prólogos escritos para la ocasión por el propio autor leonés Julio Llamazares. Se trata de Luna de lobos y La lluvia amarilla.
A principios de la década de los 80, Llamazares se trasladó a Madrid para trabajar en diferentes periódicos, escribir guiones para películas y colaborar en la programación cultural de Televisión Española. Gracias a una beca para jóvenes escritores, el autor conseguirá finalizar su primera novela, Luna de lobos, que será publicada en 1984 por Seix Barral, gracias al informe favorable de Pere Gimferrer, a la confianza del director de la editorial Mario Lacruz y, como recuerda el propio Llamazares, al servicio de Correos: «Había buscado la dirección de Seix Barral en uno de sus libros, concretamente Confieso que he vivido, de Pablo Neruda, recuerdo perfectamente. Pero desde su publicación, la editorial había mudado su sede y cambiado de dirección postal. Así que siempre digo que mi padrino literario fue Correos, que con la profesionalidad de sus trabajadores hizo que Luna de lobos llegase a su destino y a las manos de Pere Gimferrer». El éxito de Luna de lobos hizo que Llamazares comenzara a colaborar como columnista en el diario El País, puesto que mantiene a día de hoy, y que el realizador Julio Sánchez Valdés decidiera llevarla a la gran pantalla con guion del propio autor. De esta forma, a lo largo de 1985, Llamazares compaginaría la escritura de la adaptación cinematográfica, con la redacción de La lluvia amarilla.
Publicada en 1988, esta segunda novela confirmó a Llamazares como escritor, gracias a la buena acogida recibida por parte de los lectores, que, en algunos casos, no fue compartida por algunos críticos, los cuales llegaron a cuestionar el personal y reconocible estilo de Llamazares. «Hasta La lluvia amarilla consideraba que la poesía y la narración eran dos vías independientes, dos caminos paralelos que, buscando el mismo fin: trasmitir emociones con palabras, no podían confluir. Con La lluvia amarilla pasó al revés: alguno la calificó de prosa poética, incluso la descalificó como novela por ese motivo, cuando lo que está claro es que esa prosa es mi estilo, mi manera de pensar y de escribir».