Diario de León

Françoise Hardy, el símbolo de la canción francesa

Françoise Hardy, en el Festival de San Remo. VITTORIANO RASTELLI

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RAFAEL CAÑAS
Madrid

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La cantante y compositora francesa Françoise Hardy, fallecida a los 80 años, pasó de ser una adolescente parisina tímida a estrella mundial del pop en los años 60 y 70, y después a un símbolo de la lucha por el derecho a la eutanasia en este país.

Hardy, que padecía un cáncer de laringe desde 2015, fue, con 28 álbumes publicados entre 1962 y 2018, una de las grandes figuras de la música francesa de ese período, junto con Johnny Hallyday, Sylvie Vartan o Serge Gainsbourg.

Nacida en 1944, tenía una personalidad sentimental y retraída, y se lanzó desde muy joven en la interpretación de canciones que oía en la radio, después a componer sus propios temas acompañada de una guitarra que recibió como regalo al graduarse de secundaria.

En 1961 participó en el concurso de nuevos talentos de una discográfica y firmó su primer contrato. En 1962 apareció en un programa televisivo para jóvenes artistas y saltó al primer plano de la música francesa, con su primer disco ese mismo año.

Con una voz sedosa y aterciopelada, que algunos críticos comparaban con la bossanova que comenzaba a extenderse fuera de Brasil, Hardy popularizó temas como Tous les garçons et les filles, Comment te dire adieu (con su original rima de versos terminados en el sonido ‘ex’), Message personnel o Et si je m’en vais avant toi.

Sus canciones más famosas, muchas de ellas composiciones propias, hablan sobre todo de la melancolía y de problemas amorosos, con mucho de personal. Un buen puñado de ellas tenían como trasfondo la complicada relación que mantuvo con su marido, el también cantante Jacques Dutronc, padre de su único hijo, Thomas, igualmente dedicado a la música. Gracias a su conocimiento de idiomas, Hardy hizo versiones que le convirtieron en una estrella mundial. Fue admirada por Bob Dylan o los Rolling Stones. A su éxito también contribuyó su imagen. Con un rostro fotogénico y rectilíneo, casi andrógino, y su silueta delgada, anticipó el estilo de la nueva generación de modelos internacionales.

Las imágenes del fotógrafo de Paris Match Jean-Marie Périer, su primer amor, impulsaron su popularidad.

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