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La Catedral salva las últimas vidrieras de la nave mayor

Andamios móviles. La gran plataforma instalada en 2007 para restaurar las vidrieras de la Catedral de León, que durante siete años mostró al público la rehabilitación «en directo», se movió ayer para reparar las dos vidrieras medievales que faltan para completar todas las de la nave central.

La plataforma que sirve para restaurar las vidrieras y que se ha movido para reparar las últimas de la nave mayor. JAVIER FERNÁNDEZ ZARDÓN

León

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La ingeniosa plataforma diseñada en 2007 por el arquitecto conservador de la Catedral de León, Mariano Díez Sáenz de Miera, para llevar a cabo la restauración de las vidrieras, se trasladó ayer varios metros. La empresa Esoca inició ayer los preparativos para acometer las dos últimas vidrieras de la nave mayor que aún no se han restaurado. Se trata de la S-XV y la N-XV, ambas de época medieval.

Este año el Taller de Vidrieras, ubicado en la calle Dámaso Merino, también reparó los vitrales S-XIV y N-XIV —esta última financiada por el Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), que devolverá su esplendor al trascoro de la Catedral, una obra que está pendiente de adjudicación—.

Con la reparación de las dos nuevas vidrieras concluye la restauración de todos los vitrales ubicados en la nave central de la Catedral. Quedan pendientes las cristaleras del crucero y los rosetones, a excepción del de la fachada principal, que fue desmontado y completamente rehabilitado en 2018, gracias a la aportación de 398.000 euros de la Fundación Cepa —propiedad de los empresarios de la cervecera mexicana Modelo—.

En lista de espera

Aún permanecen en lista de espera 600 metros cuadrados. La rehabilitación del mejor conjunto medieval de vitrales del mundo no concluirá hasta 2029 y superará los diez millones de euros. El ritmo de restauración de vidrieras lo marca el dinero. Desde que la Junta y la desaparecida Caja España se desvincularon del Sueño de la Luz, el proyecto en el que participaban ambas instituciones junto al Cabildo para acometer la rehabilitación del mejor conjunto de vidrieras medievales del mundo, la taquilla de la Catedral —la entrada que pagan los visitantes— es la que ha financiado este proyecto.

Durante siete años se mostraron al público los trabajos ‘en directo’ y desde una perspectiva hasta entonces inédita. Por la plataforma, que se ha movido para ir restaurando las vidrieras, pasaron cerca de 200.000 personas —sumando las visitas guiadas, los talleres didácticos, para escolares y las visitas nocturnas—. Una espléndida experiencia que el Cabildo decidió interrumpir.

La recuperación de cada vidriera es un trabajo minucioso, desde el desmontaje, el traslado al taller, la reparación y la recolocación en su lugar original, así como la reparación de la piedra en la que se encaja el vitral.

Vidrieras entre cristales

Desde que se inició El Sueño de la Luz las vidrieras ya rehabilitadas no están ‘a la intemperie’, sino encerradas en una especie de cámara isotérmica, con cristales por ambos lados. La misión de estos ‘acristalamientos’ es evitar que la lluvia, los cambios de temperatura y otros agentes atmosféricos deterioren unas cristaleras que han sobrevivido ocho siglos. Y es que los últimos informes fueron demoledores. El deterioro de las vidrieras se intensificó en los últimos años por la contaminación atmosférica y otras patologías. La alteración de los vidrios se inicia con la presencia de humedad en la superficie y la aparición de otros agentes químicos como consecuencia de vertidos industriales, incrementándose a partir del siglo XIX los ataques químicos, según un estudio de la Junta.

Además de suciedad, las vidrieras sufren la oxidación de los elementos de sujeción de los paneles. Uno de los momentos más decisivos en la restauración de las vidrieras fue la reparación de N-XII, es decir,  La Cacería, una de las más antiguas y compendio de todas las patologías.

Los primeros restauradores

La magna rehabilitación de la Catedral llevada a cabo a finales del siglo XIX exigió la creación de un importante taller de vidrieras. Los expertos de la época creyeron que ningún español sería capaz de reparar todas las vidrieras de la Catedral leonesa.

Era una tarea colosal: clasificar miles de trozos guardados en cajas, componer los dibujos hechos sobre cartones... En 1897, a las órdenes del arquitecto Juan Bautista Lázaro, ‘remendaron’ 31 ventanales que formaban 285 vidrieras, más los dos rosetones de los lados norte y sur.

Al año siguiente, rehicieron 45 vidrieras de las capillas laterales; y en 1899, se hicieron las nuevas para las ventanas donde no había o cuyos restos no se conservaban. La experiencia hizo que medio mundo pusiera los ojos en el llamado Taller de Vidrieras Artísticas, dirigido por el maestro Guillermo Alonso Bolinaga.

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