Buenas artes de Verbis en Gijón

El arte de Daniel Verbis circula con la misma intensidad por el interior de sus obras, que se ve en todas las disciplinas que trabaja, sea collage, fotografía o escultura. Pero es un mensaje intenso directamente proyectado para el disfrute visual. Si Gijón bien vale una visita y el Museo Barjola, más, la presencia de Verbis con su exposición La salvación de la carne multiplica el aliciente, porque resulta que lo conceptual del creador leonés acude directamente sin intermediarios ante la mirada y observación del espectador. En el Barjola hay obras que son collage, fotografía, escultura, pintura mural, uno de sus fuertes expresivos, y, sobre todo, una personalidad creativa insobornable.

Hay que leer lo que dice porque «la palabra alumbrada es el anzuelo de la idea esquiva, pero suele pasar que la palabra misma, por exacta, por precisa, al final revierte equívoca. Esta paradoja, esta (in)compatibilidad es, indudablemente, la fructífera semilla que administra y fecunda la ambigüedad de la poesía. Pero la cosa cambia cuando la obra está hecha de fluidos que se precipitan, de luminosidades que se revelan, de finísimas pieles que se tensan. Para los artistas plásticos, la indisciplina de la palabra, la idea significada, es solo la punta del iceberg de una materialidad que no se puede rehuir porque para ellos lo más real es la masa reversible, es la masa visible, es la masa indefinible. El alma de las palabras se hace cuerpo, órgano, máscara… para que uno pueda asistir al espectáculo de las ideas encarnadas en la materia. La verdad de la carne nos salva de lo ideal. Entregando el cuerpo (su visibilidad) nos aferrarnos a la realidad».

En el hilo conductor de esta exposiciónse plantea como presente que el espacio donde se ubican las obras es una capilla (Capilla de la Trinidad) y que la ancestral disposición de los elementos en ella condiciona el sentido de la muestra. La asociación de las piezas con la imaginería tradicional es inevitable. Asumiendo pues la relevancia del dispositivo espacial, para comprender que la indagación pictórica y objetual tenga que agarrarse a unos muros.