El legado del ‘padre’ de Mortadelo: un criptosello
Un semáforo con su personajes y reedición de sus obras en el primer aniversario de la muerte del historietista Francisco Ibáñez
Un semáforo con sus personajes Mortadelo y Filemón, un sello y un criptosello, reediciones de sus obras y la educación sentimental de numerosas generaciones de españoles es el legado que ha dejado el historietista Francisco Ibáñez, fallecido hace un año y que hoy habría cumplido 88 años.
Al igual que sucede con el Ampelmann, el incónico hombrecillo que ilumina los semáforos del antiguo Berlín de la RDA, los míticos espías de la T.I.A. Mortadelo y Filemón «controlan» desde octubre el tráfico en un semáforo de Barcelona, marcando con su silueta el rojo y el verde, en un particular homenaje a su creador, Francisco Ibáñez, y además en el distrito barcelonés de Sant Martí, donde vivió, y frente a la biblioteca Gabriel García Márquez, que alberga toda la obra del dibujante. La idea había partido, casualidades del destino, de una iniciativa en las redes sociales de un profesor retirado, Francisco José Ibáñez, sin relación familiar con el padre de 13, rue del Percebe y se le ocurrió en un viaje a la localidad danesa de Aarhus, en la que hay imágenes de vikingos en los semáforos. El Ayuntamiento barcelonés atendió con celeridad esta «maravillosa propuesta» tras el permiso de la familia y la editorial Bruguera.
La hija de Ibáñez, Núria Ibáñez, ya dijo entonces que a su padre le habría encantado la idea: «Pensaría que sería divertidísimo ver a Mortadelo y Filemón cambiar constantemente de verde a rojo; estaría encantado».
Álbum póstumo
Unas semanas antes del primer aniversario del fallecimiento de Francisco Ibáñez, llegó a las librerías la obra póstuma París 2024, la obra inacabada en la que el dibujante estuvo trabajando hasta antes de morir y que de momento es la última aventura de Mortadelo y Filemón, pues ella misma ya dijo que si aparece material inédito, llegará al público. «Tengo muchos armarios por abrir, y si dentro de un cajón o un armario aparece algo inédito llegará al público porque, evidentemente, no lo guardaremos en el olvido», ha reiterado, porque la intención de la familia es que el legado de Ibáñez «perdure», «capture a nuevas generaciones» y «le sobreviva a él como persona». Por esa razón, cuando encontró las primeras páginas de París 2024 decidió publicarlas, pero tal como aparecieron, 20 páginas de viñetas a lápiz y 19 de guion escritas a máquina con su fiel Olivetti en las que los icónicos agentes viajan a París para salvar los Juegos Olímpicos de 2024.
Ese álbum póstumo permite a los lectores descubrir «el detalle que presenta el lápiz respecto a la obra acabada, que puede que al final con la tinta y el color se escape», un valor que se aprecia hasta en el último boceto, donde ya se intuye la expresividad de los personajes y la comicidad de la escena que protagonizan.
París 2024 no tiene final porque, como recordaba su hija, era «un secreto», y esta circunstancia convirtió al lector en guionista, imaginando su final para esta historia, basándose en su experiencia personal y vital con las miles de viñetas de Ibáñez.
Previamente, en mayo, Bruguera, que publicó París 2024, había recuperado las más míticas aventuras de Mortadelo y Filemón ambientadas en los Juegos Olímpicos, recopiladas en un único álbum de Súper Olimpiadas del Humor, que incluía Gatolandia 76, Moscú 80, Los Ángeles 84, Seúl 88 y Barcelona 92. Cualquier persona, «de cualquier edad o profesión tiene admiración por la obra de mi padre y por él mismo porque era fantástico», ha añadido, convencida de que el dibujante era «una persona que se hacía querer».
Originales inéditos
En este primer aniversario de su muerte, los homenajes se han sucedido, comenzando con una exposición en la última edición del salón Cómic Barcelona, en la que se expusieron una cincuentena de originales, algunos de ellos inéditos o poco difundidos, desde unas tiras de Koloko (1957), otras de Los tres mosquitos , algún trabajo publicitario para una farmacéutica, o unos «protoMortadelo y Filemón», aparecidos a finales de los años 50 en las revistas DDT y Tío Vivo.
En el mismo salón del cómic, donde Ibáñez gustaba de encontrarse con los lectores, se exhibió la exposición El Ibáñez de la profesión , que incluía retratos y otros homenajes que sus compañeros le hicieron al cumplir ochenta años (Gallardo, Óscar, Jan, Kap). También en octubre, el Ayuntamiento de su ciudad natal le concedió la Medalla de Oro de la Ciudad al Mérito Cultural a título póstumo. El último reconocimiento ha llegado esta misma semana en formato filatélico: Correos ha dedicado el primer criptosello de España al personaje de cómic Mortadelo y a sus disfraces más icónicos, y además ha homenajeado a Ibáñez con un nuevo sello de la serie Personajes .
El sello físico muestra a Mortadelo con su atuendo clásico mientras su gemelo digital cuenta con cinco imágenes distintas, al presentarlo con algunos de sus disfraces más icónicos, que lució en los cómics El sulfato atómico (1969), la primera aventura larga de Mortadelo y Filemón; Barcelona’92 (1991); Llegó el euro (2001); Mortadelo de la Mancha (2005) y Mundial de Baloncesto 2023 (2023), la última obra completa elaborada por Ibáñez.