La mirada leonesa que inmortalizó la etapa de posguerra
Salamanca acoge una exposición fotográfica de Vicente Nieto
«En la vida, todo es fotografía. El problema está en saber traducirlo». Vicente Nieto Canedo, berciano de nacimiento, aunque madrileño de adopción, fue un fotógrafo autodidacta cuya cámara capturó el alma de la posguerra española. Desde su primer clic con una humilde Kodak Baby Brownie hasta su consagración como uno de los referentes del neorrealismo, Nieto legó un testimonio visual que, más que retratar una época, la inmortaliza.
Ahora, sus imágenes regresan a Salamanca. Desde el pasado 30 de julio hasta el 30 de octubre, el Centro Documental de la Memoria Histórica de la ciudad acoge la exposición ‘Vicente Nieto Canedo. Imágenes de la posguerra (1940-1967)’. Una muestra que reúne 65 fotografías centradas en la vida en los pueblos y las calles de la España rural, mostrando escenas cotidianas con un marcado carácter social y costumbrista.
Ubicada en la sede del CDMH en la Plaza de los Bandos, abre al público de martes a viernes, de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00 horas; los sábados, de 11.00 a 20.00 hasta el 7 de septiembre y de 11.00 a 19.00 a partir del 8 de septiembre; y los domingos y festivos, de 11.00 a 14.00 horas. La muestra permanece cerrada los lunes.
Vicente nació en Ponferrada en 1913 y desde joven mostró un interés inusual por la fotografía. En 1928 se trasladó a Madrid, donde comenzó a trabajar como aprendiz de tipógrafo, pero su verdadera pasión siempre fue la fotografía, a la que se dedicó de manera autodidacta. Su primera cámara, una Kodak Baby Brownie, le permitió capturar sus primeros retratos familiares, pero su carrera como fotógrafo tomó un giro decisivo cuando ingresó en la Real Sociedad Fotográfica en 1955.
Durante la Guerra Civil Española se unió voluntariamente a las filas republicanas, donde también realizó algunas de sus primeras fotografías de la retaguardia. Tras la derrota republicana, fue encarcelado en un campo de concentración en Valencia, una experiencia que, aunque difícil, no mermó su amor por la fotografía. Al contrario, su vivencia durante la guerra y la posguerra marcaron profundamente su obra, dotándola de una perspectiva única sobre la realidad social de España.
A lo largo de los años, se sumergió en el movimiento de la Escuela de Madrid, contribuyendo al desarrollo del neorrealismo fotográfico español. Formó parte del grupo La Colmena, y su trabajo se caracterizó por un enfoque realista, capturando la vida tal como era, sin artificios. Aunque fue reconocido tardíamente, su legado ha sido revalorizado en las últimas décadas, y en 2010 el Ministerio de Cultura adquirió su archivo fotográfico.
Este berciano, que vivió hasta los 99 años, dejó un recuerdo formado por más de 5000 imágenes que hoy son consideradas fundamentales para comprender la historia de España entre 1928 y 1967. Su trabajo ha sido objeto de diversas exposiciones, siendo la más reciente en el Palacio Episcopal de Salamanca en 2011, donde su obra fue comisariada por Amando Casado Martínez.
Este reconocimiento tardío culminó con la realización del documental La mirada furtiva en 2010, que celebró la vida y obra de un hombre cuya pasión por la fotografía dejó un valioso testimonio visual de la historia reciente de España.
La exposición en el CDMH no solo es una oportunidad para redescubrir su trabajo, sino también para reflexionar sobre la importancia de la memoria histórica y el papel del arte en la documentación.