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Poeta en su tierra

Vidanes rinde homenaje a su paisano José Antonio Llamas. La presentación de su último poemario, ‘Alma perdida’, se convierte en un tributo de amigos y vecinos al escritor

La editora Marina Díez, el poeta homenajeado José Antonio Llamas, el escritor Julio  Llamazares, el poeta Antonio Manilla y el músico folk Diego Gutiérrez en el homenaje. MARISA VALBUENA RODRÍGUEZ

León

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Él creía que iba a la presentación de un libro, su último poemario, ‘Alma perdida’ (Mariposa Ediciones), pero en realidad estaba todo organizado para que se convirtiera en un homenaje de amigos y vecinos. Lo sabía allí todo el mundo menos él, claro. Y lo que sucedió en el teatro de las escuelas de Vidanes fue que la emoción del poeta acabó siendo la emoción de quienes le querían rendir tributo.

Algunas cosas obedecían a su deseo, al deseo expreso de José Antonio Llamas, uno de los cuatro fundadores de la mítica revista ‘Claraboya’ junto al Premio Cervantes Luis Mateo Díez, el también poeta Agustín Delgado y Ángel Fierro. Por ejemplo, que los sones de esta tierra los interpretara al rabel Miguel Ángel García. El rabelista cumplió y la música de la zanfoña trasladó al auditorio a otros tiempos, de labores en el campo y amoríos de mozas imposibles, de carros de cereales y truchas en el río, de inviernos de lobos y veranos tempranos de noches alumbradas por luciérnagas.

El homenaje al poeta y paisano —y viceversa— era cosa de la Asociación Cultural Padre Isla de Vidanes, encarnada en cinco almas que han revitalizado esta comunidad cultural, Gonzalo Fernández-Valladares, Emiliano Díez, María Ángeles Reyero, Ana Belén López y María Jesús Sánchez, pero la letra la puso Llamas con su poesía y la voz Antonio Manilla, conductor del homenaje, integrante del grupo de los poetas recientes que aun llaman jóvenes poetas—«ya no tan joven», confesó el columnista del Diario de León—, la editora Marina Díez y tres viejos amigos del escritor que recibieron el encargo de llegar tarde y pasar desapercibidos. Cumplieron sobradamente con la primera parte del trato pero la segunda les resultó imposible.

Según el guion establecido por Manilla, al estrado subió primero Avelino Fierro en su papel de escritor y no de Fiscal de Menores, que glosó la figura literaria de José Antonio Llamas, del que dijo que era «un poeta inmenso al que se le desparraman los versos», y eligió dos poemas de Llamas que leyó en medio de un silencio absoluto antes de que estallara el gran aplauso. No hay, quizá, mejor reconocimiento a quienes, como José Antonio Llamas, conmueven con la palabra.

La sorpresa orquestada fue en aumento cuando Antonio Manilla requirió la presencia del escritor Julio Llamazares. Se fundieron los amigos en un fuerte abrazo y una confesión al oído que, sin embargo, trascendió: «Qué mayor estás», le espetó Llamas a Llamazares. Fueron dos confesiones, más bien: «A ti no te esperaba», dijo en público José Antonio Llamas. Y se le quebró la voz. Se les quebró. A los dos.

Dos poemas... o tres

Julio Llamazares anunció, con sorna, que aunque el encargo era leer sólo dos poemas él había llegado a Vidanes con el propósito de «quedar por encima de Avelino Fierro» y leer tres. Y se las apañó para conseguirlo. Dos elegidos por él y otro que le invitó a leer el propio Llamas.

Llamazares recurrió a otro ‘claraboyo’, como se llaman ellos, a Luis Mateo Díez, para describir a Llamas como «el poeta», sin más apellidos ni adjetivos. «Si tengo que elegir a un poeta, elijo a Toño Llamas», confesó rotundo mientras «el poeta» le pedía: «No digas eso, no digas eso».

Pero lo dijo y no lo retiró. Tan grande es Llamas, añadió Llamazares, «que se puede componer un poema sólo con los títulos de sus libros». Y lo demostró. Luego, emocionado, leyó el poema que José Antonio Llamas le dedicó el día del entierro de su padre y recordó cómo el escritor nacido en Vidanes se encargó aquel día, paleta en mano, de ‘ampliar’ la tumba para que cupiera el féretro ante el estupor de los enterradores.

El último en aparecer en escena, la penúltima sorpresa de la tarde que para entonces ya no lo era tanto, fue el periodista Fulgencio Fernández, responsable de la sección de Cultura en ‘La Nueva Crónica’ y amigo íntimo de Llamas. Fulgencio Fernández traía entre su manos un manuscrito del que Llamas no guardaba memoria, un ‘libro’ que el poeta fue haciendo desde el nacimiento a su hija Lucía, de la que es padrino. Versos para una niña-ahijada llenos de belleza, rimas para descubrir el mundo, sonetos de una naturaleza que aún pervive en los pueblos, en Vidanes y en Cármenes, donde Llamas se refugió por temporadas del invierno al que a veces condena el cuerpo y de donde es con orgullo Fulgencio Fernández, trovador de eso que se da en llamar ahora lo rural, que rindió emocionado un pequeño homenaje a Paula, la madre del poeta nacido en el mismo pueblo que el escritor Padre Isla, y cuyo nombre lleva la segunda hija del periodista. No faltó una mención a la esposa fallecida de José Antonio Llamas. Fue así como se cerró el círculo y el título del poemario cobró todo el sentido: ‘Alma perdida’.

Después, Antonio Manilla a la voz, y a la guitarra y la voz Diego Gutiérrez, parte de la historia de los grupos folk Tarna y Pandetrave, recrearon algunos poemas musicados del espectáculo poético musical que han creado juntos.

Por el sendero ‘El Puerto’

Era tarde de sorpresas, estaba escrito. Después de una merienda de esas de agosto que aúna pueblos, y que estrechó los lazos de colaboración entre la Asociación Cultural Padre Isla y la junta vecinal de Vidanes, tan necesario en estos tiempos, vecinos y amigos —y viceversa— siguieron el pendón concejil del pueblo, que guiaba el alcalde pedáneo Ricardo Rodríguez, hasta el camino del Puerto, el sendero que serpentea en el curso del río Esla, donde la asociación descubrió una placa pintada por la bióloga María Ángeles Reyero con un verso de José Antonio Llamas en el que recuerda ese paisaje de infancia y vida. Un homenaje que ha sido parte de las actividades de los talleres de verano desarrolladas por los niños de Vidanes y organizadas por la asociación, un tributo a la naturaleza que no es, todavía, un ‘alma perdida’.

Y así fue como, entre todos, no dejaron hablar ni una palabra a José Antonio Llamas. Y cómo el poeta fue profeta en su tierra.

Homenaje natural

Una placa en el sendero ‘El Puerto’, a la orilla del Esla, recuerda con uno de sus poemas a Llamas

Gonzalo Fernández-Valladares, presidente de la Asociación Padre Isla, el poeta José Antonio Llamas y el pedáneo de Vidanes, Ricardo Rodríguez, con el pendón. MARISA VALBUENA RODRÍGUEZ

María Ángeles Reyero, autora del cartel y tesorera de la asociación cultural Padre Isla de Vidanes, con José Antonio LLamas. MARISA VALBUENA RODRÍGUEZ

Los escritores Juan María Campal y Julio Llamazares hacen fotos a José Antonio Llamas ante la placa homenaje en el paseo del río, conocido como el sendero El Puerto. S.V.P.