Rocci Mefer, una voz al servicio de la solidaridad
La artista, que hace poco presentó su disco ‘Carmela’, colabora en diversas causas sociales y ha fundado su propia asociación
Compromiso social
‘Carmela’
«La música es el latido de mi corazón, y el arte, mi forma de respirar», así describe Rocci su relación con la música y el arte. Muy pequeña descubrió la vocación musical en el coro de su pueblo, y a partir de ahí, ha seguido un camino que la ha llevado por distintas ciudades del mundo y por una amplia variedad de estilos y géneros.
«La pasión por la música viene de la mano de mi padre y mi abuelo paterno. Ellos son mis primeras influencias que hacen que despierte en mí la pasión por ella,» recuerda. Con estos primeros pasos, su amor por la música no hizo más que crecer. Durante su adolescencia, formó parte del coro local y de la Orquesta Reflejos, experiencias que la forjaron tanto a nivel personal como artístico. Más tarde, su profesión la llevó a vivir en lugares como Madrid, Londres, Nîmes y Barcelona, donde se sumergió en el teatro musical y en el góspel.
Su tiempo en la capital inglesa, particularmente, fue transformador, ya que allí se formó en técnica vocal y teatro musical, lo que le dio una base sólida para su carrera futura. Pero su verdadera inspiración vino durante su estancia en Perú, donde su sensibilidad se desarrolló plenamente. «Perú me despierta mi lado humano y es cuando empiezo a dar conciertos solidarios,» comenta Rocci. Estos conciertos no eran solo espectáculos musicales; eran actos de solidaridad en los que donaba sus ganancias a familias necesitadas del Lago Titicaca. Su misión siempre ha sido clara: usar su talento y su arte para hacer del mundo un lugar mejor.
El compromiso de la coyantina con las causas sociales va más allá de la música. Ha fundado su propia asociación sin ánimo de lucro, a través de la cual ha llevado a cabo proyectos en comunidades con bajos recursos en Marruecos, Cuba, Perú y Tanzania. «En cada uno de mis viajes, les he propuesto participar en mi proyecto, con el objetivo de mejorar su calidad de vida,» explica Rocci. A través de su página web, facilita a los viajeros interesados la posibilidad de convivir con estas familias, promoviendo un turismo auténtico y solidario que deja una huella imborrable tanto en los visitantes como en las comunidades locales.
Su álbum debut, Carmela , lanzado recientemente en formato vinilo y disponible en todas las plataformas digitales, es un trabajo profundamente personal y emocional. Inspirado en la pérdida de su madre, Carmela fusiona las raíces de la música negra con letras cargadas de sentimiento y verdad. «Este disco muestra la parte más humana de mí, es un tributo a mi madre y una celebración de la vida,» dice Rocci. Cada canción es un viaje de duelo, superación y optimismo, con un lenguaje cercano y empático que busca conectar con el público en un nivel íntimo y auténtico.
La presentación del disco ha sido cuidadosamente planificada para resonar con las raíces de la artista. El primer concierto de la gira tuvo lugar en el castillo de Valencia de Don Juan, un lugar emblemático de su pueblo natal, con el objetivo de honrar a su madre y conectar con sus orígenes. «Quiero que mi música ayude a enriquecer estos rincones de nuestro país», subrayando su deseo de revitalizar las zonas rurales y apoyar a las comunidades afectadas por la despoblación..
Para esta gira, Rocci ha formado su propia banda, seleccionando a seis músicos, entre los que se encuentran Tony Corral, ex saxofonista de Mago de Oz, o el guitarrista Jaime Cano. «La constancia, la persistencia y el trabajo duro me definen,» dice Rocci, quien se encarga personalmente de la autogestión de sus conciertos, desde la búsqueda de lugares hasta la coordinación de cada detalle logístico. «Mi objetivo es que cada uno de ellos sea una experiencia única,» añade, comprometida no solo con la calidad, sino también con la experiencia emocional de su audiencia.
«La música tiene el poder de cambiar vidas, y ese es el legado que quiero dejar,» concluye Rocci, que sigue su camino con la certeza de que cada nota, cada palabra y cada acto de generosidad cuentan.