MÚSICA FESTIVALES
Festivales en 2024: mejorar la experiencia para arañarle asistentes y foco a Taylor Swift
Javier Herrero.
Cifras estables y ediciones que buscaron ser más cómodas y diferenciadas, así ha sido la temporada de festivales de 2024 en un momento en el que grandes giras como las de Taylor Swift o Karol G acapararon buena parte del protagonismo social y de los presupuestos individuales para música.
"Antes, igual es verdad, que había opción de hacer las dos cosas, pero si quieres ir a Taylor Swift con una entrada VIP (a 400 euros) sacrificas lo demás", concede en una charla con EFE Nacho Córdoba, director del festival y "head promoter" para Live Nation España.
Se muestra convencido de que igual que "hubo una etapa muy fuerte de festivales, ahora hay una de 'headline shows', que se han convertido en 'el lugar en el que hay que estar', por lo que hay que dar más al fan del festival en su experiencia", una idea con la que coinciden otros promotores consultados.
"Para que el público quiera acudir a tu evento debes tratar de hacerlo más especial, diferenciador y cercano, una experiencia más amable y más social. Con tanta oferta, el bolsillo no da para todo", coinciden desde Mad Cool, que ha dedicado precisamente su última edición a subsanar los inconvenientes de 2023 tras su cambio de recinto.
En ese sentido, Javier Arnaiz, codirector del festival madrileño, celebra los resultados de este año en pos de la fidelización de los asistentes y le resta importancia al hecho de que macroeventos como el suyo o Primavera Sound (PS), en Barcelona, hayan dejado de colgar el cartel de "no hay entradas".
Buenas cifras de asistencia
Mad Cool es uno de los que ha mejorado sus cifras al recibir a 220.000 personas (frente a las 202.731 de 2023), tras reducir el aforo diario y el número de escenarios para mejorar la comodidad, pero con una jornada más, lo que a su vez produce menos solapamientos de conciertos.
No ha sido el único: también Primavera Sound aumentó hasta 268.000 las personas que visitaron sus cinco días de música este año (243.000 en la edición anterior), así como su vecino electrónico Sónar, que reclutó en tres días a 154.000 fieles, 24.000 más que en 2023.
Del "top 5" de festivales del país, volvieron a agotar asimismo todo su aforo tanto el Arenal Sound de Burriana (Castellón), con 300.000 asistentes en sus 6 jornadas de duración, como el Viña Rock de Villarrobledo (Albacete), con 240.000 en cuatro días.
De los eventos habituales en la cabeza de la clasificación, solo el Festival Internacional de Benicàssim (FIB) sufrió una pérdida notable, en gran medida porque contó con una jornada menos: pasó de 180.000 asistentes en 4 días en 2023 a 130.000 en 3 este año.
"Hay un público joven que no quiere el festival tradicional de cámping y que pide más amplitud en cuanto a géneros", opina Nacho Córdoba, para quien incluso la "gran fidelidad que había antes hacia marcas como FIB o PS" están a prueba, pues "se elije muy concienzudamente a qué se va a ir" en función de lo que se programa y de la experiencia previa.
Los festivales pequeños fidelizan
En ese contexto, ahora ya no predomina tanto el discurso de que "cuanto más grande es mejor", lo que le ha dado oxígeno a citas más modestas pero con mucha personalidad, como es el caso de Canela Party, en Torremolinos (Málaga), con su cartel bien diferenciado y el humor por bandera, como sus escenarios con nombres de Chiquito de la Calzada.
"Surgió como algo natural. Siempre hemos buscado esa comunicación simpática y cercana con la gente y la fiesta de disfraces del sábado da pie a eso y ayuda a desinhibirse. Además nos diferencia de otros, igual que el cartel, con bandas que no se suelen ver por aquí", indica a EFE uno de sus directores, Beto Pérez.
Para este formato, una de las grandes dificultades reside en el incremento de los costes, "que ha subido notablemente en los últimos años". "Y aunque intentamos ajustar lo máximo posible los precios de bebidas y abonos, en un festi pequeño como el nuestro se nota más", lamenta.
A pesar de ello, no se plantean aumentar aforo. "Aquí cabría el doble de personas, pero eso implicaría problemas que se ven en otros festis con colas en todos lados y donde la gente no está cómoda. No queremos que el público sea solo un número", asegura Pérez.
Las previsiones generales de todos para 2025 son buenas y alejan la idea de la "burbuja a punto de estallar". "Estamos en cifras estables y la música en vivo está más viva que nunca, valga la redundancia. Lo que pasa en todo caso es que se quedan los festivales con mucha experiencia y los nuevos que no hacen bien las cosas, desaparecen", considera Córdoba.
"El mercado es muy amplio, aunque algunos festivales desaparezcan por el alza de precios de las producciones, el de las bandas o las exigencias de las normativas. Hay que seguir trabajando, posiblemente más duro que nunca, para ilusionar al publico, pero nosotros vemos un 2025 muy ilusionante", concluye Arnaiz.