«León tiene mucha vida escenificable»
Alejandro Cartujo, cartelista, ilustrador y músico, expone en Camarote Madrid tres obras de su serie ‘Vinsiones’ en una muestra impulsada por Pablo Martínez
La caja de sorpresas revienta cuando dice Alejandro Cartujo: «Yo en realidad soy modisto. Estudié Corte y Confección, patronaje industrial. Lo dejé porque había cosas de ese mundillo que no iban conmigo. Descartado ese futuro posterior hubo uno anterior, al menos posible. La panadería familiar del Barrio Húmedo, que conectaba con todos los nombres señeros de ese enclave ya más mítico que real de la ciudad. La cuestión es que casi la resuelve al final cuando dice: «Yo no he encajado nunca en nada. Siempre he ido a destiempo. O voy por delante o voy por detrás», asegura. Lo que le convoca aquí, y durante la mañana de ayer, es la presentación de tres obras de su su serie Vinsiones , en una muestra impulsada por Pablo Martínez, de Espacio E, en Camarote Madrid. Con cierto rubor, Cartujo, cartelista, ilustrador, músico, pero también clásico de la ciudad, contestatario siempre que se pueda, un valor seguro para la polémica, como lo definía su compadre de Fundición Odessa Luismi Díez, asiste a la presentación de estas obras hechas en óleo sobre lienzo. Ya, en ese momento, más social que artístico de la presentación, se le acercan hasta dos personas. Dos mujeres que le comentan: «Solo te conocía de tu faceta musical».
La realidad es que el dibujo, la pintura, la ilustración y otras tareas realizadas en el mundo gráfico es parte fundamental de la actividad de Alejandro Cartujo, desde hace décadas cuando trabajó en Gráficas Cornejo, donde, por cierto, cuando él entraba salía Toño Benavides, talento leonés contrastado y consagrado donde los haya.
«Empecé así a hacer lo que me encargaban. Luego estuve trabajando de freelance hasta que con mi hermano Fernando y María Viejo montamos Cartujo Ideas y Diseños S. L», relata. Este punto de inflexión supone que ahora tras más de veinte años el trabajo que desarrolla se ha convertido en parte de la imagen de León, de sus pueblos, sus ferias y tradiciones. Lo hace desde un punto de vista personal que podría tener como base una idea: ««León tiene mucha vida escenificable. Yo lo que aporto es mi estilo, que simplemente es crear a mi manera. Hay gente que asocia un poco lo que hago a Vela Zanetti. Gané un concurso y me dio clases. Para mi es el maestro», afirma. El resto de su trabajo tiene también otras fuentes de inspiración que resume: «El manierismo de Miguel Ángel y la velocidad de Goya. Lo que yo pinto están inspirado en Miguel Ángel, Caravaggio, Vela Zanetti... Ese Goya rotundo», remarca.
Lo bueno de todo ello es que esa visión global la traduce a lo local leonés siendo uno de los cartelistas más reconocibles y presentes. Porque quién no ha visto sus carteles de la Feria del Chivo de Vegacervera. Cada año pone su toque en ese carteles que algunos han visto en Argentina. Pero la Feria Tradicional de Cármenes tendrá también en su cartel la firma de Cartujo, en donde homenajea cada año los oficios de la zona.
Este perfile profesional de Alejandro Cartujo, también músico en Cosmética, Voodoo Lovers y Chito Red, no sería el mismo sin su propia personalidad, que merece un capítulo extra a esta historia que es también su irrupción en la escena pública artística de León después de haberse resistido hasta ahora.
«Trabajo por la noche. Soy un poco estrambótico y desordenado», afirma, porque tiene que combinar esa parte creativa con el quehacer diario a las horas normales del resto, de su vida y su negocio. «Suelo dejar todo para el final. Y entonces empiezan las carreras. Porque me pongo a hacer algo y se me ocurre otra cosa. Estoy pintando y me viene una letra, o una melodía...», relata. Mientras cuenta esto, aparece otra chica que le recuerda del mundo musical y se muestra agradecida por lo que expone en el Camarote. «Exponer no me gusta. Tengo un problema. Como soy tan ampuloso para todo, considero que soy malo en todo. Tocando, pintando... Si yo no soy nadie, qué hago aquí, me pregunto cuando toca la parte de hablar con la gente. No me gusta esa parte del artisteo porque se me acaba muy pronto la puesta en escena. Cuando llega ese momento me tengo que ir de los sitios. El otro día, después de tocar, terminé por irme a un bar en el que sabía que solo había paisanos del pueblo para tomarme una cerveza solo», asegura. Y resulta llamativo, porque no es la imagen que proyecta cuando se muestra decidido a atacar cualquier tema en el que la energía va por delante, como si así asegurara el resultado final. Pero en realidad, se podría concluir que todo forma parte del espectáculo de la vida. Y Cartujo es de los que demuestra que quiere exprimirla con el mismo entusiasmo que el compromiso de no callarse cuando siente que hay injusticias a su alrededor.
Como por ejemplo, cuando analiza las nuevas tecnologías y cómo afectan tan de lleno al mundo creativo. «En esto que presento ahora digo: ‘Sin bocetos, de la cabeza al pincel y del pincel al lienzo, se llama IH, Inteligencia Humana’. La inteligencia artificial no puede sustituir a lo que hacemos con nuestro trabajo», asegura.
Puede decirse que en su caso así sera. Cuando se recorre la provincia y se descubren sus carteles, todos los caminos conducen a Cartujo.
La mejor de las reseñas críticas que podría recibir es que año a año repite. Si en el mundo cruel del arte tuviera que fajarse con las opiniones que vuelan como cuchillos, lo que está claro es que por su parte habría respuesta. Tal vez por eso su mejor elección ha sido ser fiel a su perfil artístico, creativo y musical, cada vez más alejado de confictos estériles. Porque además la fórmula que cree más útil para salir adelante en ese mundillo es de alto voltaje: «Valentía, vocación y ser más chulo que un chotis», remarca. Puede que así sea, pero lo más normal es que en lugar de ejercitarlo, en su caso le pille en la barra de ese bar, solitario, mientras los paisanos juegan la partida.