Diario de León

Condenados en León al garrote vil

A la izquierda, dos ejecutados por garrote vil; derecha, la cuarta columna de la Plaza Mayor donde había fechas de ajusticiamientos. SALVADOR GARCÍA JIMÉNEZ / JAVIER FERNÁNDEZ ZARDÓN

León

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El anarquista Salvador Puig Antich fue el último ejecutado a garrote vil en España en 1974, cuando el dictador Franco tenía ya los días contados. La abolición de la pena capital, sin embargo, no se haría efectiva hasta la Constitución de 1978.

En León el último condenado en pasar por el garrote vil —según los datos facilitados por el Archivo Histórico Provincial— fue el parricida Tomás Ramos García. La ejecución tuvo lugar, precisamente, en Puerta Castillo, entonces prisión y hoy sede de ese archivo. En el patio de la vieja cárcel, un verdugo ‘anónimo’ —el nombre no figura en ningún documento— acabó en 1949 con la vida de Ramos García, ejecutado por el asesinato de su esposa María García y de sus hijos Emiliano y Aurelio.

El Diario de León publicó algunas ejecuciones bajo el título ‘Sentencia cumplida’. El garrote se empleó también con presos políticos leales a la República. En la prisión provincial fueron ajusticiados con este método en 1938 Feliciano Güemes Fernández, Daniel Mallada Viejo, Mariano Lorenzana Fernández, Ángel Vacas Argüello y Generoso Valbuena Gutiérrez. Todos ellos acusados de «auxilio a la rebelión». Entre 1937 y 1949 fueron ‘liquidados’ en la prisión de León 391 presos, casi todos por cuestiones políticas; y otro más, Bernardo Ávarez Morán, fue fusilado el 4 de marzo de 1938 en la cárcel de Astorga. Aunque a la mayoría de los presos políticos se les pasaba por las armas, y el garrote vil se reservaba para los comunes, hubo excepciones. Como Ángel Rojo Fernández, fusilado por cometer un atraco a mano armadoaen 1941.

Alfonso Provecho Santa María contrajo matrimonio en 1937 «antes de la recogida del piquete», según consta en la documentación.

En la lista de los ajusticiados hay una única mujer, Emilia Gómez González, fusilada en 1938, de la que se hace constar que estaba embarazada. Un año después correría la misma suerte Sócrates Casanova Gómez Jareño, por sabotaje en el aeródromo de La Virgen del Camino. Hay maestros, políticos, sacerdotes y alcaldes como Santos Sierra Calle, regidor de Riaño, que fueron llevados al paredón de la prisión que ahora esta rodeada por las esculturas de Eduardo Arroyo.

En las fichas de los fusilados no se hacen constar los nombres de los miembros del pelotón de ejecución. Gerardo Arias ‘El Patas’, minero de Villaseca de Laciana, veterano de la revolución del 34, subió al patíbulo en 1937.

El 9 de abril de 1948 un verdugo liquidó a garrote vil en Puerta Castillo a Marcelino de la Parra Casas. Tenía 29 años y era uno de los líderes de la guerrilla antifranquista. El diario Proa le dedica un amplio artículo titulado Bandolero ajusticiado . «En las primeras horas del lunes fue cumplida la sentencia de pena capital impuesta por un consejo de guerra al bandolero, declarado culpable de catorce delitos de robo a mano armada en León y Zamora, en los que fallecieron muchas personas inocentes y otros actos de repugnante salvajismo», publicó Proa .

En marzo de 1947 en el periódico aparece una nota de ‘Sentencia cumplida’ en la que se cuenta la ejecución a garrote vil de Aureliano Suárez, «juzgado en reciente consejo de guerra, como autor de numerosos atracos a mano armada y en cuadrilla. El reo se mostró arrepentido y recibió los auxilios de la religión», dice textualmente el artículo.

Durante años, la horca fue el método de ejecución más común en España. Pero con la invasión napoleónica, tanto el rey francés como las Cortes de Cádiz coincidieron en que el garrote era un procedimiento más rápido y menos degradante que pender de una soga.

Antes de que las ejecuciones a garrote vil se llevaran a cabo en la Prisión Provincial, a puerta cerrada, el patíbulo se alzaba en la Plaza Mayor, a la vista de una gran multitud. Sobre la tarima se colocaba el poste con el aro del hierro del garrote vil. Un pregonero anunciaba, con el reo ya presente, los delitos por los que el infortunado iba a sufrir el infame castigo. Hasta hace unas décadas había pruebas ‘visibles’ de las ejecuciones. La cuarta columna de los soportales del ala norte era una especie de libro contable de los ajusticiamientos. La columna, hoy cubierta por varios revocos, tenía grabadas: «En 1832 se dio garrote...». También se leían otras fechas, como marzo de 1776...

Patíbulo a la vista

La Plaza Mayor y la prisión provincial fueron los escenarios de las ejecuciones a garrote vil

A la izquierda, dos ejecutados por garrote vil; derecha, la cuarta columna de la Plaza Mayor donde había fechas de ajusticiamientos. SALVADOR GARCÍA JIMÉNEZ / JAVIER FERNÁNDEZ ZARDÓN

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