Placeres para no olvidar de Luis Quiroga

La vida musical de Luis Quiroga, fallecido este domingo a los 69 años, se construye a base de propensión. Propenso al rock de los 70, a la new wave, a la Movida, al jazz, el son, los boleros, lo latino o lo cantautoril. A todo. Todo lo que llevara la palabra Cultura como epígrafe, también. Cine, guiones, libros... En todos los casos, con entusiasmo. Y se forma también en base a su calidad como instrumentista. Un guitarrista de temple clásico (la guitarra española era lo que más le tiraba) pero que se fajó con total solvencia en el territorio eléctrico, que por generación le tocó vivir en toda su intensidad. Podría decirse que todo lo quepa entre, por ejemplo, Joe Jackson o Elvis Costello y, por venir a lo local, la Faria Oléstar, formaba parte de sus gustos. O sea, otra vez, todo para siempre. Y con más rigor documental de lo que se puede suponer en medio de las urgencias musicales que siempre hubo. Porque su pasión musical iba más allá en búsqueda del relato que explica las causas y las cosas.

Esa actitud hizo que su trayectoria en la música de León haya tenido capítulos para todos los gustos. Desde Los Atrevidos, con Manu Positivo y Héctor Díez, al Trío Sabor Latino con Josele Morán, por marcar inicios y momentos finales. Entre medias formó parte de lo que se podría llamar la generación Cardiaca, desde donde llega a uno de los proyectos con más cuajo como fue Abuelo Jones. Pero también estuvo como músico guitarrista fundamental con el añorado Miguel Escanciano, cuando Banderas de abril se convirtió en un hit de cercanía para los leoneses. También fue parte de Miguel Escanciano y los Secuaces, formación de amplia propuesta en donde, entre otros, estaba Elicio Barrio, destacado compositor y acordeonista con el que compartió otros proyectos. Incluso no le hizo ascos al mundo de las orquestas y se embarcó en Colors, con referentes de la escena rock leonesa como Toño Capricho o Alfonso Mateo. Y participó en el Coro de la Cárcel, dada su condición de funcionario de prisiones. Entre himnos y demás, su último trabajo fue la banda sonora del corto Placeres olvidados.

En definitiva, un tren musical de más largo recorrido del que se podría suponer para alguien que no ejerció el papel de músico profesional. Esto es, no vivió de la música pero la música vivió en él. Y al final puede que haya merecido la pena porque los avatares de la vida sí le permitieron comprobar que además de ser Luis Quiroga, músico leonés, había empezado a ser en el mundillo escénico, por las leyes buenas de la vida, el padre de María Quiroga, talentosa música que forma parte en los puestos de cabeza del esperado relevo de los que han de llevar el timón del directo escénico leonés. El funeral tendrá lugar este lunes, 14 de octubre, a las 16.00 horas en Nuestra Señora del Buen Consejo.