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El Grial que León guardó bajo tres llaves

Los últimos símbolos de los concejos. León conserva muy pocas copas concejiles, pero hay algunas tan extrañas como la de Genicera, con símbolos que recuerdan a la cultura celta. Estos ‘griales’ con los que las asambleas vecinales sellaban acuerdos se guardaban en arcas bajo tres llaves.

Dibujo del fondo de la copa de Geniciera que no ha sido descifrado. DL

León

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La ceremonia tiene cierto paralelismo con la Última Cena. Los concejos sellaba sus alianzas con una copa similar al Santo Grial. Las disputas y desencuentros se resolvían con un ‘balsámico’ vino. Era un acto simbólico: beber unidos para acabar unidos. Las copas formaban parte de la liturgia de los concejos, la secular institución de gobierno en los pueblos leoneses. Estos cálices se guardaban en un arca cerrada con tres llaves —el arca de tres claveros—, junto a la vara, las ordenanzas y la documentación del concejo.

En estas asambleas se abordaban cuestiones como la batida de lobos, la reparación de puentes, caminos y presas, la espalada de la nieve, la corta de la leña, los acotados de pastos o los repartos de tierras comunales y se nombraban campaneros, peritos, guardas... Una forma política que se remonta a la Edad Media y cobró una especial importancia a lo largo de la Edad Moderna en el caso leonés.

En esas reuniones los participantes sellaban las decisiones con la cata de vino en una o dos copas de plata —un cuerno en los pueblos más pequeños—. La plata, como metal precioso, solemnizaba la importancia del concejo.

Apenas se conservan unas pocas copas concejiles en toda la provincia. El Museo de León y el Etnográfico de Riaño custodian algunas.

El edificio Pallarés recibió un valioso legado de la Junta Vecinal de Portilla de la Reina, sus dos copas concejiles. Hace cuatro años fueron ‘La pieza del mes’ del Museo de León, que explicó que «previamente, en Hispanoamérica fueron usadas como vajilla de lujo y a través, seguramente, de Fernando de Tovar Enríquez de Castilla (señor de la Tierra de la Reina y primer marqués de Valverde de la Sierra, de la orden de Calatrava, armas que adornan las copas) acabaron por ser empleadas como copas ceremoniales en los concejos de esta pedanía».

El Museo Etnográfico de Riaño preserva en una vitrina especial cuatro copas procedentes de los concejos de Riaño y Acebedo.

Pese a la peculiaridad de las copas concejiles, muy pocos investigadores han reparado en ellas. Es posible que se preserven más que las conocidas de Genicera, Caminayo, Carande, Boca de Huérgano, Ferreras del Puerto, La Puerta, Pallide, Morgovejo, Puebla de Lillo, Vegacerneja y las citadas de Portilla de la Reina, Riaño o Acebedo, entre otras, y que quien las guarde ignore su origen ancestral.

Es el caso de la de Valdavida, ‘descubierta’ en 2010. La había conservado una familia durante cincuenta años sin saber que se trataba de una copa concejil. La copa, de plata y con la leyenda: «Sirvo al concejo de Baldabida», es una de las pocas piezas de estas características que hasta el momento se han rescatado en los últimos años.

Una copa ‘extraña’

David Llamazares Lara, vicepresidente de la Junta Vecinal de Genicera e historiador, ha investigado a fondo la copa concejil de esta localidad. En un bautizo le hizo unas fotos y reparó en que «tenía símbolos raros». Llamazares inició entonces una investigación, tras consultar a los profesores de la Universidad de Leon César García Álvarez y Joaquín García Nistal. Aunque se trata de una pieza de orfebrería del siglo XVII o XVIII, su simbología recuerda a la de algunas culturas prerromanas. El cáliz tiene grabada la inscripción: «Soy del lugar de Genizera».

El vaso está compuesto «por ocho gajos unidos por ocho listones de soldadura». Pero lo más llamativo es el dibujo interior. «Una imagen espiral de cinco brazos, rodeada de ocho oquedades circulares y, a su vez, rodeada por una serie de pequeños puntos que denotan un gran desgaste». Llamazares sospecha que esta iconografía espiral entronca con símbolos característicos de culturas como la celta. Una de las posibles interpretaciones es que se trata de una representación del Sol (la espiral) con los ocho astros (las oquedades) que son visibles en el cielo nocturno: la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. En este caso, la copa concejil sería «una síntesis del universo conocido», explica Llamazares. Pero él mismo objeta que hasta el siglo XVIII Urano y Neptuno no formaban parte del mapa astronómico.

Entonces plantea la hipótesis de que el número ocho hay que interpretarlo en clave lunar. Llamazares que publicó un trabajo sobre la copa concejil de Genicera, aboga por nuevos análisis y espera que la aparición de algún documento antiguo pueda arrojar nuevas pistas.

Copfas de Portilla de la Reina donadas al Museo de León. DL

Una de las copas concejiles que exhibe el Museo de Riaño. DL