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Los leoneses que se hicieron inmortales

Un paseo escultural por la ciudad. El incremento de zonas peatonales y rotondas está detrás del auge de las esculturas urbanas. El profesor José Luis Díez Pacual ha creado un blog para seguir la pista a más de 120 diseminadas por León capital.

Las Infantas ‘andantes’. Las colocaron delante de San Isidoro. Pero duraron allí 15 días. Luego pasaron a Ramón y Cajal.Las estatuas de las tres infantas primero estuvieron en San Isidoro. RAMIRO

León

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Guzmán, el héroe de Tarifa, no fue bien recibido por los leoneses. La primera estatua de León, colocada el 15 julio de 1900, provocó la indignación en una ciudad de apenas 18.000 habitantes. El autor, el artista segoviano Aniceto Marinas, fue elegido por la Academia de Bellas Artes de San Fernando en un concurso dotado con 12.000 pesetas al que se presentaron siete proyectos. El escritor Antonio Valbuena se ensañó: «Una mala obra se ha hecho modernamente en León, por cuenta de la Diputación, erigir a uno de los leoneses más ilustres, Guzmán el Bueno, una estatua ignominiosa y, por desgracia, está colocada en el sitio más visible».

Tras Guzmán, que según algunos investigadores ni era leonés ni ofreció su daga a los moros para que sacrificaran a su hijo antes que rendir la plaza de Tarifa, una legión de personajes lograron la inmortalidad en algún enclave privilegiado de la ciudad. Aún así, muchos bustos pasan desapercibidos, mimetizados con el paisaje urbano. Actualmente, más de 120 esculturas han convertido la ciudad en un gigantesco museo al aire libre. «Muchas no se sabe de quién son ni cuándo se pusieron», explica José Luis Díez Pascual, profesor de Secundaria jubilado y amante del arte que decidió crear el blog esculturaenleon.blogspot.com para sacar las estatuas leonesas del ‘limbo’. Cuando comenzó a investigar comprobó que ni siquiera el Ayuntamiento tenía todas documentadas.

No solo se ha centrado en las estatuas que pueblan calles y parques, sino que, de momento, ha incluido una veintena que adornan edificios singulares, como los dioses esculpidos para la Casa Téllez, en la calle Ancha, 17; y el san Froilán protegido en una hornacina de la fachada del Seminario Mayor, en la plaza de Regla.

Explica que en 2007 el Ayuntamiento editó el libro León escultura urbana, pero «ha aumentado el número de obras de este tipo en las calles de la ciudad».

Eduardo Arroyo, autor del polémico conjunto escultórico conocido como Las moscas, ubicado en Puerta Castillo, puso en entredicho

 —cuando arreciaban las críticas hacia su obra—, la calidad estética de todas las esculturas «sembradas» por la ciudad. La tensión llegó a tal extremo que Arroyo amenazó con arrojar sus esculturas al Bernesga. El artista de origen lacianiego es, quizá, el más conocido, pero entre la larga lista de autores de arte urbano figuran los escultores Víctor de los Ríos, José Luis Casas, Juan Carlos Uriarte, Marino Amaya,o Martín Vázquez de Acuña o Castorina.

La última documentada es San Jorge matando al coronavirus, de Amancio González —autor de varias obras en la ciudad como la célebre Negrilla de Santo Domingo—, colocada el año pasado en la rotonda del Hospital Universitario de León. Del mismo artista es el busto del Hermano Tomás, uno de los impulsores y fundadores del equipo de balonmano Ademar, instalada en 2021 en la avenida Álvaro López Núñez. Entre las más recientes, la mano gigante, homenaje a los veterinarios, instalada en el jardín del Cid en 2023 y obra de José Antolín Álvarez Chamorro.

Arte urbano en auge

La peatonalización de Ordoño II sembró está calle de esculturas. Una de ellas cambió de color y significado. Se trata de Saltando el burro, de Javier Robles, que el artista repintó de azul y amarillo, como la bandera de Ucrania, en protesta por la invasión rusa.

Personajes ficticios como Don Quijote o el anarquista leonés Buenaventura Durruti están inmortalizados en la ciudad, junto a una legión de reyes, desde el rey Pelayo a Alfonso V, el emperador Alfonso IX —el que convocó las primeras Cortes parlamentarias de Europa—, pasando por las Infantas del pequeño jardín de Ramón y Cajal, Doña Urraca o la reina Sofía. Tampoco León olvida su origen romano y a dos de sus mandatarios más ilustres, que, tras su paso por León, se ciñeron la corona de emperador: Trajano y Galba.

El santoral ha sido fuente de inspiración para numerosos artistas, de cuyo cincel salieron los bustos de san Froilán, san Francisco de Asís, san Marcelino Champagnat, san Vicente de Paúl, santa María o santa Luisa de Marillac, la Inmaculada, Nuestra Señora del Mercado y la virgen del Carmen.

La música tiene su pequeño capítulo, con la efigie de Felipe Magdaleno, fundador de la Coral Isidoriana; el compositor Ángel Barja; y el maestro Odón Alonso. Asimismo, junto al templete de la Condesa hay un arpa como homenaje a los músicos, cuyo autor sigue siendo un misterio para el autor del blog.

Varias esculturas en calles y rotonda, conmemoran episodios históricos o de la tradición, desde los pendones a la lucha leonesa, las cabezadas, el Reino de León o rinden homenaje a los constructores de catedrales.

Sin contar vírgenes y santas, la ciudad únicamente ha dedicado una estatua a una mujer, Clara Campoamor, impulsora del voto femenino. Se trata de un pequeño busto del artista Juan Antonio Cuenca colocado en la calle que lleva el nombre de la diputada y abogada, en una de las zonas ajardinadas de Eras de Renueva.

El autor de la guía virtual anima a mantener en el tiempo rutas por las esculturas de la ciudad. Díez Pascual tiene sus favoritas. «Me gusta mucho la de Odón Alonso, porque me parece muy entrañable», dice. Entre sus ‘debilidades’ también cita La mano amable, obra de 2017 del artista Jorge Miguel Aller Tascón, en la rotonda de la Universidad. Representa la mano de un paciente agarrado a la de una enfermera para tratar de mostrarle su apoyo y cariño en el momento de debilidad física y mental del enfermo. Esta obra conmemora el centenario de la creación del Colegio Oficial de Enfermería de León, pero, según Díez Pascual, «el autor la hizo acordándose de su madre».

Algunas estatuas han sido víctimas del vandalismo, fueron suplantadas por réplicas por los estragos del tiempo, como el rey Pelayo que corona el arco de la cárcel, o cambiaron de ubicación, como las tres infantas, inicialmente ‘plantadas’ delante de la puerta de San Isidoro.

Una gran mayoría —decía Arroyo— «son de dudoso gusto». Las numerosas rotondas de Eras de Renueva y los espacios abiertos del campus de Vegazana propiciaron que las esculturas brotaran como las setas». Algunas han sufrido demoledores atentados o han sido pasto del spray.

En los últimos años un escultor anónimo, apodado el ‘Banksy leonés’, ha colocado con nocturnidad piezas artísticas como alegato contra el mal gusto del arte callejero leonés. Esculturas tan excesivas como un mobiliario urbano que resulta asfixiante y hace la ciudad impracticable.

La Casa Téllez. La fachada de este edificio de la Calle Ancha es todo un homenaje al mundo grecolatino. No es el único inmueble de la ciudad ornamentado con estatuas en el exterior. RAMIRO

La primera. La estatua de Guzmán es la primera que se colocó en León en 1900. No estuvo exenta de polémica. RAMIRO

El arco que vino de... Está desde 2002 en Torres de Omaña, obra de Corinne Van Berge. Su parecido con otro más antiguo de Canarias provocó polémica. RAMIRO

Arte de rotonda. Las esculturas han encontrado hueco en las nuevas glorietas y las zonas peatonales. RAMIRO

Algunas estatuas sufrieron accidentes, como la de las Cabezadas, en la plaza de San Isidoro, que fue arrollada por un camión. RAMIRO

La única mujer. El busto de Clara Campoamor lo inauguró la exministra Carmen Alborch. Es la única estatua de una mujer en León, a excepción de varias reinas, santas y vírgenes. RAMIRO

El profesor y autor del blog dedicado a las esculturas José Díez Pascual. RAMIRO