Gonzalo y Diego Valladares: reencuentro de guitarras en concierto en la Biblioteca
Son padre e hijo guitarristas bien avenidos, compenetrados y complementarios. Son Gonzalo y Diego Valladares, en concierto este viernes en la Biblioteca Pública a las 19.00 horas con entrada libre hasta completar aforo. Y supone además un reencuentro porque los avatares profesionales les llevan a estar separados y dejar de lado la sana costumbre de tocar juntos.
«¿Yo podré tocar algún día la guitarra como tú?», preguntó el niño Diego en una mezcla perfecta de ilusión y humildad. El padre, que tira de esas dos condiciones como requisito fundamental para su música, le dijo que por qué no, que estudiando y trabajando, aprendería.
Cuando suene la mítica Entre dos aguas, de Paco de Lucía, en la que Diego Llamazares, por así decirlo, hace del genio, el público será consciente de hasta dónde logró cumplir su sueño de guitarrista, heredero de cierta dinastía, puesto que no sólo su padre toca la guitarra, sino que había tíos abuelos de ambos también músicos.
Igualmente sonará, en un contexto musical a medio camino de la guitarra clásica y el flamenco, el célebre tema de Paco Cepero Agua marina. Y Malagueña salerosa, Como las alas al viento, una Zambra árabe... Por supuesto bulerías, también.
Y mientras el público disfrutará, Gonzalo y Diego Valladares reeditarán los conciertos que daban hace diez años. «Al tocar juntos en casa teníamos mucha compenetración. Luego Diego se fue y aunque hace mucho que no tocamos, en los ensayos parece que mantenemos esa conexión. Diego toca muy bien. Tiene mucho compás, que es muy importante para esta música», relata Gonzalo, que también cree que «la música es una carrera infinita. Nunca se aprende todo. Y se aprende además de ver a otros, sea el estilo que sea», asegura.
Desde ese prisma del aprendizaje continuo sonarán sus guitarras hoy. Una granaína por aquí, un fragmento del Concierto de Aranjuez, por allá. Escuela y estudio, por tanto, pero también calle, ir a las fuentes de las que mana el gran flamenco. «El lenguaje flamenco es muy callejero», matiza el padre de este dúo que tiene algo de Guadiana por imperativos de la vida, pero que cuando comienzan a sonar las guitarras de ambos se funden manteniendo cada una de ellas su personalidad, sonido y forma de tocar.