Cierre espectacular de Quimeras con Merino
El autor apeló en la clausura del festival a la alta imaginación y parafraseo al profesor Souto: «No fue el ser humano quien inventó la ficción, sino la ficción la que inventó al ser humano»
Si hubiera que apostar por el más consistente territorio de la imaginación uno de los valores más seguros sería José María Merino. Tal vez sea un elogio con términos demasiado materialistas, pero en este caso vale cuando su presencia para la clausura del II Festival Internacional de Literatura Insólita, el autor de Las visiones de Lucrecia, y de cuentos que lo sitúan entre los más importantes de habla hispana de toda la historia, o novelas y artefactos para los más pequeños que son una auténtica invitación a la cultura para siempre, llenó la sala del Palacio del Conde Luna y fue perfecto colofón, un punto y final que pone la expectación en la próxima edición de Quimeras, que es algo así como el apodo de este II Festival Internacional de Literatura Insólita creado y organizado por la Academia de las Artes, las Letras y las Ciencias.
José María Merino inició su coloquio con Natalia Álvarez, comisaria del festival, con una idea del profesor Souto, personaje de ficción de la prosa meridiana, quien sostiene que «no fue el ser humano quien inventó la ficción, sino la ficción la que inventó al ser humano».
Merino expresó la idea de que «la ficción nos ha ayudado a entender la realidad y que, por nuestra curiosidad innata, hemos querido descifrarla, preguntándonos, por ejemplo, sobre el cómo se creó la Vía Láctea, cuya resolución está en esa niña quien, un buen día, lanzando un puñado de cenizas, consiguió lo indecible y creó, en efecto, nuestro mundo».
De ello se deriva, deigual manera en palabras del autor, que «la ficción nos sirve para ir entendiendo la realidad».
El entrecruzamiento de mundos, de dimensiones, así como la metaficción y la dimensión psicológica para ahondar en el ser humano son motivos fundamentales de su obra.
En concreto, el doble, que quizás se esconde detrás de ti, de nosotros, o los sueños, son ambos motores ineludibles en su prosa que nos han permitido conocer la realidad, idea que apoya fielmente Merino.
«Veo el futuro de un modo muy tenebroso», dijo el autor en relación a las guerras actuales y, en general, a las prácticas de la violencia que siguen imperando en nuestra cotidianidad. Y también añadió: «Me gustan las cosas raras, porque me pasan cosas raras».