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El Molino Sidrón ‘toma la palabra’

Un rescate que cuesta un millón. Cerrado en 1931 y engullido durante décadas en un garaje, el Molino Sidrón ‘emergió’ con la restauración de la muralla en la Era del Moro. Tras dos años de espera, el edificio histórico se convertirá en un espacio para ‘empoderar’ el ingente caudal literario leonés.

Al fondo el edificio del molino, junto al tramo de muralla que discurre por la Era del Moro. RAMIRO

León

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La rehabilitación de la muralla tardorromana que discurre por la calle Era del Moro, invisibilizada durante décadas por la tapia de un negocio de desguace que la mantenía oculta, dejó pendiente el rescate del Molino Sidrón. El edificio de la última harinera de León capital, utilizado durante años como garaje, salió a la luz durante esos trabajos. Una construcción de tapial en ruinas —ahora de titularidad municipal— que lleva varada desde hace dos años, a la espera de una restauración. Una intervención que costará un millón de euros, con cargo a los fondos europeos Next Generation, como anunció ayer el Ayuntamiento, que quiere convertirlo «en referente de la vida cultural de la capital leonesa».

La idea era crear aquí La Casa de la Palabra, una institución para encumbrar la memoria de la literatura, la lengua y la oralidad de León, en 350 metros cuadrados, repartidos en tres plantas. La primera planta será la destinada a la Casa de las Letras Leonesas y las dos superiores albergarán un centro de emprendimiento empresarial especializado en temas de ocio, turismo y cultura.

El Molino Sidrón, el último ingenio hidráulico tradicional existente dentro del casco urbano de León, dejó de funcionar en 1931. En realidad, lo único que hoy permanece en pie de los dos cuerpos y del gran silo es el edificio original del molino.

Apenas hay datos sobre su historia. El documento más antiguo es del año 1868. Se trata del Boletín Oficial de la Provincia de León, donde aparecía este anuncio: «Se arrienda la acreditada Fábrica de Harinas que fue de don Antonio Santos, sita en las afueras de esta ciudad». Los hermanos Pilar y Mariano Santos son quienes consiguen darle un fuerte impulso a comienzos del siglo XX. Le encargan al maestro de obras Andrés Valcarce Martínez una ampliación de las instalaciones; básicamente, un gran silo.

La leyenda del tesoro

La Era del Moro aún conserva restos del canal que movía las piedras del molino. El agua procedía del río Torío y se canalizaba a través de la presa de San Isidro. El edificio preserva los arcos de medio punto bajo los que entraba al molino el agua de la presa e impulsaba la maquinaria.

Según una antigua leyenda popular, aquí hay enterrado un tesoro, un ajedrez de plata y oro. Con él disputaban largas partidas un judío, experto orfebre, que construyó el ajedrez, y un moro, que jugaba con las piezas de oro. Cuando tuvieron que separarse, por culpa del edicto de Granada 1492 firmado por los Reyes Católicos para la expulsión de los judíos, acordaron enterrarlo hasta que volvieran a reencontrarse, lo que nunca sucedió.

Según el Ayuntamiento, comienza ahora el proceso de licitación. Una vez adjudicadas las obras, tendrán un plazo de ejecución de catorce meses. Así que habrá que esperar a 2026 para ver el molino nuevamente ‘en funcionamiento’.

Imagen de los edificios que componían el molino. PEPE GRACIA

Interior del molino cuando era usado como garaje. RAMIRO