PERSONAJES ÚNICOS
Muere el leonés Conrado, el último maletilla romántico
Buscar la gloria y burlar la miseria: la figura del torerillo desaparece con su muerte
Viajaban en los topes, sorteaban el acoso de los mayorales, engañaban el hambre y despreciaban la vida en capeas de toracos resabiados y vara larga en busca de la gloria y para burlar la miseria: la figura del torerillo romántico desaparece con la muerte, a los 98 años, de Conrado, el último maletilla.
A secas, así se le conocía a Conrado en las dehesas, capeas y pueblos de Castilla la Vieja, León, Extremadura y Portugal donde se licenció en la universidad de la vida en un ejercicio de libertad, afición y romanticismo que inició en 1942, con apenas 16 años, y concluyó en 2008 tras ser corneado en Torrejoncillo (Cáceres).Conrado Abad Gullón, nacido en 1926 en Castrocontrigo (León) y destetado en la sanabresa Molezuelas de Carballeda (Zamora), se empeñó en contradecir en todos sus términos la dedicatoria con la que el escritor Ángel María de Lera abrió «Los clarines del miedo» (1956), la novela más lograda de temática taurina.
«A los héroes del hambre y del miedo. Nadie les recuerda porque no alcanzaron un nombre. Muchos de ellos, sin embargo, dejaron su vida en las capeas y todos su juventud», escribió Lera en el frontispicio de la novela donde describió con tanto verismo como crudeza el submundo de las capeas, escuelas de vida y de muerte.Muchos se echaron al camino para hacer lunas en cerrados, calentar tapia en tentaderos y trenzar paseíllos en plazas de carros, aquellas capeas que abominó Noel en sus bellas diatribas literarias, retrató Gutiérrez-Solana en aquelarres taurómacos y describieron en letra romántica Antonio Díaz-Cañabate y Luis Fernández Salcedo entre otros.
A Conrado sí se le recuerda, su tez curtida, cuerpo enjuto y fibroso con el pelo blanco, al maletilla que en 1958 prestó su muleta a un Viti en agraz, que coincidió con El Cordobés en los camino.