Diario de León

Wolf, el espía que surgió del frío, cumple 80 años de éxito editorial

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Gemma Casadevall - BERLÍN.
León

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Markus Wolf, el ex-jefe del espionaje germano-oriental, inmortalizado por el novelista Johnn Le Carré en el personaje Karla, cumple 80 años convertido en autor de best-sellers, al que ni la justicia pos-reunificación ni el afán editorial han arrancado más que la superficie de sus secretos. Mucho ha cambiado en la vida del Espía que surgió del frío en la última década y media. Wolf, en otros tiempos apodado El hombre sin rostro, es una presencia habitual de tertulias televisadas, que responde con cortesía, a veces glacial, a sus interlocutores. De las condecoraciones recibidas por el régimen de la Alemania comunista pasó, tras la unidad alemana, a prófugo de la justicia, primero, y a verse en el banquillo de los acusados, después. El cerebro que desbarató la carrera de Willy Brandt y dirigió un ejército de 4.000 agentes -entre ellos, los Romeo, seductores de secretarias en puestos clave- es ahora un jubilado de porte elegante, que dice percibir una pensión «de castigo». Pero algo permanece inalterable: su fidelidad al secretismo, clave del éxito de un servicio de espionaje que causó la envidia y desesperación en sus homólogos occidentales. Los lanzamientos de los libros de Wolf han ido acompañados de gran aparato mediático y han provocado el desasosiego de más de un antiguo compañero de filas o sujeto «espiado». El primero de la serie fue La Troika, unos meses antes de la caída del Muro, donde sorprendió por sus críticas al régimen germano-oriental, tras 34 años al servicio de su red de espías. Con Jefe del espionaje en guerra secreta. Recuerdos, en 1997, el ex-hombre sin rostro se puso al servicio de una operación editorial con lanzamiento simultáneo en catorce países. La misma regla se aplica a su más reciente libro, Los amigos nunca mueren, publicado el pasado otoño, donde rinde homenaje a los «soldados del frente invisible» -como denomina a los espías-. Eso sí, sin traicionar anonimatos por «razones éticas».

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