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La revista «Tierras de León» incluye entre sus páginas un estudio sobre la trayectoria y las obras publicadas de la veterana etnógrafa Concha Casado

Toda una vida investigando

Publicado por
Emilio Gancedo - LEÓN.
León

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Tierras de León, la revista que cada seis meses publica el Instituto Leonés de Cultura, organismo autónomo dependiente de la Diputación leonesa, desgrana en su número 115, que acaba de salir a la luz, siete temas que corresponden a otros tantos aspectos de la cultura y la identidad leonesas. Uno de los más destacados es sin duda el titulado Concha Casado: Aproximación bibliográfica a una etnógrafa leonesa, escrito por el investigador y bibliotecario Pío Cimadevilla. Un ejercicio de acercamiento, a través de la vida y la obra de esta infatigable estudiosa del folclore y las raíces lingüísticas, históricas y sociales del Viejo Reino. Se trata de una gran oportunidad para conocer el trabajo desarrollado por esta investigadora a lo largo de toda su trayectoria, y sobre todo, para descubrir la vitalidad que durante todo este tiempo ha desplegado y sigue desplegando, siempre con una ilusión envidiable y con una energía que para sí la quisieran otros mucho más jóvenes. Cimadevilla nos revela algunos detalles biográficos, como la procedencia paramesa de su padre (de Pobladura de Pelayo García) y zamorana de su madre (Faramontanos de la Sierra). Familia dedicada al comercio textil, poseían un establecimiento en la calle Varillas de la capital leonesa; en cuyo número seis nació Concha Casado en 1920. Quinta de seis hermanos, dedicados a diversas profesiones (medicina, docencia, comercio), recibió sus primeras letras en el colegio de las Hermanas Carmelitas. Continuaría sus estudios en el llamado Instituto de Segunda Enseñanza de León, hoy Padre Isla, y concluía su bachillerato en 1937 tras haber recibido clase de maestros tan destacados y queridos por ella como Manuel Santamaría. Justo tras finalizar la Guerra Civil, en 1939, Casado comienza sus estudios de Filosofía y Letras en Madrid. El primer año vive en una pensión alejada del ambiente universitario, pero en su segundo año se traslada a la célebre Residencia de Estudiantes. A la efervescencia cultural vivida en este lugar se unían sus clases con relevantes figuras tales como Rafael Lapesa o Dámaso Alonso. En 1947 terminaría con premio extraordinario su doctorado con la ya famosa tesis sobre el habla de la Cabrera alta. Su trabajo en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, sus abundantes publicaciones, los museos que logró poner en marcha en León y muchos otros aspectos de su fecunda vida, encaminada siempre a dignificar y valorar las tradiciones leonesas, están bien recogidos en este número.