Diario de León

OPINIÓN Domitila González Díez (*)

Un agradecimiento necesario

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León

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Un grupo de excomponentes de la Coral Isidoriana, que iniciamos nuestra andadura en la misma al principio de su existencia y que, por tanto, la llevamos muy dentro de nosotros, lo mismo que a su fundador, nuestro querido don Felipe Magdaleno que nunca olvidaremos, nos encontramos en la obligación -porque así lo sentimos- de dar las gracias a todos cuantos han recordado en los medios de comunicación tan triste fecha que es, a la vez, tan entrañable para nosotros. Vaya pues, nuestro sincero agradecimiento al señor Miguel Ángel Nepomuceno por un artículo que escribió en este periódico el día 12 de enero y que titulaba: Veinte años sin Felipe Magdaleno, donde iba incluida, además, una foto de la Coral Isidoriana con don Felipe dirigiendo un concierto en el año 1997. No vamos a hacer aquí una glosa del mismo porque la gente ya lo ha leído y la que de verdad apreciaba a don Felipe hasta lo habrá guardado como recuerdo por su gran contenido. Gracias. También expresamos nuestro agradecimiento a María Dolores García, que al pie de la misma página del cronista anterior, recuerda a don Felipe Magdaleno con su escrito titulado: Morir para seguir viviendo. Muchas gracias. Y, cómo no, mostrar un emocionado agradecimiento a quien fue maestro compañero en la coral unos años más acá, Luciano Magadán, y hoy también excomponente como nosotros, por tu columna del nueve de enero. ¡Te lo mereces, compañero!, porque tú has sido el primero y hasta la fecha la única persona relacionada con la Coral que se ha decidido a expresar públicamente su opinión, a la vez que nos recordabas a todos -a los que fuimos y a la que son en la actualidad-, una fecha tan memorable como es el veinte aniversario de la muerte de don Felipe Magdaleno. Tu artículo nos llenó de orgullo y nos hizo recordar tiempos pasados muy felices, cuando la Coral Isidoriana era como una gran familia. Nombras a mucha gente, algunos que aún están en la coral, a otros que estuvieron y ya no están, y de entre éstos, a varios que la muerte se los llevó de entre nosotros con los que compartimos tantos ratos agradables. Gracias. Ausencia de celebraciones Qué razón tenías, amigo Magadán, cuando en el citado escrito expresabas lo siguiente: «Estoy convencido de que poco o nada se va a hacer para recordar esta fecha», pues, como hemos podido comprobar con gran decepción, hasta el día de hoy nada se ha visto por parte de quien corresponda haber hecho un recordatorio especial de tan significativa fecha, el veinte aniversario de la desaparición del fundador de la Coral Isidoriana, porque estaremos todos de acuerdo en que si no hubiera un fundador, lógicamente, no existiría la coral. En cambio, a otros se les recuerda todos los años y con mucha solemnidad. Bien hecho está. Pero don Felipe no ha tenido tan buena suerte, a pesar de haberse dejado la piel por esos caminos de Dios, tratando de recuperar lo mejor de nuestras tradiciones musicales, recorriendo toda la geografía del Reino de León para hablar con las gentes del lugar y recoger en la grabadora que llevaba siempre consigo lo más típico e identificativo de cada pueblo o comarca que visitaba. Era un hombre incansable aunque su corazón sí lo estaba, pues veces había en que le fallaba, pero el maestro Magdaleno seguía adelante, quizá diciéndole que resistiera como él lo hacía, que aún le faltaban cosas por hacer; y las hizo, pues ahí está el riquísimo y vasto legado de canciones populares de todos los rincones del Antiguo Reino de León que nos ha dejado, y si no, que se lo pregunten al musicólogo Miguel Manzano Alonso, que en el año 1990 tuvo acceso a toda la obra de don Felipe Magdaleno, según nos cuenta en el Filandón de Diario de León de fecha 12 de junio de 1994. Allí dice: «En cuanto al número de documentos sonoros, un primer rencuentro provisional permite avanzar la cifra de novecientos». Y en otro momento de su artículo, escribe: «El trabajo de recopilación de música popular tradicional leonesa llevado a cabo por Felipe Magdaleno, es mucho menos conocido que los que realizó como director de la Coral Isidoriana, pero no por ello menos notable», y la pena sería que se perdiese como podría ocurrir si como hasta nadie se preocupa de sacar a la luz tan importante obra. Por eso creemos que todos deberíamos estar muy agradecidos al maestro Magdaleno, pues sin su gran labor recopiladora, (de ella una parte divulgada a través de los discos grabados por la Coral Isidoriana) la mayor parte del rico folclore popular de nuestra tierra se hubiera perdido y, por tanto, hoy seríamos mucho mas pobres en el terreno musical. No cabe duda de que don Felipe amó aquello que tanto gusta al pueblo llano y que otros consideran de menor importancia, pero que el maestro Magdaleno, con su buen hacer, supo elevarlo y mantenerlo en los más alto. Como antiguos componentes de la Coral Isidoriana, no queremos terminar este escrito sin desear a la formación grandes éxitos en el futuro, pues la seguimos en su trayectoria; pero también deseamos recordar a los actuales componentes y a su director que esta agrupación coral fue concebida, en primer lugar, para el culto a la Basílica y en segundo, para cultivar al máximo la música popular regional y especialmente la leonesa, como dejó patente el fundador de la Coral Isidoriana con el gran legado de su obra y que, como bien decía, las raíces de un pueblo «no se deben perder». Y creemos que la música leonesa puede ser interpretada junto con otras de diferentes épocas y estilos, sin que por ello disminuya en nada la categoría de esta prestigiosa coral, como así quedó demostrado en sus primeros veinte años. Y si alguien piensa que ésto es nostalgia del pasado, sepa que esta «nostalgia» la sienten una gran parte de los leoneses que ven cómo su música queda en el olvido, siendo como fue siempre la señal de identidad de la Coral Isidoriana, por lo que pensamos que este tipo de música debería volver a ocupar el lugar que le corresponde dentro del extenso repertorio de nuestra querida coral. (*) Y trece excomponentes más de la Coral Isidoriana.

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