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Los planos para rehabilitar el palacio del Conde Luna aguardan desde hace dos años y las piezas que exhibirá el futuro Museo de la Semana Santa están también seleccionadas

La procesión va por dentro

León

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El desplome de parte del palacio de Don Gutierre ha sido una «bendición» para el cercano caserón nobiliario de los condes de Luna. Abandonado durante décadas, en las que ha sufrido desde los inevitables azotes del tiempo hasta un incendio que devoró parte de los ricos artesonados o el desplome del techo del torreón del siglo XVI, el edificio Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional desde 1931 rozaba la declaración de ruina. Por ello, se impuso la urgencia. Primero, los arreglos inaplazables para asegurar su estructura y, posteriormente, la rehabilitación integral, hasta convertir uno de los últimos supervivientes de la arquitectura civil nobilaria en Museo de la Semana Santa. La factura de la restauración superará los 2,2 millones de euros -a sufragar entre el Estado, el Ayuntamiento y la Junta-. Curiosamente, ni es palacio ni tiene conde, aunque en este caserón se fraguaron numerosas intrigas durante la Edad Media y el tiempo quiso que fuera sede del Tribunal de la Inquisición, café-cantante, funeraria y almacén de frutas, entre otros destinos. Desde hace más de una década los sucesivos alcaldes intentaron sin éxito comprar el inmueble cuyos orígenes se remontan al siglo XIV. En febrero del 2001, los representantes de la Fundación Álvarez Carballo cedían finalmente a la presión. El documento de la cesión, que permitirá al Ayuntamiento gestionar el edificio en los próximos 75 años por una renta simbólica de un euro, firmado por el obispo de León Antonio Vilaplana meses antes de jubilarse, es demoledor: «La utilización que durante muchos años se ha hecho del palacio del Conde Luna, incompatible con su condición de monumento histórico, ha originado en el mismo un deterioro extraordinariamente grave, que afecta incluso a su estabilidad». Los arquitectos leoneses Mariano Sáenz de Miera y Ángel San Juan Morales, por encargo del Ayuntamiento y la Junta Mayor de Semana Santa, proyectaron hace dos años los planos que permitirán transformar el palacio construido en 1388 por Pedro Suárez de Quiñones y su esposa en el Museo de la Semana Santa Leonesa, declarada de Interés Turístico Internacional. El inmueble sufrirá un profundo cambio, ya que la parte más moderna, una casa de vecinos construida a principios del siglo XX -carente de valor-, será demolida para dejar paso a una fachada completamente nueva pero en perfecta sintonía con los elementos arquitectónicos más nobles del palacio. También Luis Pastrana, cronista oficial de la ciudad y director del Museo de la Ciudad -actualmente paralizado- tiene concluido el proyecto para musealizar el inmueble en cuyo exterior aún son visibles tres escudos nobiliarios: el de los Quiñones y los representativos del linaje de los Bazán. De momento, Pastrana no ha querido desvelar qué piezas albergará el fuguro museo, aunque asegura que la elección ha sido

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