Alexander Payne presentó en España su última película, «A propósito de Schmidt», una firme candidata al Oscar
Historia de un fracasado
Alexander Payne es uno de los cineastas más personales y lúcidos de Estados Unidos, cuya última película, A propósito de Schmidt será, con toda probabilidad, una de las candidatas a los Oscar. En ella, como en sus anteriores obras, vierte una mirada satírica sobre su país, al considerar que la misión del artista es la de ser «el médico de la sociedad». Payne visitó ayer Madrid para promocionar A propósito de Schmidt, película que se estrena el próximo día 14, después de haber pasado por el festival de Cannes, donde se convirtió en una de las favoritas de la crítica, que aplaudió el filme y la interpretación de su protagonista, Jack Nicholson. La película narra la historia de un hombre que en poco tiempo pierde todo aquello que le ataba a la vida, al llegar el día de su jubilación, pierde el trabajo y a su esposa, de ahí que inicie un viaje en el que intentará descubrir algo que le motive para seguir viviendo. La película guarda un tono de comedia amarga, «melancólica más que trágica», puntualiza Payne, quien escribió el guión del filme recién salido de la escuela de cine, aunando la novela About Schmidt con un texto suyo titulado The Coward (El cobarde). Para el personaje protagonista fundió varias personas que conocía con algo de sí mismo, en un intento de «hacer una comedia no sobre el tema de la jubilación, sino sobre un hombre que se lamenta de las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida». «Acababa de graduarme en la escuela de cine, después de haber visto los grandes clásicos del cine mundial, y todos ellos me inspiraron para escribir el primer tratamiento del guión», comenta, quien para encarnar a Schmidt, pensó desde el primer momento en Jack Nicholson. «Le pedí que actuara como si fuera más viejo de lo que es, porque aunque Jack tiene su misma edad, él tiene más chispa. Y le dije también que actuase como un hombre mediocre, reprimido, conservador, lacónico, y poco capaz de superar su situación». Considerado como uno de los escasos cineastas que cultivan la sátira en un país dominado por lo estándar, Payne cree que ha llegado el momento de «volver a los setenta, cuando se hacía un cine más humano y comprometido».